(Transcripción de Israel Zautúa)
Mi jugador fetiche, favorito, con el que más he conectado es Diego Tristán. Luego, ya están Valerón, Djalminha, Mauro Silva, Bebeto... todos los que quieras, pero es mi ídolo para siempre. De hecho, mi hijo lleva su nombre por él. Mi mujer no me dejó ponerle Diego Tristán, porque quería llamarlo así, con nombre compuesto, pero cuando fuimos a registrarlo, me dijo que con Diego ya valía. Era un jugador especial, a mi hijo le he puesto mil vídeos suyos, pero me queda la espina de no tener una foto con él. Siempre que el Dépor venía a Bilbao, íbamos al hotel, pero por una razón u otra, porque estaba lesionado o expulsado, nunca venía. Tengo fotos con todos menos con él, pero algún día lo veré por ahí y me sacaré la foto, seguro.
El Dépor lo es todo para mí. Es verdad que ahora tengo un hijo y las prioridades cambian, pero antes era lo primero y ya sé que no debería decirlo, porque lo primero es la familia y demás, pero después de las cosas importantes, es la más importante con diferencia. He llorado mucho por el Dépor y veo todos los partidos que puedo de todos los equipos, Fabril, juvenil, las chicas... De toda la vida, todo lo que tenga que ver con el club, me lo trago.
Cuando empecé con mi mujer, la engañaba mucho al irnos de vacaciones en agosto porque siempre buscaba que fuéramos donde el Dépor jugaba el primer partido de Liga, pero ella al principio no se daba cuenta. Recuerdo que en 2005 fuimos a Mallorca, que ganamos 0-1 con un gol de Juanma. También fuimos a Cartagena en 2011 y resulta que se suspendió el partido, cuando ya estábamos en Murcia.
Soy de Basauri, aunque mi madre es de Lugo, pero se vino a Vizcaya cuando tenía 12 o 13 años, mientras que mi aita es de una aldea de Asturias que está a dos o tres kilómetros de Galicia, de Fonsagrada, que es donde vamos de vacaciones.
En mi casa no son muy de fútbol. Mi padre sí ve partidos, pero no es de ningún equipo, aunque tiene un poco de cariño al Athletic porque lleva aquí desde pequeño. Empecé a ver fútbol durante la temporada 1993-94, así que mis primeros recuerdos son el penalti de Djukic, el Mundial de USA 94... Ahí pillé el SuperDépor, veía que jugaba bien, me enamoré y hasta hoy. No cambié nunca y eso que mi primer recuerdo del Dépor fue malo, el penalti de Djukic, que lo vi en un bar. Es el que más recuerdo de cuando era crío porque fue el más traumático también.
La temporada que ganamos la Liga, me acercaba a la peña Anduriña, de Llodio, junto a otro chico de Basauri, a ver los partidos que daban por la tele y ahí conocimos a Manu (Manu Carnota, presidente de la peña) y a estos. También íbamos a los partidos que el Dépor jugaba por esta zona.
Cuando era un niño intentaba convencer a mi padre para que me llevara a un Teresa Herrera, pero nunca lo hizo. Me daba dinero y me compraba la camiseta para no hacerse todo el viaje desde Lugo a A Coruña. Así que aunque no recuerdo qué partido era, la primera vez que acudí a Riazor fue de adulo, con mi amigo Zigor porque íbamos a todos los partidos juntos. Fue muy especial porque hemos hablado muchas veces que las primeras veces que visitamos el estadio se nos ponían los pelos de punta.
El duelo de los que he visto allí que más me ha marcado, y es para mal, fue el descenso a Segunda División contra el Valencia en 2011. Cuando el Dépor se juega un ascenso o un descenso, siempre intentamos ir. Me comí el del Valencia, también el de la Real Sociedad... los ascensos contra el Huesca y frente al Barça B, que fui con mi hijo, pero el disgusto contra el Valencia fue muy fuerte. Lloramos durante mucho tiempo.
Otro momento dramático fue el día que Lendoiro tuvo que dejar el Dépor, que también hubo muchas lágrimas y, desde Basauri, teníamos la sensación de que si el Dépor desaparecía, ¿qué?
El mejor partido y el que más ilusión me hace volver a ver es el Centenariazo. Igual es que también soy un poco antimadridista y todo se junta.
Antes iba a Riazor cuando podía, pero cuando bajamos a Segunda, me hice socio por ayudar, y compré 1.000 euros en acciones cuando la cosa estaba muy mal. Quise aportar mi granito de arena. También hice socio a mi hijo, de 9 años, cuando nació, y siempre que puedo, lo llevo a Riazor.
