Antonio González: “Si seguía jugando los domingos, eran 365 días de ocupación”
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Antonio González: “Si seguía jugando los domingos, eran 365 días de ocupación”

Antonio González: “Si seguía jugando los domingos, eran 365 días de ocupación”
Antonio González, exjugador del Arteixo, entre otros, acompaña estos días a las selecciones gallegas de base de fútbol playa | CEDIDA

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Trabajo y tiempo. Son los dos motivos que han llevado a Antonio González (Silleda, 1998), excentral de equipos como Arteixo o Lalín, a dejar la práctica del fútbol. Un deporte, eso sí, al que seguirá muy ligado como fisioterapeuta. De hecho, atiende la llamada de DXT Campeón desde Cádiz, lugar en el que está al servicio de los jugadores de las selecciones gallegas de base de fútbol playa.

 

Ahora que ha dejado el fútbol, le gustaría seguir ligado como fisioterapeuta o también se plantea otro tipo de cargos como, por ejemplo, entrenador?
Como fisioterapeuta voy a estar seguro, porque ya llevo desde que salí de la carrera especializándome en ello, y todos los años trabajé con algún equipo. Ahora estoy con el OAR de balonmano, que ascendimos este año a Segunda, y mi intención es seguir en los campeonatos que pueda con la Federación o algún convenio con clubes deportivos, pero eso ya me imposibilita seguir ligado al fútbol de entrenador o en cualquier otro puesto.

 

¿Por qué deja de jugar?
Por trabajo y tiempo para la vida a nivel personal. Al estar en clínica de lunes a viernes, y los fines de semana con el balonmano y los campeonatos que aparezcan de la RFGF... si juego los domingos, son 365 días de ocupación (risas).

 

¿Desde cuándo lo tenía claro?
Que faltaba poco lo sabía, pero en marzo-abril más o menos decidí comprar un bajo para montar clínica propia y ahí dije que se acababa.


¿Se formó en el Lalín? Es el equipo en el que terminó.
Empecé en Silleda hasta cadetes, pero en juveniles ya me fui para Lalín. Estuve un año, porque cuando era de segundo ya jugaba en Tercera División.


¿Acabar allí fue un guiño, una forma de cerrar el círculo, o simple casualidad?
Cuando me llamaron ya tenía claro que iba a ser el último año. Fue más o menos simultáneo: lo decidí y a las dos semanas me preguntaron si había opción. Y claro, quise acabar allí. La idea era además intentar el sueño del ascenso a Tercera, pero pese a no conseguirlo, valió la pena.

 

En Lalín logró el primero de sus tres ascensos en 2011.
Ahí viví muchas cosas... El primer año de sénior solo perdimos dos partidos de temporada regular, participé en más de 3.000 minutos y jugué una fase de ascenso a Segunda B. La perdimos en la primera eliminatoria contra el Amurrio con un gol olímpico en el descuento, que es un poco doloroso así como primera experiencia (risas). Luego hubo problemas en la directiva, descendimos a Preferente, subimos a Tercera y volvimos a bajar. Después me fui por estudios a Coruña.

 

Entonces ficha por el Órdenes, de Tercera División.
Sí... Era otro proyecto potente, en el que hicimos buenos años, porque acabamos séptimos y octavos, pero no nos acabamos de meter en fase que era el objetivo. Aún así, fueron dos buenas temporadas, con gran nivel humano y futbolístico.

 

Después en Laracha le pasa lo mismo que en Lalín: descenso y posterior ascenso.
Ahí ya era diferente, porque el proyecto era para no pasar apuros. El primer año salió todo al revés, pero por suerte pude marcharme dejando al club en el mismo sitio que estaba cuando llegué.

 

En Sofán solo estuvo un año en Preferente. ¿Qué me dice del equipo carballés?
Estuve muy bien. Es un club súper serio, que te hace sentir en familia. Me aportó mucho, pero cuando salió lo de Arteixo me quedaba cerca y cómodo.

