Los seguidores del Dépor, más de 25.000 este sábado, no pudieron disfrutar del debut blanquiazul en el regreso a Segunda pero, pese a la derrota ante el Oviedo, que nunca había perdido en Riazor en la categoría de Plata, la hinchada no paró de animar. Había ganas de volver al fúbol, a Riazor, pero sobre todo había ansia de Dépor. Así se notaba en las colas para adquirir una entrada en las taquillas del Palacio de los Deportes de Riazor y en la Déportienda. Un ambiente que recordaba a ese fútbol profesional que el Dépor hacía cuatro años que no pisaba.
Se percibía el regreso a Segunda también en los cerca de mil aficionados del Oviedo presentes en la ciudad y luego coloreando de azul las gradas. Como siempre Riazor tardó en llenarse y no porque el día fuese veraniego, con una niebla que amenazaba con comerse la playa y el estadio. Al final la gente se mojó con el sirimiri.
Rugía el estadio, ya con un aspecto más colmado, cuando Emmanuel Reyes, El Profeta, el olímpico coruñés hizo el saque de honor. Ya luciendo sus habituales galas, sin apenas localidades libres, el fondo de Marathón recordó en un tifo los kilómetros que la afición recorre para animar a los coruñeses en cada desplazamiento y en cada partido, sin tener en cuenta la categoría. Y cuando algunos aún estaban ocupando sus asientos llegó el primer contacto del Dépor con el VAR, pero en contra. Gol anulado a Del Moral por fuera de juego, que fue revisado y finalmente subió al marcador.
Pitada en Riazor, tanto en contra con suspense (al revés que lo ocurrido la última vez que ambos se vieron en Segunda, cuando fue a favor del Dépor la diana marcada por Koné). Volvían los cánticos y ánimos tras el palo del gol sufrido, pero poco había que celebrar por parte de la hinchada, tras una primera parte algo insulsa.Tenía todo un segundo acto el Dépor para enmendar su fallo en el gol visitante y premiar a su afición con más fútbol y sobre todo con dianas que celebrar.
Y lo intentó, ahora sí con ocasiones de gol y con tiros a puerta. Casi lo logró Ximo, por partida doble y también estaba en un cabezazo de Barbero.Tan sólo con eso bastó para animar a un respetable que no cesó de arengar a los suyos, a pesar de las sombras. El equipo acabó con la racha de imbatibilidad y perdía en su debut. Un cambio de categoría para el Dépor, que empieza claudicando y una afición que sigue siendo de Primera.