Al a espera de conocer la composición de los grupos de la nueva Primera PRO de la RFEG (la antigua 2ª división B) en donde militará el Dépor la próxima temporada, se mueve el organigrama técnico en el Club.
Las salidas de Richard Barral de la dirección deportiva, Alfonso Serrano de la secretaría técnica y de Rubén de la Barrera del banquillo, empiezan a tener recambios. Al anunciado fichaje de Borja Jiménez como entrenador, se suman las llegadas de Juan Giménez (parece que en este caso se escribe con ‘G’) como adjunto al reciente nombramiento de Carlos Rosende como Secretario Técnico; y de Martín Castiñeira que se dedicara a funciones de captación de jóvenes talentos. Así, a falta de culminar la pirámide con un Director Deportivo -quién sabe ya si lo habrá o no-, el Club estrena nuevo staff técnico.
La nueva organización de la Casa responde íntegramente a las decisiones de la propiedad que entiende el RCD como una empresa y en ese sentido responde a lógicas meramente empresariales. Un Consejo compuesto por profesionales de diversos sectores -no necesariamente vinculados al deporte- con una especie de consejero delegado, o algo parecido, que será el encargado de la gestión diaria del Club.
A partir de ahí se selecciona al actual cuadro técnico cuya misión será elevar al Consejo las propuestas deportivas (altas, bajas, fichajes, etc.).
En última instancia será el Consejo de Administración -con el beneplácito de la propiedad- quien tome las decisiones.
Pura dinámica empresarial. Las funciones perfectamente delimitadas por áreas de trabajo y la toma de decisiones avaladas por informes técnicos. Un plan aparentemente sin fisuras pero que lo único que garantiza es un proceso estructurado en la toma de decisiones.
La historia reciente recuerda que pronto aparecen nuevos nombres para engrosar el staff técnico, llegarán nuevos fichajes que volverán a ilusionar a una afición ansiosa de caras nuevas y que sigue ilusionada con que este será el año del salto de calidad definitivo. Pasadas las semanas regresarán las dudas, se empezarán a cuestionar los fichajes y a pedir responsabilidades. Sin duda, es una sensación ya experimentada por la sufrida grada de Riazor en esta última década.
Bueno, toda esta dinámica era hasta este año porque ahora el RCD tiene un dueño que gobierna sin que necesariamente le importe el sentimiento de los seguidores blanquiazules. Cambia el cuento.
@pgarcia_ramos