12 millones de euros pagó el Deportivo al Sporting de Lisboa por Aldo Pedro Duscher (Esquel, Argentina, 1979) en julio de 2000. Dentro de un mes, se cumplirán 25 años del fichaje del mediocampista argentino, que venía de ganar una Liga y una Copa de Portugal y en el Dépor se consagró a nivel mundial. Vistió la blanquiazul en 223 ocasiones durante las siete temporadas que jugó en A Coruña, disputó 34 partidos de Champions, ganó la Copa del famoso Centenariazo y levantó la Supercopa en dos ocasiones. Ah, y marcó un gol, pese a prodigarse muy poco cerca del área rival, frente al Murcia en la ida de los cuartos de final del torneo copero en enero de 2003. Retornó a la capital herculina en 2020 para formar parte del cuerpo técnico del Juvenil B, donde coincidió con David Mella, Diego Gómez, Rubén López, Kevin Sánchez y Martín Ochoa, y entre junio de 2024 y 2025 dirigió a la selección paraguaya sub-20.
Comencemos por orden. Fichó muy joven por el Dépor y se encontró con un vestuario que acababa de ganar la Liga. ¿Imponía?
25 años ya desde mi fichaje. El Deportivo es parte de mi vida, estuve siete temporadas y pasamos un momento muy lindo deportivamente y familiarmente estuvimos muy cómodos. Yo acababa de ganar la Liga de Portugal, también en un club muy grande como el Sporting de Lisboa, que llevaba 18 años sin conseguir el campeonato. Yo quería dar un pasito más y cuando surgió el Deportivo, que acababa de proclamarse campeón e iba a disputar la Champions, no lo dudé por el interés que había. Yo siempre digo, hay que ir donde a uno lo quieren y el Deportivo se interesó, apostó y me encontré con un gran equipo, una gran familia y ahí empezó todo lo lindo.
Tuvo una competencia enorme en el centro del campo, con Mauro Silva, Emerson, Sergio, pero terminó siendo un jugador importante.
Me fichan para jugar por la derecha, en la posición de Víctor, y en realidad donde más cómodo me sentía era más en el medio porque no tenía mucha velocidad, pero sí mucho uno contra uno y ahí es donde tiene el ojo Irureta, que me pone en una posición en la que me sentía cómodo, pero donde tenía una gran competencia, porque ahí estaba Mauro Silva, que era excepcional en su posición, César Sampaio, Jokanovic, Jaime... me costó al principio porque yo era joven, en una liga nueva, una posición nueva que tenía que conocer porque no es lo mismo jugar por fuera que por dentro. Era un niño y cuesta ver que no juegas lo que quieres, pero me vino bien ese aprendizaje al principio.
Aquella primera campaña en A Coruña compartió vestuario con otros dos argentinos, Lionel Scaloni y Turu Flores. ¿Le hicieron más fácil la adaptación?
Sí, Leo me llamó previamente a ir a A Coruña y me encontré también con el Turu Flores y Schurrer (hizo la pretemporada con el Dépor, aunque en septiembre de 2000 fichó por Las Palmas). Eran jugadores más grandes que yo, pero estar con argentinos y con Walter Pandiani, que llegó en la misma época, hizo que mi adaptación fuera más liviana.
Jugó 34 partidos de Champions. Entre ellos, en las victorias en Old Trafford (2-3), Highbury, San Siro, Delle Alpi, o contra la Juventus en Riazor y en el épico 4-0 ante el Milan. Dicho así, hasta parece fácil.
(Risas) Uno no es consciente en el momento de ese halo que se le da después. Internamente lo disfrutábamos porque sabíamos de la grandeza de los equipos a los que nos enfrentábamos y también del progreso que estaba teniendo el equipo. Jugábamos bien y por momentos, superábamos fácil a los rivales. En la liga española había grandes equipos y en 20 o 30 minutos, a veces íbamos ganando 2-0 o 3-0. Disfrutábamos. Tal vez no éramos del todo conscientes porque uno siempre se da cuenta de la importancia de lo conseguido cuando las cosas empiezan a funcionar mal y mira para atrás y es cuando valora lo conseguido. Jugamos en grandes estadios e hicimos grandes hazañas porque ganar en su casa al Manchester United, que era un relojito, una maquinita en aquella época, fue un sueño.
El partido del 4-0 al Milan en casa fue una locura, algo excepcional
¿Qué partido de Champions recuerda con más cariño?
Todos porque todos eran grandes equipos, pero el del Milan en casa fue una locura, algo excepcional por cómo habíamos perdido en la ida y después cómo se le dio la vuelta a todo. Hubo una energía que se dio en el estadio, con una conexión con la gente increíble... Fue muy lindo y lo disfrutamos mucho. Ese partido, desde el minuto cero, se vio cómo fluía todo. Fue histórico.
