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La pasada semana les trasladaba mi sentir por el nombramiento de Miquel Iceta como ministro del deporte español. Me parecía algo inconcebible y señalaba la poca importancia que la clase política le daba a este recorrido social.


Pues ya les tengo otra preparada para este nuevo contacto. Ahora le toca a otro dirigente, en este caso más próximo a la práctica deportiva. El señor Rubiales, ‘propietario’ del ente federativo, no se ha querido quedar atrás en insuflar propuestas regeneradoras y se saca de la manga un nuevo proyecto competitivo para el fútbol profesional.


El mismo que acudió a los juzgados, porque entendía que los partidos televisados de viernes y lunes hacían un daño irreparable al fútbol modesto, ahora quiere que, entre otras muchas cuestiones, se jueguen en campos neutrales e incluso en el extranjero. Particularmente creí que se trataba de una broma de un 28 de diciembre cualquiera, pero no, a la cuestión se le dio oficialidad.


Rápidamente su rival en la poltrona, en este caso en la Liga, Javier Tebas, notificó públicamente que de mover un ápice de la competición, nada de nada. Que todo estaba bien encuadrado y que Rubiales no se entrometiera en donde nadie le había llamado. En fin, el nivel de unos y otros, asusta.


Cambiando de tercio, tiene ‘tela marinera’ la secuencia sonora de los pensamientos de Florentino Pérez sobre sus principales artistas futbolísticos. Partiendo de la base que todo está fundamentado en un ‘ajuste de cuentas’ delictivo, recogemos el testimonio desde el aspecto irónico del tema.


¿Qué presidente de club no rajó en algún momento de sus asalariados en privado? ¡Que levante la mano el bendito hombre!


Lo que si me gustaría saber era lo que opinaban los referidos jugadores del que era su presidente. Ya se sabe que una cosa es lo que se dice, otra lo que se piensa y otra, bien distinta, lo que se hace.


Recta final para que comience la Olimpiada de Tokio. Tras la suspensión el año pasado, esta nueva convocatoria se encuentra, nuevamente, con la incertidumbre generada por una imprevista explosión del Covid-19. Nada será igual, primero porque no habrá público en las gradas. Se pierde la recompensa natural del reconocimiento humano, factor fundamental en el deporte. En segundo lugar, que no se sabe las consecuencias de los contagios. Sin comenzar ya se ofrecen una inesperada lista de afectados. 


Incertidumbre total. Pero aprovechando este contacto olímpico, me gustaría destacar la figura de un técnico, que de la mejor de las maneras, está llevando al equipo masculino de baloncesto a situarse permanentemente entre los más grandes. Sergio Scariolo, italiano él, es el reflejo de la capacidad de un técnico para englobar a todo un colectivo. Pleno conocedor de todas las facetas, nutre a la selección nacional de los aditamentos para fluir de forma esencial. El perfecto equilibrio de un equipo, compuesto de grandes deportistas al servicio de unos colores. Un privilegio tenerlo entre nosotros.


Como siempre un placer.

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