Lo que no puede ser, no puede ser. Y además, es imposible. En su reencuentro tras cuatro largos años alejados, el Deportivo y el VAR siguen sin entenderse. Como si ese largo tiempo separados les hubiese alejado definitivamente, la escuadra deportivista choca una y otra vez contra su frustración cada vez que la sombra del videoarbitraje sobrevuela su partido. Y por desgracia para los intereses blanquiazules, la presencia del VAR en sus duelos se ha convertido en habitual.
Porque tras el encuentro del Sardinero, ya se puede decir que en seis de los siete últimos partidos del equipo de Gilsanz ha tenido que mirar con recelo al viodearbitraje. Por inacción, por llamadas de dudoso proceder e incluso hasta por aciertos. El constante protagonsimo del VAR ha provocado que nadie quiera ya oír esas siglas. Que la palabra ya esté impregnada con la sombra de la duda para el Deportivo y el deportivismo.
Puede parecer exagerado. Pero no es para menos, visto lo visto de nuevo en Santander. En el minuto siete, un balón colgado desde la esquina izquierda por Iñigo Vicente al área del Dépor desató una nueva tormenta. La pelota, con una peligrosa comba hacia dentro, amenazaba de manera directa la portería de Helton Leite. Y tanto que fue así. Tras una acción embarullada en el área pequeña, el esférico acabó traspasando la línea de gol tras tocar en el central Castro.
Sin embargo, el colegiado principal, Manuel Jesús Orellana Cid, señaló infracción sobre Helton Leite, a quien el atacante rival Pablo Rodríguez incomodaba dentro del área de meta. La obstrucción por bloqueo (ilegal en el fútbol) era dudosa. Pero el árbitro andaluz interpretó la acción de Rodríguez como suficiente para molestar a un Helton que no hizo valer sus 196 centímetros de envergadura.
Sin embargo, cuando la decisión ya estaba tomada y ante las protestas del Racing, apareció de nuevo la tecnología. O más bien, las personas que manejan la tecnología. Orellana Cid no terminaba de reanudar el juego. Primera mala señal. Orellana Cid se llevaba la mano a la oreja. Qué mal vuelve a pintar esto. Orellana Cid hacía el temido gesto para señalar que se iba a la pantalla a revisar, ante la recomendación de su compañero Raúl Martín González Francés desde la Sala VOR.
Sentado ante una multitud de pantallas en Las Rozas, el trencilla del colegio canario entendió que la infracción de Rodríguez sobre Leite era totalmente inexistente. Y así se lo hizo ver al colegiado principal, pese a que ninguna de las cámaras ofrecían si quiera la acción desde un plano frontal, de cara a los dos jugadores. González Francés sumió que el error de su ‘colega’ en el campo era tan claro que debía rearbitrarse. Que no podía prevalecer el criterio del árbitro a pie de césped.
Tras comprobar la acción desde la escasa variedad de ángulos existente, Orellana Cid daba por buena la llamada de su compañero y concedía el gol cuatro minutos después. Alegaba, según se ha conocido a través del audio publicado por la RFEF, que "no existe el bloqueo que había visto en el campo".
El árbitro de VAR se la volvía a jugar al Deportivo interviniendo en una jugada ‘gris’. Y nadie mejor que Diego Villares para resumir ese sentimiento de hartazgo, ya transformado en resignación. Al término del encuentro, preguntado por la difícil relación entre el Dépor y el videoarbitraje, el capitán blanquiazul reconocía la frustración y lanzaba una nueva crítica, aunque con el freno de mano puesto: “Parece que no tenemos buena relación, pero para algo está. Lo dejo ahí”.
“Solo vi repetido lo que pude ver en la pantalla del VAR en el campo”, reconocía Villares tras la ducha y todavía sin margen para analizar con calma la jugada. “Para unos es falta y para otros no. Si el árbitro pita... en teoría al principio de temporada estábamos con lo de interpretación. Pero eso depende de cada árbitro. Del principal y del que está en el VAR”, expresó el vilalbés, manteniendo el criterio impuesto por el club a la hora de manifestarse con respeto sobre el coletivo arbitral.