También vivieron momentos mágicos en la competición española, con el Centenariazo y las dos Supercopas.
Sí, también. Aquella Copa del Rey con el Madrid fue algo muy bueno. Nos adueñamos de una fiesta que no era nuestra y la hicimos nuestra a base de garra y de fútbol, que es lo que tenía el Dépor. Es que si analizamos el equipo que tenía el Madrid... Nosotros también teníamos un muy buen equipo, pero ellos tenían a los galácticos, que les decían y les dimos un baño desde lo táctico, el rendimiento y el juego. Fue increíble porque se les ganó bien. A veces, cuando te enfrentas a equipos tan grandes, puedes sufrir, pero en esa final el Dépor superó al Madrid en todos los aspectos del juego.
El gol no era su fuerte, pero marcó uno contra el Murcia en Copa.
Ese día me equivoqué (risas). Ahí había una cuestión táctica más que nada, porque también le pasaba a Mauro. Era una posición que el míster no nos dejaba que avanzáramos mucho al ataque porque nos teníamos que mantener por delante de la línea de cuatro. No quería que descuidáramos esa posición, que es clave, y cualquier movimiento de un lateral o de un central, nosotros nos teníamos que meter para ocupar ese espacio, entonces, se nos hacía muy largo llegar al arco contrario. Pero dependiendo del partido, cuando el equipo era muy superior y las líneas iban hacia delante, a veces nos encontrábamos en situaciones de un tiro de larga distancia, pero muy pocas veces, porque estábamos más pendientes de la fase defensiva, que es un trabajo que no se ve, pero que Mauro lo hacía a la perfección. Yo disfrutaba mucho de una cobertura, de un pase porque sabía que mi trabajo era importante. Pero al menos pude irme del Dépor habiendo marcado un gol.
De todas formas, teniendo a Tristán, Makaay, Pandiani y Luque, como que no hacía mucha falta que marcaran los mediocampistas.
Cuando el balón iba hacia delante, no volvía. O finalizábamos, o era gol o situación de gol, pero no volvía si la agarraba Djalminhan, Víctor o Fran. Y si volvía, la teníamos nosotros y disfrutábamos de jugar. No sufríamos defensivamente casi nunca. Había mucha calidad de mitad hacia delante. Es más, a veces hasta los centrales se sumaban porque el balón no volvía. Naybet muchas veces agarraba y se iba porque quería tocarla. Era una locura ese Dépor. Qué lindo ese juego.
¿Con qué momento de su etapa en el Dépor se quedaría?
Viví varias etapas, cuando jugaba, cuando no jugaba. Está claro que uno se va a quedar siempre con cuando era titular, pero todos los momentos fueron muy lindos. Durante los siete años que estuve no viví un solo momento que dijera, no quiero volver a pasarlo. Si jugaba, lo disfrutaba. Si no jugaba, también. Si jugaba poco, también, porque todos los momentos fueron lindos. Tal vez, la última etapa un poco, que el equipo empezó un poco a perder puestos. Pero yo estaba muy cómodo allí y me sentía muy querido por la gente, que valoraba mi trabajo.
Recuerdo el mal trago que pasó tras aquella acción en la que lesionó a David Beckham, del Manchester United, en 2002.
Lo hicieron duro los periodistas ingleses, pero fue una cuestión de juego, sin mala intención. Mi juego siempre había sido así, y no lo entendía de otra manera, el famoso potrero. Es lo que me llevó a jugar tantos años en España, pero fue un momento más que nada por el acoso de la prensa inglesa, que era incómodo. Salía de casa y tenía cinco autos esperándome, pero por mi juego nunca me dijeron nada porque si yo perdía eso, lo perdía todo. Lo tenía clarísimo. Entraba a la cancha y era yo.
Cómo te vas a imaginar que después de lo que había pasado con Beckham, el Manchester United me quisiera fichar
De hecho, luego, en enero de 2006, el United quiso ficharlo, pero Lendoiro no cedió.
Claro (risas). Son las cosas que tiene el fútbol. Cómo te vas a imaginar que después de lo que había pasado con Beckham, ese club me quisiera fichar. Pero había que negociar con el presidente, Lendoiro, que era muy difícil. Hubo un interés, el presidente quería la cláusula, no quería incluir otro jugador en la operación y no se dio, pero yo estaba muy bien en A Coruña, estaba jugando, creo que estaba Caparrós, y tenía la posibilidad de ir a la selección, que estaba yendo y no quería perder la posibilidad de no jugar en el United, y no se dio el fichaje.
¿A qué compañero de los que tuvo en el Dépor ficharía?
