Inestabilidad era una palabra adherida a la portería del Deportivo. Daba igual si el equipo navegaba por aguas mansas -las pocas veces que lo consiguió- o caminaba por arenas movedizas. El sino de la meta siempre era el mismo: constantes vaivenes. Si había un portero relativamente afianzado, el nombre de su principal competidor variaba. El cambio era inevitable. Hasta este curso. Porque el afianzarse en Segunda División ha provocado que, por primera vez en la última década, al Dépor se le asoma en el horizonte una pareja consolidada en la portería.
Parreño-Puerto, Parreño-Mackay, Mackay-Sousa, Mackay-Brea, Abad-Lucho García, Dani Giménez-Jovanovic, Dani Giménez-Coke Vegas, Dani Giménez-Ortolá, Rubén-Pantilimon (con Koval, Tyton y Francis con minutos), Lux-Tyton (con participación para Roef) y Lux-Manu Fernández (con partidos de Pletikosa). La ristra de binomios desde el 2015 es inigualable. 21 porteros. Desde que Germán ‘Poroto’ Lux y Fabricio encadenasen dos cursos seguidos compitiendo mano a mano, el baile de nombres resulta mareante.
Helton Leite y Germán Parreño apuntan a repetir en el curso 2025-26 como cancerberos principales de la escuadra coruñesa. El brasileño llegó hace casi un año a Riazor. Lo hizo después de una notable trayectoria en las máximas categorías de Portugal -defendió la meta del ‘gigante’ Benfica- y Turquía. Con el salto de categoría, Fernando Soriano buscaba fiabilidad bajo palos. Entendía que había que dotar de más nivel un puesto que en ocasiones adquiere menos trascendencia de la que en realidad tiene. Si en el fútbol mandan las áreas, el portero debe tener una importancia monarcal.
En esa tesitura, Leite surgió como una opción que cumplía con todos los requisitos buscados. Firmó un contrato de dos años y antes de llevar un mes integrado en el primer equipo, ya era titular por delante de un Germán Parreño que había sido importante para Imanol Idiakez en el ascenso de hacía unos meses.
Al meta ilicitano, que jugó los dos primeros partidos, le tocó 'tragar' banquillo. Con un Helton que cada vez se asentaba más en la portería, apenas el partido en Ourense de Copa del Rey permitió a Parreño volver a vestirse de corto más allá de los entrenamientos. No fue fácil para el exmeta del Ibiza, que asumió su rol y trató de remar igualmente. “En lo personal, empecé compitiendo, salí y me tocó apoyar desde otro lugar para intentar sumar todos los días. No lo entiendo de otra manera. Creo que se ha notado desde dentro”, apuntaba el arquero días antes de finalizar la temporada.
Parreño volvió a ver la luz en los últimos tres partidos. Gilsanz le devolvió de nuevo el puesto ya con la permanencia conseguida y como premio al trabajo silencioso de todo el curso. Porque de un meta suplente se espera que se mantenga en condiciones óptimas para estar preparado para jugar ante cualquier imprevisto y exigir al titular, pero también que empuje hacia el mismo lado que el resto.
El ascenso otorgó a Parreño una ampliación automática de contrato hasta el año 2026. Y pese a que apenas disfrutó de cinco encuentros en la pasada temporada, el portero de la Comunitat Valenciana parece dispuesto a cumplir con lo firmado: “Tengo contrato en vigor, estoy muy a gusto y mi familia también. Tengo ganas de seguir, de demostrar en la parcela que toque”.
De este modo, el actual segundo portero busca redimirse y, con el ‘reset’ en el banquillo, ganarse la confianza de Antonio Hidalgo. Sin embargo, si eso no sucediese, Parreño ya sabe el camino: arrimar el hombro desde la sombra. “Hay fases en las que estás más o menos, no vamos a ser hipócritas. Por eso se trata de hacer no solo un entrenamiento físico o técnico, sino también mental. Parece un tabú, pero se tiene que hacer. Y en posición es algo que hacemos cada vez más, que lo utilizamos. Necesitas poner el foco en tu trabajo porque sino, tu mente se va a ir. Es incontrolable”, explicó sobre la forma de enfocarse para seguir acudiendo día a día con ilusión a Abegondo.
Así, Parreño vuelve a verse en una tesitura similar a la de su última etapa en Ibiza. En Can Misses fue el portero que otorgó el primer -y único- ascenso del club a Segunda División. Al curso siguiente, se mantuvo como titular por delante de un joven Álex Domínguez, actual portero del Toulouse y que el pasado curso jugó cedido en Eibar. Sin embargo, en el segundo curso en la división de plata del Ibiza, la llegada de Daniel Fuzato, otro brasileño como Helton, le relegó al banco. Esa campaña 2022-23 jugó también cinco partidos.
Llegó el descenso y con él, la salida de Parreño hacia A Coruña, donde ahora está plenamente asentado y es feliz con su familia. “La relación (con Helton) es muy sana. Somos dos porteros en lo personal muy parecidos. Ambos somos tranquilos y nos gusta trabajar”, reconocía acerca de su trato con el compañero de portería. La pareja no es 'de conveniencia', sino que parece sólida, 'de hecho'. No es un tema menor esa ausencia de fricciones en la convivencia, que ayuda a que el Deportivo, más centrado en otros quehaceres, no tenga pensado buscar nuevos porteros.
Pero el mercado acaba de abrirse y dos meses son muy largos. Pueden surgir oportunidades irrechazables para el club o para el propio futbolista, que a sus 32 años tiene mucho cartel en Primera Federación: “Tengo contrato, pero los contratos pueden cambiar, como en cualquier trabajo. De la noche a la mañana puede pasar cualquier cosa. Yo al final me centro en mi trabajo y como sé que lo que yo controlo lo domino y estoy encima de ello... lo que tenga que venir, vendrá”. Son palabras que dejan a las claras esa volatilidad que se respira en el mundo futbolístico. Y más cuando la ventana de traspasos está abierta de par en par, amenazando la estabilidad perdida en la meta del Deportivo.