Como titular o como suplente, Jaime Garrido (Madrid, 2003) cotiza al alza en el Fabril. La lesión de Manu Ferreiro le puede abrir las puertas del once para el partido de vuelta contra el UCAM Murcia que afronta con la seguridad del que confía en sus compañeros. Es analítico, quizá por sus estudios como periodista, y tiene claro que se va a encontrar el equipo y qué debe hacer para alcanzar la final por el ascenso a Primera Federación.
La temporada puede acabar este domingo o a principios de junio, pero, ¿cómo valora lo vivido hasta ahora?
El resultado está ahí. Para nosotros es todo un orgullo habernos metido en playoff, pero vamos a lucharlo. Tenemos condiciones de sobra para ascender, lo siento como lo digo.
¿Qué le pareció la ida?
Me gusta mucho ver fútbol y he visto muchos partidos de playoff, por lo que me esperaba ese guion de partido. Tenemos un ritmo de juego muy alto, y nos iban a querer parar todo el rato. Sinceramente, pensaba que iban a venir a buscar el 0-0 y jugárnoslo en la vuelta, y lo consiguieron.
¿Le parece bien?
Por los equipos en los que he estado, me han enseñado más eso. No lo infravaloro, porque creo que da muy buen resultado si tienes ciertas piezas. No me molesta. De hecho, me encuentro cómodo en el juego de disputa y en los duelos, porque salgo victorioso muchas veces. Es una de mis virtudes.
“Nos tienen muy bien estudiados, porque sabían a por quien ir y a quien picar”
¿Y el arbitraje qué?
Este año he interiorizado que las cosas que no dependen de mí, no están en mi mano y, por tanto, no me debo centrar en ellas. ¿El nivel del arbitraje? Es algo subjetivo y lo dejo a la percepción de cada uno. Si nos vuelve a pasar algo parecido, o algo con lo que no estamos de acuerdo, simplemente seguir jugando, a lo nuestro. Y si hacemos eso, vamos a ganar.
¿Cómo visualiza la vuelta?
Creo que van a empezar con muchas ganas. Delante de su gente van a intentar demostrar desde el principio que son capaces de ganarnos. Va a ser muy importante no encajar en los primeros minutos. Diría que van a intentar llevar un poco más la iniciativa, que no nos van a cortar tanto el juego como en la ida. Tampoco son tontos, nos tienen muy bien estudiados, porque incluso al final del partido sabían a por quién ir, a quien picar un poco más (risas).
¿Cuánto le reforzó ese gol en la última jornada ante la Gimnástica de Torrelavega?
Ha habido bromas en el vestuario, incluso de Gilsanz, que vino a decirme que lo había celebrado mucho. Era una forma de expresar toda mi rabia. A ningún jugador le gusta partir desde el banquillo y tampoco veía el partido cerrado y era para certificar el playoff. Es un chute de confianza, adrenalina... El otro día no estuve tan bien con balón por estar acelerado, pero como decía mi entrenador de juveniles, Mario Otero, salí con el cuchillo entre los dientes. La tuve y la verdad es que la pude marcar. Viendo el vídeo, me echo las manos a la cabeza, la tenía que haber rematado al primer palo.
“Si nos vuelve a pasar algo parecido, debemos seguir a lo nuestro”
Viene del gimnasio. ¿Qué importancia le da a ese trabajo?
Mi padre y mi familia jugaron al fútbol en su día y son un poco pesados con que no haga tanto gimnasio, porque creen que igual no me beneficia. Yo hago todo con fisios, readaptadores, pero no he cambiado ese hábito. Considero que es la base, imprescindible para un futbolista a día de hoy. Voy dos o tres días. Antes igual hacía más, pero me encontraba peor por tener menos descanso.
Para quien no le conozca, ¿quién es Jaime Garrido?
Soy un chico que nunca jugó en grandes equipos. También, por necesidades de mi familia, que no podían moverse mucho. Yo soy de Parla (Madrid) y siempre había jugado en el equipo de allí. Siempre digo con mucho orgullo que no me moví hasta los quince años. Por necesidades de mi familia, porque jugaba con mis amigos y porque no lo veía como una posibilidad real. Luego se me notó un cambio físico grande, y en una temporada metí quince goles siendo pivote.
Entonces le llega la opción del Atlético Pinto, paso previo a su fichaje por el Fuenlabrada.
Sí. Estaba en la máxima categoría y fue mi primera vez ante los grandes: Real Madrid, Atlético... Metí siete goles, seguía con ese crecimiento y me fui al Fuenlabrada, donde jugué tres años de juveniles y uno de filial, fui siete veces convocado con el primer equipo, con Oltra, que le mando un saludo. Tuve bastantes problemas con la directiva, hubo una serie de malentendidos y no me fui todo lo bien que me habría gustado, porque en cuatro años conoces a los trabajadores.
“Estaba de monitor en un campamento cuando el Alcorcón me subió al primer equipo”
Cuénteme también lo del Alcorcón. En principio fichó para el filial, pero rápidamente soñó con más.
Faltaba uno en pretemporada y me llamaron a mí por casualidad. Estaba en un campamento de niños de monitor, de repente me llaman para el primer equipo, parece que le gusto al míster, me voy de concentración de pretemporada a Murcia con ellos... que, por cierto, tengo muy buenos recuerdos, ojalá repetirlos. Debuté con media hora en la primera jornada, luego tuve mala suerte y me partí el isquio. Luego fui convocado otras diez veces pese al cambio de míster y jugué cinco minutos en el último. Se lo agradezco, pero me habría gustado un pelín más. Cuando tienes algo, siempre quieres más. Ojalá volver a jugar en esa categoría, que es preciosa. La anterior directiva habría contado conmigo para el primer equipo, pero la nueva no, y entonces fue cuando se me abrió esta puerta y fue lo único que escuché.