Precisamente un criterio claro es lo que pide el Deportivo a la hora de mediar las intervenciones del VAR. Y así lo ha ido recalcando. Sobre todo por medio de Gilsanz y Soriano.
En El Sardinero, el protocolo de actuación volvió a situarse en el punto de mira. Y el Deportivo tiene motivos para alzar la voz, ya que la infracción sobre Helton Leite recordó mucho a la polémica que se vivió en A Malata, cuando González Esteban ‘se inventó’ un bloqueo de Tosic en un córner sobre el racinguista Puric que, para más inri, no tuvo influencia alguna en el error de Yoel Rodríguez a la hora de introducirse el balón en su propia portería.
Aquel día, Gorostegi Fernández, en la Sala VOR, se contuvo a la hora de pulsar el botón de llamada, al entender que debía prevalecer el criterio de su compañero presente en el campo. Todo lo contrario sucedió ayer en Santander, a pesar de que la acción era mucho menos evidente. Mucho más gris.
Ese percance en Ferrol es más sangrante hoy, al poder establecerse un claro paralelismo con lo sucedido ayer en el área del Dépor. Pero no es la única acción controvertida últimamente. Más bien, al contrario. Porque en estos últimos dos meses, el VAR ha estado presente en la vida del Dépor. Demasiado presente.
El último precedente fue bien reciente: ante el Tenerife. En el encuentro disputado en Riazor hace ocho días, Moreno Aragón mandó a la pantalla a De la Fuente Ramos por un supuesto penalti sobre Luismi Cruz que el colegiado de campo se había ‘tragado’ en vivo. A pesar de la intervención, el árbitro principal mantuvo su criterio. Previamente, Moreno Aragón no indujo a su compañero a señalar pena máxima por una acción de Leite sobre Diarra, a pesar de que el portero arrolló al rival. Entendió el responsable del VAR que el árbitro castellano y leonés ya había visto la acción (así era) y no la había considerado suficiente como para castigar al Deportivo con pena máxima.
Una semana antes, en Miranda, Ais Reig se convirtió en protagonista desde Madrid al enviar a Muresan Muresan, que dirigía el encuentro en Anduva, en dos ocasiones a la pantalla. Ambas para señalar penalti, aunque en la primera de ellas no se viese claramente el supuesto impacto de Pablo Martínez sobre Panichelli.
Previamente, el Dépor ganó al Cádiz sin polémica arbitral de por medio tras lo sucedido en Ferrol. Lo de A Malata llegó tras el encuentro frente al Cartagena, en el que López Toca alertó a Muñiz Muñoz de que la falta de Ximo Navarro era tan temeraria que resultaba potencialmente de expulsión. El trencilla de campo rectificó con acierto.
Menos acierto tuvieron en Castalia unos días antes Lax Franco y Milla Alvéndiz. El primero no vio desde el campo una evidente falta a Mella que acabó con pérdida del Dépor y gol inmediato del Castellón. Su ‘colega’, con todas las cámaras disponibles, tampoco entendió necesario avisar a Lax. “Entiendo que para el árbitro en directo es difícil de verlo, pero no entiendo cómo cuatro señores en una oficina son incapaces de ver que le pegan un patadón a Mella antes del gol. Me gustaría que explicaran por qué no le han dicho al árbitro que vaya a verlo”, lamentó Pablo Vázquez aquel 17 de marzo.
Ya llovía sobre mojado, con los casos del Deportivo-Málaga o del Cádiz-Deportivo, ambos encuentros de la primera vuelta, todavía en la mente de los deportivistas. Sin embargo, aquel percance en Castellón era solo el reinicio de un desencuentro que parece no tener fin.