Cristian Herrera y los cinco errores que lastran su primer año en el Dépor
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Cristian Herrera y los cinco errores que lastran su primer año en el Dépor

Cristian Herrera y los cinco errores que lastran su primer año en el Dépor
Cristian Herrera, lamentándose por una ocasión fallada en El Molinón | FERNANDO FERNÁNDEZ

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Llegó unas horas después del cierre del mercado de verano, aprovechando su situación de futbolista en paro, para poner la guinda en forma de futbolista multiusos al frente de ataque del Deportivo. Con Cristian Herrera, Imanol Idiakez ganaba una pieza capaz de adaptarse a múltiples registros y posiciones.

 

Su capacidad de remate, facilidad para asociarse y habilidad para moverse en espacios reducidos o más amplios le definen como un segundo punta de manual, una posición casi olvidada en el fútbol actual. Por eso, el contexto le ha ido obligando a adaptarse a roles como ariete o jugador que puede partir desde ambas bandas, un hecho que le ha convertido en un atacante polivalente.

 

A esa evidente multifunción para ser relevo de Lucas Pérez, Mella, Yeremay o Barbero, el delantero sumaba el factor de la experiencia. Llegaba de Primera División, categoría en la que pudo estrenarse con 32 años fichando por la Unión Deportiva Las Palmas, equipo en el que se formó y con el que no llegó a dar el salto al primer equipo. No tuvo apenas incidencia en su regreso a casa, pero el currículum del grancanario hablaba por sí solo: nueve temporadas en Segunda, con más de 280 partidos, 17.000 minutos y casi 60 goles.

 

Con Herrera, el Dépor fichaba a una teórica garantía en la categoría. Ya en sus últimos años de carrera, pero garantía al fin y al cabo. Y así lo mostró a su llegada, cuando se convirtió una opción de rendimiento seguro.

 

Sin embargo, el goteo de malas decisiones y peores ejecuciones de cara a puerta han ido desvirtuando la confianza en sí mismo a un delantero que, en Gijón, volvió a padecer del mal del gol. Dos oportunidae evidentes erradas que se suman a varias más. La estadística avanzada ya cifra en cinco sus grandes ocasiones falladas. Y eso que ‘solo’ ha rematado 18 veces, de las cuales dos han acabado en gol. El canario tiene la mirilla desatinada. Y esa ausencia de precisión le está pesando en su fútbol.

 

Estreno ilusionante

Imanol Idiakez reconoció a Cristian como un valor para rendir desde el inicio. El técnico, más reticente a dar entrada a otros futbolistas incorporados a última hora como Gauto, Patiño o incluso un Mfulu que llegó semanas antes, apostaba casi desde el primer día por Cristian. Tuvo ya minutos el delantero en Granada, en el primer partido en el que pudo ir convocado y con el encuentro al rojo vivo. Y a partir de aquel entonces, empezó a adquirir más y más protagonismo como relevo de nivel. 

 

En Córdoba entró antes del minuto 80 por Mella y se fabricó una buena ocasión con un desmarque diagonal que culminó con un venenoso chut que Carlos Marín desbarató a través de una gran parada con el pie. Contra el Burgos también apareció en los últimos 10 minutos sustituyendo a Yeremay. Y en Albacete, con el encuentro ya cuesta abajo, culminó la goleada repartiendo una asistencia y anotando su primera diana -a puerta vacía- como ariete válido para contraatacar.

 

Cristian Herrera empezaba a carburar. Sin ser titular en una línea con mucha competencia, en la que Idiakez tenía que hacer malabarismos para encajar a Lucas, Mario Soriano, David Mella y Yeremay. Pero con un rol de revulsivo que sumaba y le permitía levantar la mano para ser de la partida ante cualquier incidencia. Como la que sucedió contra el Racing de Santander

 

En el que a la postre fue el último partido de Imanol en el banco del Dépor, Idiakez decidió sentar a Yeremay tras jugar entre semana en el Ciutat de Valencia y caer en un mal partido. En su lugar entró Cristian Herrera, que disfrutaba de su primera titularidad en un momento decisivo de la temporada -como a la postre se confirmó con la destitución del técnico vasco-, pese a tratarse todavía de la duodécima jornada.

 

La primera carga

Sin firmar un mal partido en cuanto a movimientos, Herrera comenzó a dejar a deber. El canario perdió el balón en campo propio en un control en el que no percibió la presencia de su par, Mario García, en su espalda. Y a partir de esa recuperación, el Racing construyó un contragolpe que, con una alta dosis de fortuna para el equipo cántabro, acabó en el 0-2. A ese error sumó luego, ya en la segunda mitad, su primera gran ocasión fallada este curso, en un centro raso que Lucas Pérez dio tras ganar un balón largo al central Javi Castro.

 

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Remate de Herrera alto en el Deportivo 1-2 Racing (Sofascore)

 

Ese balón a las nubes llegaba tan solo una semana después del partido ante el Eldense cuando, al igual que en Córdoba, Herrera se topó con una buena intervención del guardameta rival. En aquel encuentro contra un equipo que fue claramente inferior al Dépor, el zurdo trazó otro buen desmarque diagonal y Barbero lo encontró a espaldas de la última línea. Sin embargo, algo forzado, Cristian no logró cruzar en exceso su remate y permitió que Mackay desbaratase la acción de peligro.

