Mes y medio sin jugar y el CRAT afronta este domingo en Gijón y contra el Eibar uno de los partidos más importantes de su historia incluso teniendo en cuenta aquellos en los que estuvo en juego ganar la Liga, que levantó hasta en dos ocasiones. Porque ahora lo que está sobre la mesa es no perder la categoría, no decir adiós a una élite en la que vive instalado desde que el rugby femenino tiene máxima categoría. Mantener su estatus en la Liga Iberdrola que no hace tanto, el curso pasado, estuvo a un punto y a un minuto de ganar.
Después de salvar casi in extremis el descenso directo, las coruñesas han tenido que esperar todo este
tiempo incluso para conocer a su rival, porque este salía de la eliminatoria de ascenso de División de Honor B. El ganador, subía directamente, que fue el Olímpico, otro de los históricos que consiguió el billete de vuelta entre las mejores. Y al perdedor le quedaba una nueva oportunidad, una última plaza en juego, o para Eibar desde abajo o para el CRAT, penúltimo de la máxima categoría, desde arriba.
El equipo de Arquitectura parte con varias desventajas. La primera, la más obvia, tanto tiempo sin competir. Un sinsentido. El conjunto vasco ha estado jugando eliminatorias y una final por el ascenso, partidos de máxima intensidad, mientras el CRAT jugó su último encuentro el 30 de marzo. Y eso que se trataba de un encuentro aplazado de la primera fase (ya sin nada en juego), porque si no el final hubiese sido mucho antes, el 4 de marzo, y se plantaría en el playout con más de dos meses de inactividad.
La segunda es que su rival ha sabido en todo este tiempo a quién se iba a tener que enfrentar en el caso de no lograr la plaza vía fase de ascenso. El CRAT conoció su destino el domingo, cuando las vascas perdieron contra Olímpico por 17-12. Ahora solo tienen una semana para preparar todo lo relacionado con diferentes tácticas y estrategias porque este mismo domingo saltarán al campo de Las Mestas.
El conjunto dirigido por Pablo Artime y Pablo Chorny, que venía de un triple subcampeonato el año pasado, ha tenido una temporada con demasiados contratiempos. Ya arrancó con muchas bajas con respecto al proyecto del curso anterior y las numerosas lesiones de jugadoras tan importantes como Mariana Romero complicaron todavía más el desempeño del equipo que aun así, sacó el orgullo para por lo menos evitar la última posición de la Liga que enviaba de forma directa al descenso.