“Viene Ignasi (Salafranca), que lleva conmigo desde el Sabadell, y Óscar (Hernández Romero), que lo hemos incorporado ahora. Óscar es el analista de campo, es una persona muy preparada igual que Ignasi. Viene con mucha ilusión y van a trabajar codo con codo conmigo”. Así presentó Antonio Hidalgo, nuevo técnico del Deportivo, a los dos nombres que también se unen al club coruñés para integrar el cuerpo técnico. Dos perfiles diferentes pero complementarios: uno, su mano derecha desde hace años. Otro, recién incorporado, con una trayectoria insólita que incluye haber sido pieza clave en los primeros pasos de figuras como Lamine Yamal o Takefusa Kubo.
El nombre de Óscar Hernández Romero no figura en las portadas ni en los grandes focos del fútbol mundial. Pero si Lamine Yamal, la joya del Barcelona y de la selección española, llegó a tiempo a La Masia para comenzar un camino que hoy le ha convertido en figura planetaria, fue en buena medida por la intuición y rapidez de este técnico catalán.
En 2014, cuando ejercía como captador de prebenjamines en la zona del Vallès para el Barça, Óscar Hernández envió un correo electrónico que marcaría un antes y un después en la historia del club azulgrana. “Queremos que venga a probar el niño nacido en 2007, según nos confirma su coordinador a mí y a Isidro Gil. Lamine Yamal Nasraqui Ebana (Prebenjamín A)”. Así comenzaba un correo electrónico dirigido a Sergi Milà y Marc Serra, responsables entonces de la coordinación del fútbol formativo culé, que fue revelado por Jijantes. El pequeño Lamine, que jugaba con niños un año mayores en La Torreta, acababa de maravillar tanto a Óscar como a Isidre Gil. “Ahí nos dimos cuenta de que teníamos que correr”, reconoció años después el propio Hernández. El Espanyol acababa de firmar un convenio de colaboración con el club de origen del chico y el riesgo de perder al talento era real.
En ese mensaje, Hernández advertía que el niño estaba en el país de sus padres y que debían enviarle una carta de convocatoria para que realizara una prueba en cuanto regresase a Cataluña. La gestión fue rápida: Lamine hizo su prueba en Can Barça aquel mes de febrero de 2014, a pesar de haberse olvidado las botas en casa. Jugó unos minutos con el Prebenjamín A y después con el Benjamín D, un año mayor. Suficiente para que los responsables de La Masia concluyeran que aquel niño zurdo, de técnica desbordante y descaro impropio de su edad, no podía escapar.
Aquella recomendación salvó al Barça de perder a una de sus mayores perlas modernas y abrió una de las carreras más prometedoras del fútbol europeo. “Con diez minutos te dabas cuenta de que tenía que fichar por el Barça”, reconoció Albert Puig, entonces máximo responsable del fútbol base culé, en su momento al medio Jijantes.
Pero la de Lamine Yamal no ha sido la única vez que Óscar Hernández detectó algo extraordinario en un joven futbolista. Años antes, en 2009, durante un campus del Barça en Yokohama (Japón), le sorprendió un niño zurdo, menudo, con regates de adulto: Takefusa Kubo. Le fue ascendiendo de grupo hasta acabar viéndole jugar con niños cuatro años mayores. A su regreso a Barcelona elaboró un informe técnico, publicado por Relevo, en el que describía ya la visión, la conducción y la madurez que hicieron de Kubo un caso especial.
Aunque desde La Masia hubo escepticismo, la insistencia de Hernández convenció a Albert Puig de que merecía la pena. El organizador japonés del campus, Mitsuru Hamada, costeó el viaje de Kubo y su familia. Take deslumbró en su primera prueba en Sant Joan Despí. Poco después, el Barça le invitó a un torneo internacional en Bélgica, donde fue elegido mejor jugador. El resto es historia: acabó fichando por el club azulgrana… hasta que la sanción FIFA obligó al Barça a liberarlo, dando pie a su posterior desembarco en el Real Madrid y su brillante carrera en la Real Sociedad.
Estas dos historias resumen bien el perfil de Óscar Hernández: un analista de campo, pero también un observador capaz de detectar y actuar cuando vislumbra talento. Y su trayectoria avala su faceta multidisciplinar: fue asesor del departamento de metodología y scouting del primer equipo del Bayer Leverkusen, fue entrenador asistente en el Albirex Niigata en Japón, trabajó durante dos años en la selección argentina sub-20 como mano derecha de Javier Mascherano y estuvo en el Girona como asistente técnico y jefe del departamento de scouting internacional dentro del City Group, antes de trabajar junto al técnico Gabi Fernández en los cuerpos técnicos del filial del Getafe y, en el último tramo de la temporada 2024-25, el Real Zaragoza. Desde este verano afronta en el Deportivo una nueva etapa como analista de campo.
Su perfil parece hecho a medida para uno de los grandes retos de Antonio Hidalgo en A Coruña: desarrollar el talento joven de la cantera blanquiazul. Yeremay Hernández, David Mella o Dani Barcia figuran entre los nombres a los que el nuevo técnico quiere ayudar a crecer. “Es algo que me encanta, disfruto intentando hacer ver a mis jugadores el potencial que tienen, llevarlos al límite de sus posibilidades. Hacerles ver que con trabajo y sacrificio eso va a estar mucho más cerca. Intentaremos llevarlos al siguiente nivel y es algo fundamental para el crecimiento del club y de ellos”, explicó Hidalgo en su presentación. La experiencia de Óscar Hernández en la formación de jóvenes promete ser una baza importante.
Si Óscar Hernández es la cara nueva en el equipo de Hidalgo, Ignasi Salafranca representa la continuidad. Graduado en Periodismo en Blanquerna, universidad privada en Barcelona, también muestra un perfil polifacético. Antes de unir su carrera a la de Antonio Hidalgo, alternó diferentes trabajos. Fue redactor en medios como La Xarxa, RAC 1, Ràdio Cornellà, DICEN y Fichajes, community manager —gestionó incluso la cuenta de una concursante de Masterchef, Andrea Vicens, que quedó tercera en el programa de La 1— e impartió clases de tenis a niños y niñas de iniciación.
En el mundo del fútbol, fue entrenador en las cantera del Vila Olímpica y el Sant Gabriel y en 2019 se convirtió en segundo entrenador de Hidalgo en el Sabadell. Desde entonces no se ha separado de él. Le acompañó en su etapa en el Sevilla Atlético, en el Huesca y ahora también en Riazor. Salafranca diseña las jugadas a balón parado y coordina con Hidalgo la preparación de vídeos y sesiones tácticas, entre otros aspectos.
“Es fundamental desde el vídeo ir enseñando pequeñas cosas porque no es bueno atiborrarlos con información para no saturarlos. Con Ignasi Salafranca, mi segundo, preparo sesiones de vídeo para mejorar aspectos micro”, reconocía el propio Hidalgo en una entrevista en Relevo.
Este tándem técnico se completa ahora con la llegada de Óscar Hernández en una estructura que busca el equilibrio para impulsar al Deportivo hacia cotas mayores.