Once temporadas después, y tras pasar por cuatro categorías (EBA, 1ª Autonómica, LEB Bronce y LEB Plata), el Basquet Coruña regresaba a la segunda, ahora llamada LEB Oro, con nuevo apellido, Leyma; nuevo hogar, el Palacio de los Deportes, y cinco jugadores del curso precedente: Xavi López, Raúl Lázaro, Javi Lucas, Javi Román y Sergio Alonso.
 

Antonio Herrera fue el elegido para pilotar un proyecto al que acabaría uniéndose un internacional con España, el pívot Edu Hernández-Sonseca, la pieza que consiguió que el equipo acabase noveno y disputase los playoffs, donde tendría en su mano dar el sorpresón de la postemporada.

 
Como sorpresón fue el arranque del curso: cayeron, de manera consecutiva, Navarra, Palencia (fuera), Cáceres, Clavijo (fuera) y Barça B. En este último partido, resuelto con un contundente 93-56, el Leyma dejó en valoración negativa (-5) al hoy madridista Mario Hezonja, entonces estrella del filial azulgrana.

Premonitoria

La primera derrota sería premonitoria. El verdugo, Andorra, acabaría siendo también el último de la temporada. E inició una racha de cinco consecutivas, racha rota con un 81-72 contra el Melilla.

Por el camino ya se había quedado Gergely Somogyi. El húngaro, de 2.21 metros, no respondió a las expectativas generadas por su participación con los Lakers en las ligas de verano. Duró seis jornadas. Cinco después caía otro de los interiores, el estadounidense Matt Rogers. Más por falta de adaptación que por falta de calidad. 

Estas dos salidas dieron entrada a Hernández-Sonseca, fichado a finales de enero por la directiva encabezada por Carlos Lamora. El madrileño le cambiaría la cara al BC. A pesar de que estaba sin equipo, su impacto fue inmediato. Debutó en Riazor ante el Clavijo (79-72) y registró 16 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias y 22 créditos de valoración. 

En ese encuentro acabó el Leyma con otra secuencia de cinco derrotas encadenadas. El triunfo mantenía a los naranjas en la zona de playoffs, concretamente en la séptima plaza, pero con la misma marca (7-10) que los cinco equipos que tenía por debajo, y con un solo triunfo más que el penúltimo clasificado.

La falta de continuidad marcó las siguientes fechas: tres partidos seguidos sin ganar, incluyendo la derrota por 67-66 contra el Barça B con un triple sobre la bocina de Markus Eriksson. A falta de sólo seis jornadas, los de Herrera marchaban penúltimos, aunque a un solo paso de la novena posición. Tras superar por 70-62 al Huesca, malísimo partido en Lugo (61-46). La derrota seis días después en el Palacio contra el Alicante (73-81) obligaba al Leyma a ganar los tres últimos partidos y esperar la ayuda de terceros, puesto que ahora estaba a dos triunfos de la novena plaza.

El milagro empezó en Melilla, donde Asier Zengotatibengoa (21 puntos) pilotó el 75-80 que mantenía al BC en la lucha. El alero vasco (20 tantos) y Sonseca (15 y 12 rebotes) lideraron el 71-57 en el derbi con el Ourense, con el que el Leyma se plantaba en la última jornada en el codiciado noveno puesto, igualado con Barça, Navarra y Clavijo. El triunfo naranja en Lleida acababa con cualquier igualada perjudicial. Los de Herrera, comandados por Jonathan Kale (23 tantos y 9 capturas) y Zengo (15 y 3), vencieron por 68-75.
 

Escalada la primera cumbre, por delante quedaba el Everest andorrano. El Leyma llegó al primer campo base en el inicio de la serie, con un 81-88 donde sobresalieron Marcos Suka-Umu (22 puntos), Kale (15), Zengo (17) y Pablo Almazán (16). En el segundo duelo, se impuso la lógica (100-75).

En el tercero, y muy farragoso, los naranjas redujeron a casi la mitad la producción anotadora visitante (67-56). Y mantuvieron la inercia en el cuarto. Concretamente en la primera mitad (47-34). Todo apuntaba al bombazo, pero los triples de Marc Blanch y el bochornoso cambio de criterio de los colegiados Bravo y Martínez Prada frustraron el ‘match-ball’ en el Palacio, que por primera vez clamó con dureza contra los árbitros.

En el quinto, los naranjas se deshilacharon en los cuartos centrales (26-18 y 28-20) y cedieron por 109-94. El Andorra se quedaría, al perder la final contra Alicante, a las puertas del ascenso; el Basquet Coruña iniciaba su larga ruta hacia el mismo objetivo.

Al final de la temporada, Herrera abandonaría la nave. El testigo lo tomaría un gallego, el lucense Tito Díaz, uno de los nombres instrumentales en el salto de calidad del conjunto naranja en las siguientes temporadas.