 

Arteixo fue el equipo en el que más estuvo y logró otro ascenso. Si lo mira con perspectiva, ¿pesa más lo bueno o ese final un poco decepcionante?
No, no, Arteixo fue espectacular. Pasó todo lo que podía pasar: una pandemia que nos cortó el primer año, uno inmejorable en el que ascendimos, otro increíble en Tercera... El último acabó como acabó, pero nada tuvo que ver con lo deportivo ni con la plantilla. Tengo buenos amigos y guardó un gran recuerdo, porque me lo pasé muy bien allí.

 

“La etapa en Arteixo fue espectacular, pasó todo lo que podía pasar”

 

Y este último año, entre Betanzos y Lalín, ¿por qué se dio de esa manera con ese cambio a mitad de temporada?
El Lalín me llamó en pretemporada, pero ahí me parecía inviable. Me fui al Betanzos con la esperanza de tener un año tranquilo, en el que se pudiera trabajar bien, pero no me llegué a sentir cómodo en ningún momento, alguna lesión... Nada ayudó y hubo un momento en el que me estaba restando en el día a día, pedí que me dejaran ir al Lalín, pero no me autorizaron y pasé dos meses en casa pensando que estaba retirado hasta que el último día de marcado el Lalín consiguió que me dieran la baja.

 

Ahí imagino que sí que tuvo que hacer sacrificios para compaginarlo con el trabajo.
Sí... Lo hice porque era el Lalín. Tuve que quitar alguna hora de trabajo y hacer 1.000 kilómetros a la semana de coche con lo que conlleva de gasto y tiempo, pero mereció la pena. Solo guardo buenos recuerdos de la plantilla, el cuerpo técnico, los entrenamientos y de todo lo emotivo que venía de atrás. No podía terminar mejor.

 

Y también puede decir que tuvo experiencia internacional. ¿Qué recuerdos guarda de esa UEFA Regions Cup que ganó con Galicia en 2023?
Diría que fue lo que más disfruté. No sé si el más grande por la fase de ascenso a Segunda B, que es la tercera categoría del fútbol español, pero ese torneo, ya muy veterano, no lo esperaba para nada y fue de largo mi momento más feliz. Los días libres en Tercera son los martes y estás durante varios meses cada dos semanas marchándote a Vigo o Santiago para entrenar con jugadores que tienes en un pedestal. Alguno un auténtico ‘rompehuevos’ (risas), con el que llevas jugando contra él toda la vida. Hice muchas amistades y lo disfruté como un niño. 

 

Balance final

¿Modificaría algo de su carrera?
No, supongo que no. Hasta los años que fueron peor a nivel deportivo me dieron grandes amistades que aún conservo a día de hoy. La vida va como va. Seguramente, si hubiera priorizado más el fútbol ante los estudios o el trabajo, habría podido pelear por algo más, pero estoy muy contento a nivel personal y laboral, por lo que creo que lo hice bien.

 

¿Siente que ha jugado en las categorías que debería?
Sí. Me queda la pena de no haber probado la Segunda B, ya que cuando tienes 18 años y juegas todos los partidos en un equipo que pelea por ascender, tienes la duda de si también lo podrías hacer bien un poco más arriba.

 

¿Qué fue ganando y perdiendo con los años?
Conforme pasan los años, empeoras en físico. Al principio, por mis cualidades, daba igual que me ganaran uno o dos metros, pues lo recuperaba sin problema, pero después ya no es tan fácil. Sin embargo, ganas en anticipación, estás mejor colocado, te comunicas más, que es algo muy importante que el grupo agradece... No considero que fuera peor central ahora que hace diez años, solo diferente.

 

"No era peor central ahora que hace diez años"

 

¿Vio un gran cambio en los vestuarios?
Todo el mundo dice que cambiaron, pero yo creo que lo que más influye es que pasas de ser el joven al mayor (risas). Sí que son diferentes, los chavalitos andan a otras cosas y hay otras prioridades, pero tuve mucha suerte y siempre me encontré con muy buena gente.

Antonio González: “Si seguía jugando los domingos, eran 365 días de ocupación”

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