¿Tuvo más propuestas?
Llegó otra del Rayo Cantabria, pero lo tenía clarísimo. Aquí en Galicia había estado un montón de veces, porque mi padre es de Ourense. La familia de mi padre es del Dépor, por lo que en cuanto se lo comenté... Desde que llegó la oferta hasta que vine aquí, pasaron tres días. Ni lo dudé, porque sabía que era un sitio enorme, gigante, pero aun así me ha sorprendido.
Imagino que también le gustó firmar dos años de contrato.
Me quedaban dos como sub-23 y tenía claro que quería pasarlos en un filial, por lo que se dio como anillo al dedo. Este año es la primera vez que salgo de mi casa, que vivo solo. Me costó un poco adaptarme, pero ahora estoy muy bien, me encanta la ciudad.
“Me ayudó dejar el móvil y leer a los estoicos”
¿Cuáles son sus virtudes?
Soy un jugador muy generoso en el trabajo. Cualquiera que juegue conmigo me lo dice, porque llego a la cobertura, intento ayudar. No tengo ese ego de anteponer mi bien al colectivo. En lo técnico, destaco en el pase largo.
¿Y detalles a potenciar?
Lo relacionado con el juego posicional. Desde pequeño he estado en equipos humildes y me ha tocado defender a los grandes. Ahora soy yo el grande y me tengo que adaptar a hacer algo que no he hecho nunca. Por eso quizá me ha costado entrar. Me ayudó que en la primera vuelta estaba en el cuerpo técnico del Alevín A y aprendía, porque eran cosas que no me habían enseñado. Aunque las daba por sabidas, el ver que estaban bien hechas me reforzó.
¿Cómo es Manuel Pablo como entrenador? Desde fuera llama la atención la tranquilidad con la que vive los partidos.
Es muy tranquilo y muy cercano en el día a día. Siempre que parece que te ocurre algo, te aparta para hablar contigo. En una etapa difícil que tuve, que me costó mucho pedir ayuda, habló cinco veces en dos semanas, y tampoco es tan normal que un entrenador vaya tan detrás. Se lo agradezco. Me sorprende a veces, porque prefiere decirnos las cosas en un tono distinto. Su fuerte es que sabe muchísimo de fútbol y del Dépor.
“Manuel Pablo habló cinco veces conmigo en el plazo de dos semanas”
Empezásteis con Gilsanz, pero al menos en lo que se refiere al carácter no debía ser muy distinto, ¿no?
Muy parecido. Nunca lo verás metiéndose en polémicas, prefería que quedasen dentro del vestuario las cosas. El equipo se ha adaptado bien a las ideas de ambos y juegue quien juegue, el equipo ha funcionado. Todos te piden lo básico, pero he podido conocer las dos variantes y eso te hace un jugador más completo.
¿Qué diferencias notó?
Con Gilsanz trabajábamos el tema táctico, tanto nuestro como del rival. Le gustaba repetir como iba a ser la presión y como nos la iban a hacer. Me ayudó para aprender táctica. Con Manuel Pablo tenemos esa pequeña libertad de ir un poco más hacia delante, de no tener ese miedo de perder tanto la posición. Los dos se adaptaron a los jugadores, y eso habla bien de ellos, sin imponer una idea muy cerrada.
¿Qué perspectivas tiene con el fútbol y con sus estudios de periodismo?
Me queda acabar la carrera. Lamentablemente, este año no pude cursar tercero, pero la terminaré al 100%. Mi deseo y por lo que estoy aquí a 600 km de mi casa es para cumplir el sueño mío y de toda mi familia de ser jugador profesional. Creo que tengo condiciones para ello, lo voy a pelear con lo que esté en mi mano. Si al final no puede ser, pues no será. Me gustaría seguir ligado al fútbol, ya sea como entrenador, como director deportivo, que es un curso que también tengo en mente, con el periodismo, que me gusta mucho la radio...
¿Qué le ha faltado para jugar un poco más?
Aquí pasé un tiempo bastante jodido mentalmente. Estuve trabajando con la rama psicológica del club. Cambiar de hábitos, dejar el móvil y leer más me ayudó muchísimo. Sobre todo a los estoicos. Hubo un cambio de mentalidad que ha hecho que interiorice que lo que no está en mi mano no lo puedo cambiar.
¿Dónde estaba el fallo?
El fútbol es mi vida. Estaba muy centrado en ‘no juego’, ‘me va a dar estos minutos el míster’, ‘creo que merezco más’, y estaba totalmente equivocado, porque me va a dar los minutos que crea y yo tengo que dar todo lo que tenga. Comprendí que no me debía frustrar, ni hacer de más. Estuve viendo un documental de Rafa Nadal, que para mí es el número 1, y decía que el esfuerzo siempre vale la pena. Con eso me quedo.
Me interesa el tema de los estoicos.
Es una rama de la filosofía en la que nunca me había adentrado, que ni conocía. De hecho, tuve una temporada en mi casa con la pared llena de posits con frases, palabras clave, que me iban gustando del libro ‘Invicto: Logra Más, Sufre Menos’, que me lo recomendó un amigo. Ya quité los posits, superé esa etapa más oscura, pero sigo comprando libros de esa rama, porque me quiero convertir en Marco Aurelio (risas).