Nutrir el área como camino para hacer crecer el gol. Eso es lo que pretende hacer Antonio Hidalgo con su Deportivo para paliar un mal que el pasado curso envolvió al equipo blanquiazul, capaz de dañar con sus talentos ofensivos desde el vértigo, el regate y la asociación, pero lejos de ser un colectivo unido y amenazante desde la llegada masiva de efectivos a la zona de remate.
El técnico catalán quiere no solo pisar más la zona de castigo sino, sobre todo, hacerlo con más gente. Y en el primer test oficial en Granada, su equipo demostró que ha dado un paso adelante en este sentido. El nuevo Dépor apunta a acompañar las ofensivas con más jugadores y, por lo tanto, a multiplicar su peligro. Generar temor por estampida.
En su retorno al fútbol profesional, el Deportivo acabó el pasado curso como un equipo de media tabla no solo en la clasificación por puntos, sino en cuanto a la capacidad anotadora. El equipo concretó 56 dianas, menos que once conjuntos de la Liga Hypermotion. No fue especialmente esta habilidad goleadora la que le privó de quedar más arriba, pero desde luego que su acierto ofensivo no le ayudó a modificar el gris de la paleta de colores. Objetivo cumplido con solvencia, algunas luces y poco más. Bien, pero sin tirar cohetes.
Los de Riazor contaban con Yeremay Hernández, un futbolista que en su estreno en Segunda División no solo destrozó su techo, sino cualquiera de las previsiones más optimistas. El canario venía apuntando a consolidarse como un jugador más de fantasía que de números tangibles. Pero en la campaña 2024-25 sumó a su capacidad para inventarse ventajas imposibles un ingente volumen de cifras. Sus 15 tantos y cinco asistencias le elevaron hasta los 20 goles producidos de manera directa. Es decir, más del 35% de las dianas blanquiazules llevaron el sello en forma de último toque o de habilitación del ‘10’ del Dépor.
Sin embargo, Yere fue la luz en medio de la oscuridad. Porque el futbolista de Las Palmas ocultó algunos déficits en el ataque deportivista. Y, a la vez, con su capacidad para absorber juego, potenció otros. Las ofensivas blanquiazules prácticamente comenzaban y acababan en las botas del canario, que inyectaba su ADN individual al colectivo hasta transformar el equipo en un conjunto que, con Mella y Soriano como mejores socios del ‘Rey Sol’, disfrutaba a la carrera. Esa tendencia fue aminorándose con la llegada de Óscar Gilsanz, capaz de introducir más pausa al fútbol del Dépor. Pero ningún entrenador puede intervenir tanto como para cercenar la esencia de un colectivo que prefería el vértigo a la razón.
Así, fue muy habitual ver cómo la temporada pasada el conjunto herculino acababa construyendo ataques que finalizaban con muy pocos efectivos con opciones de terminar la acción. El bloque deportivista llegaba, como demuestran los 22 toques en el área rival que el equipo promedió por encuentro, la séptima cifra más alta de la Liga Hypermotion.
Sin embargo, esa llegada no se vio traducida en peligro real, pues el Deportivo fue decimosegundo en goles anotados (56) y remates (12,2 por partido) y decimotercero en goles esperados (57,5 xG, según el modelo de Wyscout). Mucho ruido y pocas nueces. Lógico, pues si atacas a toda velocidad es más difícil que el equipo viaje junto que si tus ofensivas cuentan con más pausa. Y más cuando tus acciones por fuera no se construían para acabar en situaciones de centro-remate, pues tan solo Cartagena y Racing de Santander centraron menos que el Deportivo en la 2024-25.
El vértigo era positivo para el Dépor, pero a la vez, era necesario encontrar una vuelta de tuerca para que no se convirtiese en una moneda de dos caras que limitase al equipo. Y en eso ha estado trabajando Antonio Hidalgo, un técnico que ha destacado por cómo sus equipos se activan tras la recuperación para ir hacia delante. Viajar juntos, pero a toda velocidad.
Los frutos de esta labor táctica y de concienciación colectiva se empezaron a ver en Granada. No fue casualidad que el Deportivo anotase en el Nuevo Los Cármenes tres tantos y que en todos ellos el número de atacantes en área rival fuese prácticamente el mismo -o incluso más- que el de defensores.
En el segundo y el tercer gol, el Dépor culminó con acierto dos transiciones surgidas a raíz de dos recuperaciones en campo contrario tras sendos ataques rápidos previos del equipo blanquiazul. 20 segundos antes del tanto de Zakaria Eddahchouri, el Deportivo estaba defendiendo en campo propio. Loureiro interceptó un envío a su espalda, Villares recogió el balón suelto y conectó con Yeremay, que jugó de cara con Soriano para que este lanzase el pase definitivo a espaldas de Lama de nuevo hacia el canario.
Luca Zidane se anticipó, pero Soriano volvió a cazar el esférico, ganó el duelo a Pablo Sáenz y, apoyándose en Villares, el equipo encontró de nuevo al alejado abriendo el juego hacia la derecha. Ahí, entre Eddahchouri y Luismi Cruz temporizaron la acción hasta acabar resultando ganadores del dos contra dos y fabricar una acción de gol para el neerlandés mientras Villares, Soriano, Escudero y Yeremay pisaban ya el área. El ‘9’ remató, pero en la zona de castigo había esperando cuatro compañeros más. Cinco atacantes deportivistas por seis defensores locales.
Mientras, el tercer tanto surgió de un primer contragolpe que terminó conducido por Mella y con Ximo Navarro, Cristian Herrera, Bouldini y Yeremay llegando al área. Con cuatro defensores en el área y dos más llegando, el disparo del lateral fue cortado por Insua. Pero Escudero, que llegaba desde atrás, recuperó el envío del coruñés y acabó rematando ajustado a la cepa del poste.
El Deportivo volvió a ser un equipo temible al contragolpe, con una ola de futbolistas acompañando al piloto de la transición. Sin embargo, en el primer gol, también demostró que la tendencia a pisar el área es un patrón que se extiende a cualquier tipo de ataque. En la fabulosa construcción del 0-1, el Dépor hiló 26 pases en 74 segundos. El equipo, después de pausar, encontró la celeridad final para encadenar tres combinaciones entre futbolistas y un remate en los tres segundos definitivos del ataque.
Sin embargo, para que la obra de orfebrería entre Luismi, Yeremay, Zaka y Mario fuese posible, resultaron determinantes muchos movimientos sin balón. El primero, el de Loureiro para arrastrar a Loic Williams y despejar la frontal del área. El lateral cercedense salió del área instantes antes del golpeo de Soriano, pero en ella sí estaban Zaka, el propio Mario y, además, Villares y Luismi Cruz, que atacaron la acción por el otro opuesto hacia que el que se desarrollaba. Mientras, el Granada tan solo tenía a Williams y a Oscar Naasei en la zona de penal, además de al meta Zidane.
Fue la muestra de la ambición de un Deportivo que acabó el encuentro de Los Cármenes con 22 toques en el área rival y 15 remates que, teniendo en cuenta su probabilidad de acabar dentro de la portería, elevaron a 2 los goles esperados (xG) del equipo coruñés. Sin tener en cuenta los penaltis, tan solo el Valladolid (3,29), el Burgos (2,5) y el Almería (2,35) acumularon más en la primera jornada. Todos ellos jugaron en casa, al contrario que el equipo de Hidalgo, que quiere alimentar el área rival de piernas para regar su gol.