A Djaminha. Un jugador de esas características, que suma un montón de cualidades técnicas, posición táctica, personalidad, emocionalmente muy fuerte... Para mí, en esa posición, es uno de los mejores que ha habido. Me encantan los distintos. El fútbol es eso, sacarse un hombre de encima, un pase entre líneas, saber ocupar la posición, saber ocupar el espacio y Djalma lo tenía todo.
¿Cómo valora la gestión que realizó Javier Irureta al frente de la escuadra blanquiazul?
En cuanto a gestión de vestuario, muy bien. Después, yo ahora como entrenador y viéndolo desde enfrente, deberíamos haber ganado algo más. Una Liga más o una Champions porque había un plantel increíble. En cada posición había dos jugadores, que salía uno, entraba otro y no se notaba. En algunos puestos, puede ser, pero en la mayoría era increíble. Salía Romero y entraba Capdevila. No estaba Naybet y estaba César, Andrade o Donato... Salía Sergio y entraba Sampaio o Tristán y Makaay o Djalminha y Valerón, Fran y Luque... Era increíble, por eso te digo que nos podía haber sacado un poco más el jugo.
Irureta nos podía haber sacado un poco más de jugo
¿Se imaginaba a Scaloni como campeón del mundo como técnico?
Sabíamos lo apasionado que era con el fútbol, que le gustaba, pero fue todo muy rápido y en ese momento nadie se lo imaginaba (risas).
Varios de los chalaves que tuvo a su cargo en el juvenil ya han dado el salto al primer equipo blanquiazul.
La cantera del Dépor sigue logrando cosas, sigue habiendo buenos canteranos. Hay que darles la oportunidad, pero no hay que abandonarlos cuando llega porque son chicos. Hay que seguir formándolos, por más que estén en el primer equipo. Hoy en día estamos viendo a Yeremay, que es un grandísimo jugador, pero hay que seguir acompañándolo. No porque hizo tres partidos buenos hay que endiosarlo, porque todavía es un chico y tiene mucho que aprender. Muchas veces, cuando los jugadores jóvenes llegan al primer equipo, parece que ya está, y no es así. Hay que hacer más hincapié y meter una persona que los siga acompañando desde lo emocional, lo táctico, lo técnico, en todos los aspectos. Pero sí, nosotros teníamos a grandes jugadores en el Juvenil B. Y en el de División de Honor también, que fue campeón de España. Se veía y se oía que eran camadas muy buenas, pero después, esos chicos te decían, Aldo, luego llegamos al Fabril y nos tenemos que ir, porque pasó siempre eso. Aprovechen ese material que tienen, que es oro para el club. Mira en el Barcelona todos los chicos que hay. No hay que tener miedo al cambio y en el Dépor, a veces, hay miedo al cambio. El fútbol va evolucionando tanto que hay que darse esa oportunidad y potenciar a la gente joven de la casa. Me alegro de que Rubén haya llegado, Diego Gómez, que está en el primer equipo, Mella, que era cadete y era más pequeño.
¿Se intuía el futuro de Mella?
Ya se le veían maneras. Era muy rápido, muy bueno en el uno contra uno, desequilibrante, podía jugar por las dos bandas, muy centrado en lo personal, tenía muy claras las cosas, que es importante. Le gustaba trabajar, ser constante y encima, ¿sabes qué es lo que es lo que tenían esos chicos? Querían mucho al club porque se habían criado ahí. Y eso el Dépor lo tiene que aprovechar. Esa energía te la da el sentido de pertenencia. El club ha apostado, pero no sé si con la profundidad que debe hacerlo.
Yeremay es un grandísimo jugador, pero no hay que endiosarlo porque hizo tres buenos partidos
El extremo de Teo ha firmado seis goles y cinco asistencias en su estreno en Segunda.
Va a ir creciendo y ojalá siga creciendo porque la experiencia lo va a hacer mejor futbolista, pero tienen que seguir trabajando, potenciando sus debilidades y fortaleciendo sus virtudes porque son chicos que van a ir a más. Hay que rodearlos bien, con gente con experiencia, porque es una categoría muy difícil, muy igualada, y que estén rodeados de jugadores más veteranos les va a ayudar en lo motivacional, a saber llevar la presión, porque jugar en Riazor requiere ganar y si no tienes esa mentalidad, mal, por la historia del club, el estadio, la masa social... Y eso el chico lo tiene que asimilar.
Diego Gómez ha participado en la segunda vuelta y Kevin ha tenido sus minutos.
Kevin era también más chico, como Mella, y Rubén López siempre me gustó, tenía mucho futuro. No sabes cómo entrenaba ese chico, entrenaba muy bien, serio, rápido, entendiendo las cuestiones que se le decían, como Diego Gómez, con una pierna izquierda tremenda. Después, ilusionó también Martín Ochoa.
Ha jugado cedido en el Lugo.
