Esta modalidad deportiva puede considerarse relativamente moderna, por cuanto que no ha cumplido aún el medio siglo de existencia. La práctica de la misma viene dada por la necesidad de parar las ligas de fútbol de muchos países centro europeos en los crudos meses del invierno.
En nuestra ciudad podemos decir que empieza a practicarse en mayo de 1973. Son dos las entidades que podrían disputarse la paternidad de ser los primeros en organizarlo: El Club de Tenis, que celebra su primer campeonato con seis equipos formados entre sus socios, a los que les puso los nombres de míticos jugadores de fútbol como Amancio, Di Stéfano, Luis Suárez, Pelé, Puskas y Zarra; y los Antiguos Alumnos Salesianos, que en las mismas fechas ponen en marcha los primeros Juegos Don Bosco, en los que incluyen al fútbol sala. Este trofeo lo gana el Orillamar, con una formación compuesta por Botana, Reboredo, Luis, Robles, Granda, Rivera y Ramiro. Al año siguiente se inaugura el Pabellón del Club del Mar, con competiciones de varios deportes incluido el fútbol sala con un cuadrangular en el que intervienen los equipos de la zona: Marte, Torre, Orillamar y el propio equipo de la sociedad de San Amaro.
Ese mismo año se celebra el I Trofeo Fenosa, que participa con un equipo formado por Germán, Luis, Castelo, Chas y Loureda, trofeo que se disputa en la Polideportiva de Riazor y en el que también vence el Orillamar. También ese mismo año, y es algo que me toca más de cerca, los empleados de la Caja de Ahorros organizamos el primer trofeo social con equipos formados por trabajadores de diversos departamentos y oficinas. En esos comienzos los arbitrajes corrían a cargo de colegiados de fútbol como Andrés Medín o de aficionados como Tino Castro Ruso, o Jacinto Artigas, que llegaría a alcanzar la máxima categoría del arbitraje español.
A partir de esas fechas son muchos los equipos de sociedades, empresas, o simplemente peñas de amigos, que deciden practicar el fútbol sala e inscriben sus equipos en los torneos y ligas que comienzan a proliferar. Una relación nada exhaustiva me trae a la memoria los nombres del Auto Radio Otero, General Óptica, Loida, Mascoto, Maderas Peteiro, Pascual Imperator, Peluquería Loureda o Naranjas Ibañez, junto con equipos de los clubes del fútbol modesto como el Torre, Orillamar, Orzán, etc. En los primeros años practicaron este deporte antiguos jugadores deportivistas como Belló, Beci, Chapela, Loureda, Pellicer, Manolete o Jaime Blanco, para con posterioridad dejar paso a especialistas de este fútbol a cinco.
Pero el despegue en nuestra ciudad puede decirse que vino de la mano de Miguel Mosquera, propietario de la Discoteca Chaston, que hace una apuesta decidida por elevar el nivel de este deporte reuniendo un equipo que en la temporada 1984/85 logra proclamarse campeón de España, hazaña que repetiría al año siguiente, palmares que amplía con la consecución de la Copa del Rey en tres temporadas seguidas. Los Julio, Olaiz, Vituco, Castillo, Pancho García o el brasileño Denis, entrenados por Lolo Gantes o Bebucho, llenaban el Palacio de los Deportes.
Tampoco podemos olvidarnos del fútbol sala femenino, que en la década de 1990 despuntó con el Sal Lence, equipo presidido por Víctor Sieiro y entrenado por Castillo, con quien lograron tres Ligas y una Copa de la Reina, destacando sobremanera las jugadoras Ana Silva y Bea Seijas. Tiempos dorados aquellos, que los amantes del fútbol sala desearían volver a vivir.
Confiemos en que el proyecto educativo presentado por la Federación la semana pasada en A Coruña, ‘Xogando con FUTGAL’, consiga revitalizar esta modalidad deportiva.