Hace un año que Tea Andric jugó con el Zalaeta la fase de ascenso a la Superliga de voleibol con una pasajera a bordo y también los torneos de voley playa del verano. En los de este, ya recoge medallas con la pequeña Nika en brazos. La jugadora croata de 33 años, asentada en Ferrol, fue madre el pasado 25 de octubre y tras los primeros ocho meses la experiencia no puede ser más positiva. “Sé que puede sonar a cliché, pero me ha mejorado en todos los aspectos. Nika me da súper poderes, una confianza nueva en mí misma y en lo que hago”, dice. Trabaja por las mañanas, entrena por las tardes en San Sadurniño y es madre a tiempo completo. Sin familia cerca, su apoyo es su pareja, el argentino David Guiñazú, como ella jugador, pero también la tribu del voleibol. “Mis compañeras del Zalaeta son unas tías estupendas”, se ríe y aunque de momento no ve viable volver con ellas a la pista, no lo descarta en el futuro y se centra en un presente que pasa por la arena, en la que ya lleva dos bronces y tres oros en la temporada estival.
“No hay mejor experiencia en la vida, la verdad. He aprendido mucho. Yo creo que ser madre como que mejora cada aspecto de tu vida, cada rol, el de deportista, el de hermana, el de hija, el de mujer... y el de esposa más o menos”, comenta Andric. “Me da súper poderes, de verdad que es increíble, te valoras de otra manera, te da una confianza que antes no tenías y te crees que eres capaz de todo”, continúa. Por más que tenga que hacer malabarismos para llegar a todo y para estar con Nika el mayor tiempo posible. “He estado trabajando en casa con ella en un brazo, dándole el pecho o cambiándole un pañal, y escribiendo en el teclado con otro”, se ríe. “En Croacia la baja de maternidad es de un año. Aquí de cuatro meses. Es mucha la diferencia”, se pone seria.
La pequeña se acostumbró pronto a acompañarles de pista en pista y ahora en verano, de playa en playa. “El primer partido que fue a ver fue a Lugo, cuando tenía un mes y venían unas amigas de otro club. Después fuimos a Coruña a ver al Zalaeta, que también venía Emma (Ordóñez) desde Canarias. Iba con sus cascos, para protegerla del ruido. No son muy cómodos, pero ella se queda súper tranquila, se ponía a tomar el pecho e incluso se dormía” , recuerda.
FAMILIA
“Las jugadoras del Zalaeta son unas tías increíbles y me ayudan con Nika”
Ese buen comportamiento la animó a empezar con los entrenamientos. “Al principio hice ejercicios de posparto en casa con una chica que es también de voleibol. Y poco a poco David y yo empezamos a llevárnosla a la playa para ir retomando el contacto con el balón. Y la mayoría de los días pudimos entrenar, primero uno y después otro, sin problema. Es una maravilla, se porta súper bien. Es una gran compañera”, insiste.
La vuelta fue más dura a nivel psicológico que físico. Como había planeado antes de dar a luz, a los tres meses estaba jugando. Pero se dio cuenta de que había sido demasiado pronto. “Tenía alta del fisio para el suelo pélvico y el abdomen, que era lo más importante, que estuviera todo en su lugar y que no hubiera problemas. Eso me acompañó bastante bien”, explica. “Aunque yo por suerte tenía un buen físico de antes, al final son tres meses sedentarios y fue como una pretemporada después de un verano largo”, continúa.
3 MESES
fue lo que tardó en jugar su primer torneo después de ser madre, aunque reconoce que quizás era demasiado pronto, más a nivel mental que físico.
Y le faltó paciencia: “Soy muy exigente conmigo misma y en voleibol más. Era como que sabía que podía hacer las cosas y que no me salían como querían”. Pero supuso un primer paso para romper el hielo, comprobar el estado en el que estaba e ir a por más. “Empecé a ir más al gimnasio, a recuperar hombro, que siempre es donde pierdo más músculo. Al final el volei no se te olvida”, señala. Y todo acabó por encauzarse. “Ahora sí que ya siento que estoy como antes, pero justo empecé en un trabajo nuevo que no me deja entrenar todo lo que me gustaría. Hago lo que puedo. Las prioridades cambiaron, pero encontramos el tiempo para hacer lo que nos gusta porque es bueno para el cuerpo y sobre todo para la cabeza”.
Los resultados no son nada malos. El primer torneo lo jugó en Ourense junto a la coruñesa Andrea Rivas, que había sido su compañera en el Zalaeta, y fueron terceras. Después repitió posición en Vigo con Lorena Cruz, su pareja más habitual en el circuito. “Ya estaba inquieta pensando que como fuera al siguiente y repitiera tercera...”, bromea. Pero se desplazó a Asturias y allí cambió la suerte. “Ganamos y fue increíble. Como si se hubiese desbloqueado algo. Y ya me dije, respira”, confiesa. La victoria además fue doble porque Guiñazú también se llevó el torneo masculino, lo que repitieron una semana después en Ourense. En la siguiente, de nuevo en Vigo, él fue segundo y ella volvió a subir a lo más alto del podio, esta vez con la coruñesa Tania Alvite.
CONCILIAR
“Tengo un podcast por abrir para hablar de maternidad y deporte”
El voleibol es un deporte de equipo y una tribu para todo. “Las chicas del Zalaeta son unas tías estupendas. Cuando vienen a ver la niña va de colo en colo. Y también me ayudan a cuidarla algunas mañanas”, comenta. “Y cuando vamos a los torneos, como somos una comuna de jugadores, siempre hay alguien que se ofrece a quedarse con ella mientras jugamos”, apunta aunque se arrepiente y bromea: “Tampoco es que se la deje ahí a cualquiera y de cualquier manera. Siempre tengo un ojo puesto en ella aunque esté jugando”.
“Hay que saber pedir ayuda”, reflexiona. Una lección que también trajo Nika bajo el brazo. Y ante la falta de apoyos a la conciliación y de estudios sobre deporte y maternidad, lo que mejor funciona es el boca a boca. Cuando ella estaba embarazada se fijaba en otras deportistas y sigue haciéndolo, siguiendo por Instagram cómo lo están haciendo. Y ahora ella también sirve de ejemplo. “Ya me han escrito algunas chicas. Mi consejo siempre será una buena preparación anterior al parto y obviamente, también en el postparto. Pero sobre todo tener paciencia con una misma y darte tiempo, porque volver vas a volver. Sí que es más difícil, pero si te esfuerzas puedes”, aconseja. “Tengo un libro por escribir. Tengo un podcast por abrir. O sea, tengo muchas cosas que hacer. Y no sé cuándo, pero me gustaría hacer todo eso para hablar de maternidad y que sirviera a las demás”, desea.