Adrián Guerrero, el último producto de la factoría de extremos de Abegondo
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Adrián Guerrero, el último producto de la factoría de extremos de Abegondo

Adrián Guerrero, el último producto de la factoría de extremos de Abegondo
Adrián Guerrero, durante su debut con el Deportivo | FERNANDO FERNÁNDEZ

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Un extremo de los de toda la vida. Un futbolista que vive pegado a la banda para recibir al pie y encarar, con el objetivo de fabricarse un hueco para el centro. También para atacar el espacio, a espaldas de un lateral al que busca torturar a base de persistir. Así es Adrián Guerrero, el último producto de una factoría de Abegondo que, en estos años, parece haberse especializado en producir futbolistas de banda.

 

El ferrolano, todavía juvenil de tercer año (nació en el año 2006), debutó el pasado domingo con el primer equipo del Deportivo. Lo hizo con varios condicionantes en una mochila que podía haberle supuesto un extra de peso. 

 

El primero, partir como titular, una responsabilidad añadida en un estreno. El segundo, saltar al ruedo lejos del calor del hogar y en un imponente escenario como La Romareda. Le tocó saltar al vacío el último día de actividad del histórico campo del fútbol español y ante 24.000 gargantas que cantaban en su contra, desesperadas por conseguir un resultado que les otorgase la tranquilidad en forma de permanencia de su equipo. El tercero, participar en una posición de ataque, que exige valentía y riesgo en el juego. Guerrero no podía jugar a asegurar porque ese no es su fútbol.

 

Ante todos estos elementos se rebeló el canterano deportivista. Lejos de firmar un partido brillante en cuanto a puro rendimiento individual, pero superando incluso las expectativas en cuanto a descaro. A quien no conoce el medio apenas se le puede pedir algo más que no se amedrente. Y la palabra miedo no se vio reflejada en momento alguno en el gesto de Adrián.

 

Lo cierto es que más allá del impacto de comprobar cómo un novel maneja la situación, el caso de Guerrero no sorprende. Ni a los que se han acostumbrado a verlo crecer -literalmente- estos últimos años desde fuera del césped, ni a quienes lo han sufrido como rival. “Lo que más me gustó es todo lo que intentó. Quizás no fue su mejor partido, porque todos los que lo conocemos creemos mucho en él y creemos que incluso en esa categoría puede dar ese salto. Es para estar contentos, para felicitarnos porque seguimos viendo chavales que van saliendo hacia el primer equipo”, expresa Miguel Figueira, técnico de un Juvenil A del Dépor del que ya dio el salto este verano a pesar de no haber cumplido todavía la edad. 
 

Así lo destaca también Álvaro Naveira. El lateral coruñés, formado en la cantera del Dépor y ahora en las filas del Coruxo, fue uno de los futbolistas que este curso ha sufrido el emparejamiento con Guerrero en Segunda Federación. 

 

“Lo conoces de seguirlo en la televisión, pero quizá lo que más te sorprende es que parece que tiene más edad. Lo ves en el campo con cara de niño, pero luego tiene un gran físico y mucha madurez. Creo que ese es el resultado de la apuesta del club por poner a chavales como él o Kevin en una categoría tan dura y exigente como esta Segunda Federación. Eso y el hecho de contar con Óscar (Gilsanz) y con Manuel Pablo como entrenadores, que gestionan muy bien a los chavales, les ha dado poso”, explica Naveira, encargado de marcarle en la jornada 29 de la temporada recién acabada.

 

Aquel día, el Fabril cayó 3-1 en O Vao, pero el lateral zurdo recuerda el partido como “un día de estar muy pendiente”. “No puedes aplicarte tanto en la fase ofensiva como sueles hacerlo. Porque si hay una pérdida y los hombres del centro del campo logran conectar con él -y el Fabril sabe cómo hacerlo-, al espacio ya no lo pillas. Las vigilancias son fundamentales para parar a este tipo de futbolistas”, apunta el defensor coruxista.

 

De los de antes

De este modo, el actual Adrián Guerrero es, a día de hoy, un extremo de antaño. Pegado al carril y a pie natural, con un rol que ya no es habitual en los jugadores ofensivos de banda pero que él ha adoptado en este salto hacia el fútbol sénior y también en su estreno con el primer equipo, después de jugar mucho a pie cambiado en competiciones formativas. “Es insistente. Busca constantemente el uno contra uno y eso exige mucho al lateral”, especifica Naveira.

 

Más allá de las cualidades del joven futbolista del Deportivo, apoyado en una portentosa carrocería que le facilita el salto a Segunda División, el mérito que Naveira le atribuye a Guerrero es el hecho de haber acompañado ese juego “con cifras”. El club le hizo ficha del filial en enero, cuando ya se había asentado en los planes de Gilsanz primero y de Manuel Pablo, después. 

 

Finalmente, Guerrero acabó su primer curso completo en Segunda Federación con siete dianas, dos asistencias y más de 2.400 minutos en 34 partidos. Por ponerlo más en valor, el curso pasado tan solo jugó 67 minutos repartidos en dos ‘ratitos’ en encuentros del mes de abril. 

 

Atado por el Deportivo hasta el año 2028, su ‘ascenso’ al primer equipo es otra piedra más que dota de valor el trabajo de la base. “Él es la cara visible, pero hay muchos detrás que pueden llegar a estar ahí y aportar”, matiza Figueira. Criado en el club desde el Benjamín B, el joven se ha ido moldeando para poner su evidente talento a disposición de un físico que ahora es prodigioso, pero que no siempre ha sido tan así.

 

El cuarto

Con su debut ante el Zaragoza, Guerrero elevó a tres el número de futbolistas del Fabril que han logrado debutar en liga con el primer equipo del Deportivo este curso.  Primero fueron Kevin Sánchez y Alejandro Alfaro. En La Romareda le tocó el turno a un Guerrero que dejó su huella y aspira a hacerse un hueco en el primer equipo el próximo curso desde su condición de futbolista del Fabril. 

 

Si quiere lograrlo tiene bien cerca el ejemplo, pues en los últimos años lo han ido consiguiendo Yeremay Hernández, Dani Barcia, David Mella o Diego Gómez. 

 

Más allá del caso del central de O Temple, a los tres futbolistas y a Guerrero les une el denominador común de su posición de banda. Cada uno con sus características propias y una evolución que apunta hacia caminos diferentes, pero también con una misma condición: la de haber dado el salto al Dépor como extremos.

 

A expensas de lo que suceda este verano con Yeremay Hernández y más allá del futuro de Cristian Herrera o los planes en cuanto a rol en plantilla para Diego Gómez, el primer equipo del Deportivo podría aspirar a tener el próximo curso unos extremos compuestos de manera íntegra por futbolistas criados en casa. No sería sorprendente, teniendo en cuenta que la factoría de Abegondo parece haberse especializado en fabricar extremos. 

Adrián Guerrero, el último producto de la factoría de extremos de Abegondo

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