Àlex Rodríguez neutraliza el 'efecto Bruno' y frustra la remontada del Liceo (4-4)

Le sobró un minuto a la película del Liceo-Voltregà, con un guion digno de un taquillazo y un protagonista indiscutible: Bruno Saavedra. El santiagués de 19 años, que sólo había jugado los tres primeros partidos de la temporada antes de pasar por el quirófano por una fractura de escafoides, volvió 203 días después y lideró la remontada liceísta con dos tantos casi seguidos. Del 1-3 se pasó al 4-3 en cuestión de seis minutos.

Pero todo héroe tiene su antihéroe. Y el papel de antagonista lo interpretó Àlex Rodríguez, que vistió la verde y blanca dos campañas y celebró el último tíulo de la OK Liga en 2022. De regreso a Riazor con el equipo de su pueblo, el ‘27’ frustró la remontada con un gol, el tercero de su cuenta, a falta de 26 segundos para la bocina.

El infortunio acompaña al equipo coruñés desde el inicio de curso. En un día para celebrar el alta de Bruno, perdió a Dava Torres por lesión. No hay manera de juntar a todos los efectivos en un mismo partido. Y el Liceo es un poco menos Liceo sin el capitán, que además de su talento y olfato goleador es el líder natural sobre el pista. Se notó su ausencia, más aún ante un Voltregà sobrado de carácter y que saltó al parqué de Riazor sin complejos.

Golpea primero

El cambio en el banquillo –Jefa Rovira relevó a Lluis Teixidò, que dimitió cuando recibió la noticia de que no contaban con él– sirvió de revulsivo en la plantilla santhipolitenc. En los primeros minutos discutió la posesión al Liceo y avisó con dos palos. Y cuando parecía que el equipo local empezaba a tomar el control del partido, Àlex cazó un rechace de Martí Serra tras un tiro de Jordi Burgaya para embocar la bola en la red local. La ley del ex nunca falla.

El Voltregà dio un paso atrás con el 0-1, pero a los verdiblancos le costó llegar con claridad –el que más lo probó fue César Carballeira– y los visitantes volvieron a rondar el área de Serra con un remate de Èric Vargas al larguero.

Faltaban 10:32 cuando Bruno entró en juego. Necesitó poco más de dos minutos para tener la primera ocasión con un bonito amago y un remate que despejó Oriol Codony, justo después de un disparo al palo de Sito Ricart. 
 

El equipo verdiblanco empezó la segunda mitad con uno menos por la tarjeta azul para Fran Tombita, involucrado en el enganchón del descanso –no hay partido tranquilo contra el Voltregà–, pero en cuanto recuperó al cuarto jugador lanzó un peligroso contraataque que César culminó sin éxito.

Obligado a remontar

En la siguiente jugada, Vargas aprovechó una bola muerta para clavarla en la portería. Un jarro de agua fría para cualquiera, no para el Liceo, que unos segundos después firmó el 1-2 por mediación de Pablo Cancela. Se levantó el equipo y su afición, pero un palazo de Àlex los volvió a sentar.
 

1-3 y 15 minutos en el reloj, el escenario perfecto para otra  gesta, una más para el equipo que nunca se rinde. Y en esta ocasión lideraron la remontada los más jóvenes. Tombita desvió un envío de Fabri Ciocale a once del final para el 3-2 y entonces irrumpió Bruno. El ‘13’ empató tras un pase de la muerte y le dio la primera ventaja al Liceo en el partido con un palazo a la media vuelta que se coló en la escuadra.

Sin acierto en la pelota parada –fallaron Cancela y Àlex–, faltaba el final inesperado y dramático, el 4-4 del exverdiblanco, que con otro palazo, su tercer gol de la tarde, anuló el ‘efecto Bruno’. Eso sí, lo celebró tímidamente. El ADN verdiblanco es para siempre.