Habíamos realizado en Madrid una prueba de consumo con el Cupra Tavascan, un SUV totalmente eléctrico de tracción trasera y ya nos había sorprendido el consumo que no llegaba a los 16kw/h. Pero ahora la prueba era más complicada todavía porque intentábamos recorrer los más de 600 kilómetros (entre Madrid y Lisboa) haciendo las mínimas paradas posibles. Y así, cuando recargamos dos veces, una en Alamaraz y otra en los alrededores de Mérida, solamente hicimos cargas eléctricas al 80%, maniobras, que en conjunto, no llegaron a una hora, alcanzando la capital portuguesa con una reserva de alrededor del 25%, más que suficiente para recorrer los principales puntos de la ciudad.
Salimos con el Cupra Tavascan, el primer SUV cupé 100% eléctrico, bien de tráfico en los primeros kilómetros, aunque después tuvimos alguna que otra retención que nos penalizó. Nuestro objetivo era comprobar el comportamiento de este modelo cuando lo sometemos a situaciones reales, en lo que a electricidad consumida cada 100 kilómetros se refiere.
El recorrido fue muy variado e incluía autovía, carretera de montaña y tráfico urbano. Fuimos en modo Range, siguiendo las pautas de Carlos de Luís, director de comunicación de Seat y Cupra, que nos dio, antes de la salida, algunas indicaciones sobre la importancia del coeficiente de penetración en el aire y como se altera por una conducción sin demasiada cautela, es decir, pisando el acelerador en demasía, con lo que aumenta el consumo y la cantidad liberada de CO2.
También hay que decir que en algunos momentos utilizamos el modo confort, porque el recorrido no era uniforme y consideramos que era lo mejor. Con las levas fuimos acomodando el coche a las circunstancias, utilizándolas, fundamentalmente, para el sistema de frenada regenerativo que en los descensos mantenía nuestro motor de 286 caballos de potencia.
De cualquier forma, lo más importante en una prueba de este tipo estriba en manejar con suavidad el acelerador y mantener una velocidad lo más constante posible, adelantándonos a las dificultades de la vía, aprovechando los repechos y con el aire acondicionado apagado.
Al final completamos la prueba dentro del tiempo que nos habíamos marcado, aunque el consumo pasó de los 16 Kw/h, cifra que fue superada por otros participantes, pero que no está nada mal y que confirma que conduciendo con prudencia, se pueden, con este Tavascan, hacer viajes de más de 500 kilómetros. Y, por último, decir que su precio parte de los 52.000 euros, aunque con las promociones de marca y financiado, no llega a los 40.000 euros y sin contar con ese plan de ayudas del Gobierno central a los eléctricos, que tanto se hace esperar.
La aventura comenzó en Madrid, a primera hora de la mañana. Con la batería cargada al 100% y el navegador dirección Lisboa, nos pusimos en marcha sabiendo que el primer tramo nos llevaría hasta Almaraz, a 208 km de distancia. Desde el primer momento, el Tavascan se mostró como lo que es: un SUV eléctrico con alma deportiva, con un confort de marcha sublime, una aceleración limpia y silenciosa y una interfaz digital que te hace sentir en una cabina futurista.
Tras poco más de 2 horas de viaje, llegamos a la estación de carga rápida de Almaraz, uno de los puntos clave de este trayecto. Con más del 25% de batería restante y sin haber tenido que preocuparnos por el rango durante el camino, conectamos el Tavascan a un cargador de 150 kW y aprovechamos para estirar las piernas, revisar las estadísticas del consumo e intercambiar opiniones. En menos de 30 minutos, ya habíamos recuperado más del 80% de la batería. La eficiencia del sistema y la red de carga son dos piezas esenciales de este tipo de experiencias.
La segunda etapa nos llevó desde Almaraz hasta el cargador de Lobón, en las afueras de Mérida, un trayecto que completamos en menos de dos horas, atravesando el corazón de Extremadura. Aquí la conducción fue pura suavidad: control de crucero adaptativo, asistentes de mantenimiento de carril y un aislamiento acústico excelente que hacía olvidar los kilómetros.
No conseguimos rebajar el consumo oficial, pero sí pudimos disfrutar de un itinerario espectacular, con Castilla y Extremadura en todo su esplendor, con los campos cubiertos del verde trigo esperando la siega de agosto y septiembre y los árboles despuntando las flores que ahora ya están dando frutos.
Mérida, que siempre nos recuerda la dominación romana, refrescándonos la memoria de lo que fue y de lo que sigue siendo, uno de los territorios más hermosos de España. Y Badajoz, que nos muestra con presunción, en lontananza, el parque nacional luso de San Mamede.
Atravesamos la parte extremeña del Duero, con sus inmensas parcelas de viñedos y al sur, vigilándonos, el río Tajo, que nos llevará a su desembocadura en la capital portuguesa, después de pasar el fantástico puente colgante 25 abril. Al fin Lisboa nos deslumbra, como siempre, con su típica estampa de casas pintadas en colores pastel.
Cuando llegamos a la meta es inevitable pensar que este recorrido había que hacerlo con más calma, deteniéndonos en puntos destacados como Évora, la capital del Alentexo, una ciudad reconocida como patrimonio de la humanidad que presume de pasado romano con el templo de Diana, o detenernos en los altos de la sierra para disfrutar de las siete colinas. Pero, claro, no íbamos precisamente de turismo, así que a lo nuestro, que fue vigilar la conducción de nuestro Tavascan y llegar a destino con un coche totalmente eléctrico.
Concretamente, la prueba se hizo con unidades de la versión Endurance, que monta un solo motor eléctrico, tiene tracción trasera y es la que mayor autonomía ofrece dentro de la gama Tavascan: hasta 569 kilómetros según homologación WLTP. Monta una batería de iones de litio de 77 kWh de capacidad neta, mientras que el motor ofrece una potencia de 286 CV con un par máximo de 545 Nm.
La otra versión de este vehículo es la VZ, con dos motores eléctricos, 340 CV y una autonomía de hasta 521 kilómetros.