El técnico deportivista, Borja Jiménez, trata de inculcar a su plantel la fuerza defensiva necesaria para convertirse en un equipo muy difícil de vulnerar.
En este sentido, en la sesión matinal de ayer puso todo su afán en transmitir intensidad en las acciones destructivas, solicitando que todos sus futbolistas efectuasen un gran esfuerzo sincronizado a la hora de tratar de arrebatarle el balón al rival.
En un determinado momento de los ejercicios de ‘pressing’, el preparador Borja Jiménez expresó su malestar por un desajuste.
“Vais muy descoordinados a la presión”, gritó a sus muchachos, al tiempo que explicó que “así es imposible robar, así no robáis seguro”.
Minutos más tarde y, una vez subsanados los errores en el tempo de las probaturas tácticas, agradeció la reacción de la plantilla. “Cada vez que os organizáis bien, hay robo”, arengó al grupo.
Con centrales de la talla de Jaime, Lapeña, Borja Granero o el joven Dani Barcia —siempre por delante de un meta excepcional para la categoría como Ian Mackay—, la retaguardia del Deportivo debe marcar las diferencias en Primera Federación.
No en vano, el pasado ejercicio 21-22 el cuadro de Riazor comenzó la campaña siendo prácticamente un bastión insalvable para las delanteras rivales; de este modo, los herculinos no encajaron su primera diana hasta la jornada quinta, ante Unionistas en Salamanca (2-1); desde ese momento y en especial en la segunda vuelta del torneo de la regularidad, el equipo perdió parte de su blindaje defensivo.
Esta nueva campaña, el ‘staff’ del cuadro coruñés pretende asentar su proyecto en una zaga con mordiente.