 

De este modo, Herrera acumulaba dos buenas ocasiones interceptadas por los porteros y otra aún más clara, que mandó al limbo. De esa mala tendencia pareció resarcirse en Cartagena, cuando en otro encuentro ya rodado, irrumpió para anotar su segundo gol de la temporada. De nuevo sin apenas oposición, sí. Pero de nuevo demostrando esa puntualidad para estar en el lugar adecuado.

 

Aquella diana en el estreno de Óscar Gilsanz ayudó a provocar que el cambio en el banquillo no condujese a una modificación de su rol. Al menos de primeras, porque el preparador de Betanzos siguió confiando en Cristian prácticamente como jugador 'número 12. De hecho, en Almería, ante las ausencias acumuladas del tridente de la mediapunta, Herrera volvió a ser titular. Pese a su pobre partido, el ex de Las Palmas no perdió su condición de revulsivo. Al menos hasta el siguiente duelo.

 

Contra el Sporting, Herrera volvió a errar el tiro. Sin Yeremay ni Bouldini, el atacante entró como delantero más referencia en el minuto 73. Poco después, Mella empató el marcador y desató la locura en un tramo final en el que el Dépor tuvo la remontada en su mano… a través de Cristian. Tras una recuperación, el equipo montó un contragolpe en el que Gauto encontró a Soriano y este habilitó a Herrera. Remate desde la derecha y con la izquierda, al primer toque. Ideal para encontrar el palo largo. Pero el golpeo no cogió rosca y se fue al radio de acción más próximo de Rubén Yáñez.

 

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Remate de Herrera que despejó Yáñez en el Deportivo 1-1 Sporting

 

Era ya la enésima mala definición de cara a puerta de un Cristian que acumulaba más errores de cara a puerta decisivos para no sumar puntos que goles trascendentes. Un hecho que, seguro, empezó a pesar en la cabeza del atacante de origen insular, cuyo nombre comenzó a desaparecer de la hoja de ruta de Gilsanz. 

 

Ni un minuto contra el Cádiz, presencia testimonial contra el Zaragoza y partido propicio para reencontrarse en la goleada en casa contra el Castellón. A orillas de las Navidades y con Gauto ya por delante en la rotación, Herrera volvía a disponer de algo más de un cuarto de hora para recuperar sensaciones. Pero lo que sumó fue una piedra más a su mochila, con una nueva opción de gol evidente que acabó en las manos del guardameta rival.

 

En una jugada de izquierda a derecha, el Dépor acabó encontrando a Mario Soriano con tiempo y espacio para pensar en la frontal del área, atraer a Vertrouwd y regalar la diana a Herrera. Solo, el delantero controló con la izquierda y quiso definir con la misma pierna, su dominante. Pero acabó trastabillado, con el balón muy encima, y ejecutando algo más parecido a un pase que a un remate. El colegiado dio ley de la ventaja al Castellón al entender el línea que partía de fuera de juego, pero daba la sensación que, de haber acabado en gol, el VAR le habría concedido el tanto al Deportivo.

 

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Remate de Herrera a las manos de Crettaz en el Deportivo 5-1 Castellón

 

El declive

Esa ocasión fue el canto del cisne para Herrera, que ni siquiera jugó en la derrota contra el Mirandés. Al regreso de las vacaciones, entró en el tiempo añadido en Málaga, el 11 de enero. Empezó entonces su etapa más oscura, con apariciones muy esporádicas. Estuvo tres partidos sin jugar -Burgos, Levante y Tenerife-, antes de disponer de sus únicos minutos de febrero en Eibar, previos a otra media docena de encuentros sin pisar el césped.

 

Herrera volvió a sentirse futbolista ante el Cartagena en casa, pero tampoco jugó en Ferrol ni contra el Cádiz. En Miranda volvió a contar, pero no contra el Tenerife. Justo entonces Mella cayó lesionado y su ausencia, unida a la de Gauto, le abrieron de nuevo un hueco al canario, que ha alternado minutos con Diego Gómez. Su asistencia a Genreau en Santander le abrió la ventana a la titularidad contra el Albacete, encuentro en el que conectó una gran volea acrobática que sacó Lizoain.

 

 

 

En Gijón fue, de nuevo, suplente. Pero entró su entrada al descanso ayudó al Deportivo a reaccionar tras el descanso. De nuevo buenas movilidades. Apareciendo dentro, picando fuera y cargando el área. Un encuentro notable que volvió a empañar su lastre este curso: el remate. Con todo a favor, Herrera mandó fuera un mano a mano tras un centro desde la derecha que la defensa se comió. Su cuarta gran ocasión del curso errada, que no fue la última. Porque a escasos instantes del final, se movió tan bien para atacar un fabuloso centro de Escudero como malo su cabezazo. Dos oportunidades, dos errores.

 

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Primer disparo de Herrera, fuera, en el Sporting 2-1 Deportivo con 2-0 en el marcador
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Segundo remate de Herrera, el cabezazo desviado, en el Sporting 2-1 Deportivo, ya con 2-1

Al limbo la oportunidad de empatar. Al limbo, de nuevo, los puntos. Al limbo, de nuevo, la confianza de un Cristian Herrera que convive desde su llegada al Deportivo con una pesada mochila llena de lastres en forma de ocasiones claras falladas. En concreto, según la estadística avanzada, cinco en 18 remates totales. Demasiada carga.

Cristian Herrera y los cinco errores que lastran su primer año en el Dépor

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