Luis Taboada: “Cuando me comentaron lo del premio, no sabía cómo reaccionar”
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Luis Taboada: “Cuando me comentaron lo del premio, no sabía cómo reaccionar”

Luis Taboada: “Cuando me comentaron lo del premio, no sabía cómo reaccionar”
Luis Taboada enseñando a unos jóvenes a manejar la vela de una tabla de windsurf | Luis Taboada

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Luis María Taboada González (Ferrol, 1943) es un auténtica leyenda de una de las disciplinas más conocidas del mundo acuático, el windsurf. Y el día 9 de diciembre recogerá uno de los reconocimientos a su esfuerzo y trayectoria, el premio Mareas.


El ferrolano es una de esas personas que lucha por sus sueños y que no tiene miedo de iniciar nuevos proyectos, aunque desconozca el mundo  al que pertenece. Un ejemplo de ello, es la fundación de uno de los primeros clubes gallegos y españoles del Windsurf: Grupo Taboada, que posteriormente desembocaría en el Club Ferrolvento Windsurf.


Todo ello, surgió después de que una fábrica le enviase, a la tienda que poseía en aquel entonces, Taboada Deportes, una tabla de windsurf.

 

¿Cuándo empezó en el windsurf?
Empecé en el mundo del windsurf en el año 85.

 

¿Cómo se inició en este deporte? 
Pasó lo siguiente. Yo tenía una tienda de artículos deportivos (Taboada Deportes) y un día, una fábrica me dijo que me iba a mandar una tabla de windsurf. Yo les dije: ¿qué es eso? No me dijeron nada más. Cuando llegó la tabla a casa, vi que era de cinco metros. Entonces, cuando vi el tamaño, no tenía una estantería para ponerla y pensé en deshacerme de ella. Finalmente, la puse en un escaparate grande y ahí estuvo durante meses. Un día vino un amigo y me dijo: Oye, tenemos que probar este artefacto. Yo no le hice caso, pero me insistió tanto que fui con él. 


A partir de ahí, fue chapuzón tras chapuzón. El problema es que no había nadie que nos explicase nada y claro, yo cuando tiraba de la vela iba para el agua. Entonces, fui a la tienda y dije si no tenían un libro de instrucciones. Y me dijeron que sí (risas). En ese libro, encontré una frase que me quedó marcada: “cuanto más viento más, más palo al barlovento”, eso quería decir que cuando venía el viento y empujaba, me caía de culo.

 

Es una manera curiosa de empezar.
Fue así como empezamos. Luego, nos fue gustando más y la gente nos veía y también quería probar. Entonces, nos empezaron a pedir tablas, pero nosotros no teníamos donde guardarlas. Cuando íbamos a practicar, nos desvestíamos al lado de la carretera, tapado con los coches. Hasta que un día encontramos un local y fuimos al puerto a preguntar si nos lo alquilaban, y lo hicieron. Tras conseguirlo, aunque era pequeñito ya que medía 3x3 metros, nos servía para guardar las tablas y para cambiarnos. 
Después, en la playa de Copacabana (Ferrol), había un local y tenía una parte de abajo muy chula. Negociamos con el dueño y nos cambiamos hasta allí. Porque ya teníamos donde dejar las tablas, donde cambiarnos y donde ducharnos.  Eso fue apoteósico.

 

¿Cuál fue la parte negativa?
Lo malo, es que, al cabo de unos años, quitaron el acceso norte a la playa que era donde teníamos todo. Yo me dije: ¿y ahora que hacemos? Entonces, por allí cerca había un terreno, volvimos al puerto y negociamos, y ya nos dejaron hacer una nave metálica, donde daba gusto tener todo.  A raíz de eso, la gente se fue animando más y fuimos comprando más material. Empezamos a hacer regatas y campeonatos… La verdad es que a partir de ahí la cosa fue evolucionando mucho. 


Después, otro avance que hicimos, después de juntar dinero entre varios, y compramos un terreno en la playa de San Jorge, que es un auténtico paraíso. No hay mucha gente, porque se ponen en los extremos, y solo tenemos que cruzar un riachuelo para ir a la mitad de la playa. Es una suerte poder estar ahí. De hecho, vamos mucho a hacer comidas o a descansar. 


Ahora, también tenemos unos contenedores en Caranza que los usamos a diario para guardar cosas.

 

Al final, parece que iniciasteis esa tradición marítima que hay en Ferrol, entre el surf, piragüismo, remo…
Bueno no creo, porque en el remo no nos quisimos meter porque no teníamos los elementos. Solo hacíamos windsurf y cuando no hay viento, paddlesurf, que es ir encima de la tabla con un remo. 
En los demás no nos quisimos meter porque el remo estaba y está en Cabañas y en la Graña. 