En esa época, balón que le llegaba a Martín en el área era gol. Estaba en el lugar justo siempre. El Dépor tiene buena materia prima. La clave es que no se les escape y para eso tiene que acompañarlos y ayudarlos. Obviamente que se lo tienen que ganar, pero la cantera tiene que ver que se les da oportunidades.
Yeremay y Barcia también se han asentado como titulares.
Yeremay ya estaba en el Fabril y Barcia estaba entre el Juvenil A y el filial, pero los veía. El Fabril también tenía buenos jugadores, aunque a veces fichaba más de lo que tenía que fichar, quitando posibilidades a los chicos del Juvenil Nacional, pero son cuestiones del club en las que no entro. Pero sí eran buenos jugadores.
Rubén López siempre me gustó. Cómo entrenaba, con una zurda tremenda
Yeremay, pese a debutar en Segunda, ha sido uno de los mejores de la categoría.
En el Fabril se le veían condiciones y luego se fue dando todo. Es grato verlo funcionando.
Ahora lo difícil va a ser retenerlo porque lo pretenden varios clubes importantes.
Eso ya depende de las ofertas que haya y de lo que el club quiera hacer. Ojalá continúe y ayude al Dépor a subir a Primera, que tiene ese objetivo.
¿Ha seguido la temporada?
No mucho porque estaba trabajando y se me hacía difícil. Además, la Segunda no pasan mucho por la televisión, pero lo he seguido por las redes sociales y he visto los resultados.
Logró la permanencia a falta de cuatro jornadas.
Era un recién ascendido a Segunda, que no es fácil, y aunque no puedo hablar en profundidad, sufro viendo al Deportivo fuera de Primera División porque he vivido tantas cosas lindas allí que verlo navegar por esas aguas se me hace difícil. Pero creo que si se trabaja bien y se hacen las cosas seriamente, tenemos que volver a la Primera, de la que nunca se tuvo que ir el Dépor.
Sería un sueño entrenar al Deportivo y devolverle lo que me regaló
¿Qué es lo que más le gusta de ser entrenador?
Todo. Es otra profesión. No es lo mismo ser jugador que entrenador. Requiere una preparación, que no por haber llegado a jugar en grandes equipos, vas a ser un gran entrenador. Hay que descubrir realmente si te apasiona esto porque tienes que dedicarle muchas horas de trabajo. Disfruto mucho del día a día, de estar en cancha, en un club, de entrenar. Disfruto mucho de enseñar, me encanta formar porque es una dinámica muy linda. Lo he disfrutado mucho cuando entrené en los juveniles o en la selección sub-20 de Paraguay. No paro de aprender porque el fútbol va evolucionando año tras año. Siempre están saliendo cositas nuevas y tienes que ir sumándolas a tus creencias, a tu proyecto. Disfruto tanto de un ejercicio como de los partidos, de ir preparándonos durante la semana para llegar al fin de semana y ganar, porque esto se trata de ganar. De Primera hacia abajo se trata de formar, y hay que dejar el resultado a un lado y ayudar a esos chicos a que aprendan y progresen, pero en Primera ya hay otros intereses y se trata de ganar, sabiendo dónde te toca ir.
¿Tiene algún referente en los banquillos?
Como jugador que salí de Newell’s, conozco la filosofía de ese club, he vuelto a dirigir el filial y es un club formador de jugadores y técnicos. Marcelo Bielsa, para mí, es un técnico del mismo lugar del que yo salí y tiene muchas cosas que me agradan. Lo he tenido de entrenador y veo que está por encima del resto. También me gusta Marcelino en España. No digo que todo, pero me gustan muchas cosas de su forma de entrenar. Luis Enrique también, no lo digo ahora porque haya ganado la Champions con el PSG. Son perfiles que me gustan. Creo que un técnico debe tener adaptabilidad, ser versátil, saber cuándo tiene que atacar y defender, ser inteligente a la hora de plantear un partido. Saber defender muy duro y atacar muy bien, tener un equilibrio, que las transiciones sean rápidas... A mí me gusta ser protagonista, mi equipo tiene que tener la pelota y cuando la pierde, recuperarla rápido.
¿Se ve en el banquillo del Dépor algún día?
Soy consciente de que en los clubes donde he jugado, en algún momento voy a tener la posibilidad porque he dejado muy buenas relaciones, en el Dépor, Sporting de Lisboa, Racing de Santander, Sevilla... Primero es la persona, ser buena gente. Y después, voy a llegar, no sé cuándo, pero ir al Dépor sería devolverle todo lo que me dio y ayudarlo porque otra cosa no quiero. Quiero dejar algo allí, dar todo lo que me he preparado en estos años. Si me toca otro club, lo voy a hacer también, pero si me toca ir a uno en el que he estado, es mejor porque tienes un poco más de amor por ese club. Sería un sueño ir al Deportivo y devolverle lo que me regaló.