Con su llegada al Deportivo, Antonio Hidalgo afronta el gran reto de una carrera en los banquillos que nunca ha detenido su progresión, aunque esta no siempre fuera lineal. Porque el catalán puede presumir de ser un técnico hecho a sí mismo y al que el mundo del fútbol no le ha regalado nada a pesar de su sólida trayectoria como jugador. Al poco de retirarse tuvo su primer contacto con los banquillos en el Granollers, equipo de su localidad natal. Allí se las arregló para salvar al club de perder la categoría en Tercera Federación. 

En esa época Hidalgo ya tenía claro por dónde quería que transcurriera su siguiente etapa tras colgar las botas. Las dudas estaban más en el cómo. Hasta que se cruzó con Imanol Idiakez. El nuevo entrenador blanquiazul se unió a la aventura del preparador vasco, uno de los inquilinos más recientes del banquillo de Riazor, para dirigir al AEK Larnaca en el fútbol chipriota. “Fui el segundo de Imanol Idiakez en mis inicios y me marcó. En aquel momento yo no sabía cómo se entrenaba, tenía una idea pero no sabía entrenar. Le estoy tremendamente agradecido por lo que me enseñó, él tiene una idea muy clara, con balón es un entrenador muy bueno. Aprendí cómo se entrena, el por qué de cada cosa, estuve dos años”. Así elogiaba al extécnico del Dépor, curiosamente ahora de vuelta en Larnaca, hace unos meses en una entrevista en Relevo.

Esa experiencia le sirvió para regresar a Cataluña, aunque esta vez con un encargo mucho mayor. El primero de su carrera profesional: salvar al Sabadell. El conjunto arlequinado marchaba en penúltima posición de la clasificación de Segunda B a falta de seis jornadas para el final. Con 25 puntos de 30, incluidas dos victorias consecutivas para cerrar el curso, logró la permanencia. Y eso fue solo el principio. Porque la Nova Creu Alta donde Hidalgo más se ha asentado, con un total de cuatro temporadas consecutivas. Al año siguiente, ya desde el principio, supo navegar mejor que nadie los contratiempos provocados por la pandemia y consiguió el ascenso a Segunda División en un playoff donde fue decisivo Ian Mackay. El portero coruñés acaparó el protagonismo durante las eliminatorias disputadas a partido único, triunfando en las tandas de penaltis ante Atlético B y Cultural Leonesa, lo que permitió el pase a la final para imponerse al Barça Atlètic.

Volver a empezar

Fue así cómo se ganó su primera etapa en Segunda División. El desenlace no fue bueno. Su Sabadell, con Mackay y también con el exdeportivista Jaime en plantilla, compitió durante todo el año y no se descolgó, pero terminó bajando a las primeras de cambio. El club confió en él de nuevo para pilotar el regreso al fútbol profesional, pero un mal inicio en Primera RFEF terminó costándole el puesto.

Tras dos años duros, de nuevo una figura con pasado en Riazor se cruzó en su camino. En este caso fue Fernando Navarro,  entonces uno de los responsables de la cantera del Sevilla, el que se fijó en él para solventar una difícil papeleta en el filial. Un mal inicio de año ponía en peligro la continuidad del Sevilla Atlético en Segunda Federación e Hidalgo no se lo pensó. Cumplió de nuevo logrando la permanencia y esa apuesta por sí mismo pagó año y medio después cuando el Huesca decidió devolverle de nuevo a la categoría de plata saltándose el escalón intermedio. Obviamente, el motivo estaba también en las urgencias que había en El Alcoraz, con la amenaza del descenso muy presente. De nuevo, solventó  la papeleta con nota, completando además el trabajo con una gran campaña en la más reciente 2023-24.

Esta es la trayectoria que ha convencido al Deportivo para convertirse en el primer club que pone en manos de Hidalgo un proyecto desde el primer día.