Si es cierto que todos nacemos con un destino, y no lo vamos construyendo según las decisiones que vamos tomando a lo largo de la vida, el de Jacobo Gómez Pato era el tenis. Porque cuando todavía era un bebé se fue a vivir a casa de sus padrinos, que en la parte de atrás cuenta con una pequeña pista de ceniza. Así que todavía con babero y pañales se pasaba las tardes viendo jugar a los mayores hasta que tuvo la fuerza suficiente para sujetar la raqueta, prácticamente más grande que él, y unirse a la fiesta. Ahora, con 15 años es uno de los mejores jugadores gallegos de su generación y aunque acaba de caer en cuartos de final del Campeonato Autonómico absoluto contra el número uno del ranking, su progresión en la temporada actual le hace plantearse en serio un futuro en las pistas. La victoria en dos de las etapas del prestigioso torneo cadete Warriors Tour, pendiente de ser uno de los ocho clasificados de toda España que irán a jugar la final a Valencia a la academia de Juan Carlos Ferrero, el entrenador de Carlos Alcaraz, podría ser solo la primera piedra. Aunque con sus buenas notas y sus resultados deportivos también puede soñar en conseguir una beca para irse a Estados Unidos.
“Vine a esta casa ya con seis, siete meses, incluso antes”, dice mientras mira con sus ojos azules a la pista que vio sus primeros pasos y que siempre será especial para él. Quién le iba a decir a ese niño pequeño que apenas conseguía superar la red que un día incluso se le iba a quedar pequeña. “Mi padrino, mi tío abuelo y un amigo suyo siempre estaban jugando aquí y yo lo que hacía era mirar”, recuerda. “Cuando me fui haciendo más mayor ya jugaba con él y con mi padre, que me tenían que dejar gana”, se ríe. “Y poco a poco me fue gustando cada vez más y me lo fui tomando un poco más en serio”, asegura. Jugó al fútbol, probó con el voleibol… pero al final siempre era el tenis el que ganaba la partida. Y la pandemia terminó por inclinar la balanza. “Por las restricciones era más fácil entrenar a tenis, al aire libre, y pasé aquí el confinamiento entrenando”, dice.
Su primer club, desde los seis años, fue el Marineda. “Al principio sólo era diversión”, confiesa. Después, buscando seguir creciendo, se fue al Club de Tenis de Coruña, en el que sigue y donde coincidió con otros jugadores de su edad de un nivel muy parecido y la competencia sana entre ellos les hizo ir mejorando. Pero al final el tenis es un deporte individual y no es fácil hacerse un hueco e ir subiendo puestos en el ranking, que en muchas ocasiones depende del número de torneos y estos, del presupuesto con el que se cuente para ir a ellos. “Este año estoy jugando el circuito Warriors Tour, que es sub-16, y actualmente estoy de primero”, indica. Ganó en A Coruña y en Gijón y fue semifinalista en Alicante. “Pero aún quedan cinco torneos, a ver si puedo ir a alguno más para clasificarme ya matemáticamente para la final. Voy a intentar ir a Tarragona, a ver si hay suerte, porque hay dobles y es un torneo que puntúa más”, dice, aunque una inoportuna caída en el Campeonato Gallego después de enredarse en la red puede truncar sus planes, porque se hizo daño en la muñeca y tendrá que hacer reposo de forma obligatoria.
El objetivo es a largo plazo. “Hace tres años si me preguntas diría que divertirme e incluso hablaría también del fútbol. Pero ahora mismo quiero ser más ambicioso, intentar salir adelante por lo menos semiprofesionalmente. Sé que es muy difícil, pero lo ideal sería irse a Estados Unidos con una beca a la Universidad”, apunta, aunque para eso aún le queden al menos dos años por delante. Un tiempo para esperar, pero también para aprovechar y seguir mejorando su juego, potenciando sus puntos fuertes, como su golpeo de derecha o el revés plano; y trabajando en sus debilidades. “En tierra batida juego mejor de derecha, pero en pista rápida soy mejor con el saque y el revés plano, que me ayuda a ganar pista y llevarme los puntos”, describe y apunta que tiene que mejorar un poco de todo. “Sobre todo cuando golpeo la derecha defensiva”, explica, “pero también la cabeza, me ayudaría a acabar antes los partidos y no enredarme en los que son fáciles, ya he mejorado bastante en eso pero aún se puede mejorar mucho más”.
Lo puede comprobar en algunos de los tenistas a los que sigue. “En el que siempre me he inspirado es en Nadal, pero ahora mismo me gusta mucho Zverev y siempre le tuve aprecio a Kyrgios, que es buenísimo pero le falla un poco la cabeza”, admite. Por eso es un importante tener técnica, físico y mentalidad. “Nadal mucha técnica tampoco es que tuviese, pero llegó a lo que llegó con cabeza y con físico. Y otros que tienen técnica, como Kyrguios, les falta la cabeza. Sin golpes y sin cabeza no llegas a nada, pero tienes que tener un nivel intermedio en los dos para llegar”, analiza.
Si tuviera que construir a al tenista perfecto lo tiene claro: “La técnica de Federer y Félix Auger-Aliassime; el físico de Alcaraz y Nadal, incluso el Djokovic porque es muy elástico, y por supuesto la cabeza de Nadal que es algo que después le copió Alcaraz”.
Jacobo entrena en A Coruña a las órdenes de Iago Fernández-Reija y con Miguel Izquierdo. “He avanzado mucho en el último año. Iago me insiste mucho en la consistencia, en fallar pocas bolas. Y Miguel me ayuda con los apoyos en carrera”, valora. Y los avances se vieron por ejemplo en sus dos victorias en Gijón y en casa. “Yo creo que jugué con más nivel en Asturias que en A Coruña. Allí lo hice con mucha consistencia y ritmo, jugué muy bien, además supe aguantar bien de cabeza, sin dejarme llevar por lo piques y todo e rato centrado. Aquí, con toda la gente, no jugué con tanto nivel, pero jugué más mental”, desarrolla.
Por qué no soñar con que, si le toca ir a la academia de Ferrero, este puede ver algo en él. “Nunca sabes quién te puede estar viendo”, dice. Cree que su futuro puede estar fuera, aunque agradece “la suerte” que tiene aquí en A Coruña con su generación. “Necesitas que alguien esté al otro lado de la pista para entrenar. Y mis compañeros y yo nos hicimos mejores entre nosotros. E incluso también los de una promoción de un año más, que ahora uno está en la academia de Rafa Nadal (Nico Bellas). Si cada uno empuja a los compañeros, nos hacemos mejores. Y así cuando salgamos de Galicia tenemos más posibilidades de ganar”. Todos para una.