¿Llegaste a competir a nivel profesional?
Yo no, pero organizamos varios campeonatos locales, regionales e incluso uno del mundo, aquí en Ferrol. Vino gente de fuera. Se me desbordó un poco todo porque no teníamos la capacidad para hacer todo lo que era necesario. En la playa, había que montar un palco para los jurados, traer el material para la arena… Fue una locura hacer aquel Campeonato del Mundo.

 

Supongo que organizar ese Campeonato Mundial sería tu mejor momento.
Sí, fue la bomba poder hacerlo. Ahora ya no hacemos tantas competiciones. Bueno, hicimos un festival bastante importante que tuvo mucho éxito pero yo, como presidente, me gustaría hacer más, sobre todo a nivel comarcal y local. Internacionales no porque cuestan mucho dinero y mucho esfuerzo. A mi lo que me interesa es Ferrol, la comarca.

 

Después, decidiste cambiar el chip y enseñarles a los jóvenes. ¿Cómo los iniciais en el windsurf?
Eso es lo que me gusta y lo que hacíamos en los bautismos de mar, que es convocar a diez o doce niños, por un precio simbólico, hay algunos que se lo paga el seguro del colegio y así no les cobramos nada a los niños. Era fantástico porque de esos niños, siempre había tres o cuatro que se acababan apuntando, hacían cursos y luego continuaban en el club.


Además, también hacíamos, a veces, coger una tabla, hablar con los colegios y llevarla al gimnasio del colegio. Allí, les enseñábamos un poco como iba la cosa. Luego les dejábamos los folletos y algunos se apuntaban. Salía bastante bien la campaña.

 

Windsurf
En la época veraniega, las playas ferrolanas se llena de amantes del windsurf | Luis Taboada

 

¿Qué les aconseja a aquellos que se quieran iniciar en el windsurf?
Que lo prueben porque les va a encantar. Lo que hacemos es, aquí en Caranza, es que el primer día, vamos al campo que tenemos fuera y les montamos la tabla con la vela. Allí,  se suben vestidos y agarraban la vela. Nosotros les decimos que a ver como lo hacen. Cuando lo consiguen, dicen que eso es fácil. Después, les decimos que nos vamos a la playa, hasta que el agua nos cubra por los tobillos y repetimos la operación. Luego, al tercer día, les dejamos que se metan hasta la cintura y que apunten hacia la arena, y luego les soltamos y van cogiendo confianza muy rápido.  

 

¿Tuviste algún problema?
No. Todos van con trajes de neopreno y con salvavidas. Todo es muy seguro. Tenemos también una piragua y una zodiac por si hay que ayudarles. El problema, cuando coges confianza, es que te alejas un poquitín, y yo les digo: da la vuelta o gira para aquí. Nunca tuve ningún problema. Bueno miento, solo tuve una incidencia y fue que una señora se lastimó un tobillo y fue porque pensó que había mucho calado y no lo había”. 

 

Desde que comenzó a practicar este deporte cambiaron muchas cosas, ¿cuál es la que más le llamó la atención?
Cambió muchísimo. Ahora, hay mucha gente que tiene su propia tabla y eso tiene la ventaja de que la puede dejar en el club y cogerla cuando quiere. Es más independiente. Entonces, es una ventaja muy grande.

 

Este año le otorgan el Premio Marea 2022, ¿cómo surgió esa posibilidad?
No lo sé, la verdad. Me lo comentaron y yo: bueno, no sabía como reaccionar. 


¿Le emociona recibir este galardón?
Sí, y sobre todo a los 79 años, que ya me queda poco (risas). Me conformo con llegar a los ochenta, no más porque damos gastos al Estado, con los hospitales. Los mayores sobramos (risas).

 

¿Le queda algún sueño por cumplir?
No, en términos generales, no. Porque ya hice todo lo que quería, entonces estoy contento. Quizás, mejorar las cosas del club y llevarlo a cotas más altas.

 

Dice que ha cumplido todos sus sueños, pero ¿tiene algún deseo?
Sí, conseguir que los deportes tengan unas comodidades para llevarlos a cabo, promocionarlos porque sino… En eso, tiene que ser el Ayuntamiento. Menos mal, que cuando empezamos, el Ayuntamiento, nos puso allí unos contenedores, una zodiac, nos compró unas tablas… todo esto cuando había el Patronato Municipal de Deportes. Entonces, en esa parte estoy muy agradecido, aunque hace ya un tiempo en que no se pasan por el club para ver cómo está.

Luis Taboada: “Cuando me comentaron lo del premio, no sabía cómo reaccionar”

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