El Deportivo encara este domingo su último partido de la temporada en Segunda División con una inquietante estadística en el horizonte: la posibilidad de cerrar el curso con cuatro derrotas consecutivas, algo que no le sucede desde hace más de ocho años. Tras sellar la permanencia matemática con una contundente victoria en Riazor ante el Albacete (5-1) en la jornada 38, el equipo coruñés ha entrado en una racha negativa y suma tres tropiezos seguidos contra Sporting (2-1), Granada (2-3) y Zaragoza (1-0).
La visita del Elche a Riazor será el último obstáculo del curso para el Deportivo. Sin presión clasificatoria tras lograr la salvación, el conjunto blanquiazul ha perdido competitividad y, de no revertir la dinámica este domingo, podría igualar una racha negativa que no se repetía desde febrero de 2017. Aquel Deportivo, entonces en Primera División, cayó de forma consecutiva ante Eibar (3-1), Athletic Club (2-1), Alavés (0-1) y Leganés (4-0). La mala racha desembocó en la destitución de Gaizka Garitano, sustituido por Pepe Mel, quien acabó salvando al equipo del descenso.
Desde ese episodio, el Dépor ha atravesado múltiples bajones de rendimiento, pero nunca volvió a encadenar cuatro derrotas seguidas. Ni siquiera en campañas tan nefastas como la 2019-20 en Segunda, que terminó con el descenso a Segunda B en un contexto caótico marcado por el aplazamiento del partido ante el Fuenlabrada por un brote de coronavirus.
Entre aquella serie de cuatro derrotas en 2017 y la actual racha de tres, el Deportivo ha repetido en cinco ocasiones una secuencia de tres partidos perdidos consecutivamente. La primera llegó en la temporada 2017-18, aún en Primera, con la derrota por 5-0 en Anoeta que supuso el despido de Cristóbal Parralo. Con Clarence Seedorf en el banquillo, llegaron dos tropiezos más frente a Betis (0-1) y Alavés (1-0).
Un año más tarde, ya en Segunda (2018-19), se repitió la historia. El Dépor cayó en Riazor ante el Rayo Majadahonda (0-2), derrota que costó el puesto a Natxo González. Su relevo, José Luis Martí, no pudo frenar inmediatamente la sangría y el equipo blanquiazul también cayó ante Osasuna (2-1) y Extremadura (1-2).
En la trágica 2019-20 se produjeron dos secuencias de tres derrotas. La primera, al inicio de Liga, con Juan Antonio Anquela en el banquillo: Huesca (3-1), Rayo Vallecano (3-1) y Albacete (1-0). La segunda, ya con Fernando Vázquez, fue decisiva para confirmar el descenso: Málaga (1-0), Extremadura (2-3) y Mirandés (1-0). Esas tres derrotas, sobre todo el sorpresivo traspié ante un descendido Extremadura, casi sentenciaron al Dépor antes de disputar su partido final contra el Fuenlabrada, aunque el conjunto coruñés no tuvo opción de disputar el encuentro en horario unificado con el resto de la jornada.
Más reciente es la racha de la temporada 2021-22, en Primera Federación, bajo la dirección de Borja Jiménez. El Dépor, entonces líder con claridad, tropezó en cadena contra Real Unión (1-2), SD Logroñés (1-0) y Racing de Santander (0-1). Este último partido, clave para el desenlace del campeonato, se había aplazado por dos casos de COVID en el equipo cántabro. Disputado semanas después y con dinámicas ya cambiadas, significó un punto de inflexión: el Racing ascendió y el Dépor acabó cayendo en el playoff de ascenso.
Estos episodios comparten un denominador común: la pérdida de competittividad en momentos clave. Pero incluso en las peores etapas de su reciente historia, el Dépor nunca volvió a caer cuatro veces seguidas desde aquel febrero de 2017. Este domingo, en Riazor, el equipo de Gilsanz tendrá la oportunidad de evitarlo. No hay nada en juego a nivel clasificatorio, pero sí la posibilidad de no reeditar una racha negativa que lleva ocho años y tres meses sin repetirse.