El domingo 6 de octubre de 1935, a las doce y media de la mañana, se celebró la primera edición de la Travesía de San Amaro, exclusiva para nadadores del Club del Mar. Se inscribieron 16 y se tiraron al agua doce, de los cuales solo nueve terminaron los 600 metros de recorrido desde una lancha motora mar adentro hasta la playa. Cayetano Martínez, que tardó 11 minutos y 30 segundos, fue el primer ganador por delante Federico Suárez y Carlos Mejuto. Un primer podio histórico de una prueba que supo sobrevivir a la Guerra Civil para volver a celebrarse en 1939 y en 1941, consolidándose desde entonces de forma ininterrumpida hasta la actualidad, incluso con la pandemia de por medio.
El último domingo de cada mes de agosto la cita es obligatoria en A Coruña. Despedida del verano con una fiesta caracterizada por el ambiente y su carácter popular y en la que la prueba australiana que se celebra después en la piscina pone la guinda. Son los secretos del éxito de los 83 años que cumple mañana la travesía. Con el paso del tiempo, el recorrido aumentó hasta los 1.200 metros. Una distancia intermedia, ni demasiado corta, lo que permite que los nadadores más profesionales puedan participar; ni demasiado larga, lo que también facilita al acceso a aquellos menos avanzados. Otras travesías han tenido que aumentar metros por exigencias federativas y para formar parte de los circuitos oficiales. La organización del Club del Mar nunca quiso perder ese carácter popular. Los 375 inscritos para la cita de mañana a las 12.00 horas son una muestra de ello, aunque cada vez tiene que compartir cartel con más pruebas por todo el litoral gallego.
Otra de las características especiales es lo que pasa después. Porque tras nadar en el mar, los participantes pasan a la piscina exterior del Club del Mar, donde tiene lugar una curiosa prueba denominada australiana. Divididos por hombres y mujeres, los nadadores tienen que ir haciendo largos y después de cada uno se va eliminando al último. Así hasta que solo queda uno y una. El vigués Miguel Martínez fue el vencedor tanto de la travesía como de la australiana el año pasado. En chicas se impusieron Ana Pérez en el mar y Alba Gómez en la piscina.
Una de las tradiciones de la Travesía de San Amaro era la prohibición de utilizar neopreno. Llamativa teniendo en cuenta la temperatura del agua en la ensenada del barrio de Adormideras. Otra vez la evolución de las normativas ha obligado a la organización a abrir la mano, aunque aquellos que opten por cubrirse el cuerpo no entrarán en la clasificación final. Por último, la novedad de esta edición es que la llegada será en el agua y no con meta a unos metros de la orilla, lo que ha dejado a lo largo de la historia esprints de los nadadores saliendo del mar y abalanzándose a por la victoria. La travesía se va adaptando a los tiempos, pero sin perder nunca su esencia.