La derrota sufrida en el Nuevo Ganzábal ante el Langreo por uno a cero no es una más en el triste deambular del Real Club Deportivo de La Coruña en la presente temporada por la división de bronce estatal. El revés ha facilitado que equipos que ya no aspiraban a mantenerse en la categoría estén de nuevo en la lucha por no descender. Así, del primer puesto de la tabla, que ocupa el conjunto de Rubén de la Barrera con treinta y dos puntos, al quinto –el Compostela– solamente existe una diferencia de seis unidades a falta de cuatro encuentros.
El conjunto herculino se ha metido en la boca del lobo el solo y puede que esta nueva temeridad en una campaña tan surrealista como la presente cueste un elevado precio, al no estar para desperdiciar las oportunidades que tiene para tratar de enderezar el rumbo en un curso en el que su errático rendimiento no aventura nada bueno.
Los vaivenes en el campeonato liguero rozan el esperpento y provocan constantes decepciones que empiezan a colmar la paciencia de una fiel afición que no acaba de entender nada de nada después de padecer dos descensos en los últimos tres años y atisbar la amenaza de otro en el actual.
Da pena ver a la entidad en la situación en la que se encuentra, pero es más lastimoso tener la certeza de que los proyectos que se han edificado en los últimos tiempos solamente han sido castillos en el aire al venirse abajo nada más sentir las primeras ventiscas provocadas tras los pésimos resultados cosechados en los encuentros disputados sobre los terrenos de juego.