Un tanto de penalti de Mikel Oyarzábal a los 63 minutos desniveló una final muy cerrada y dio a la Real Sociedad su tercer título de la Copa 34 años después, lo que dejó al Athletic con la miel en los labios de sumar su vigésimo cuarto trofeo en este torneo, aunque dentro de dos semanas en el mismo escenario, La Cartuja de Sevilla, tendrá otra oportunidad ante el Barcelona en la edición de 2021.
La final fue de mucho respeto entre los contendientes a la espera que en un zarpazo llegara el desequilibrio, y éste apareció en la segunda parte para la Real, que supo siempre controlar un partido con contadas ocasiones de gol.
El choque se presentó con un pronóstico incierto porque la Real, por su recorrido en LaLiga, llegó a Sevilla con diez puntos más que el Athletic Club, aunque el conjunto vizcaíno posee más tradición copera y también la confianza que le dio, en este mismo escenario a mediados del pasado enero, adjudicarse ante el Barcelona la Supercopa de España.
El entrenador del conjunto donostiarra, Imanol Alguacil, tuvo un sobresalto de última hora, porque su capitán, Asier Illarramendi, se lesionó en el entrenamiento previo al partido que se desarrolló el sábado en el escenario de la final.
Esa baja, la sustituyó Alguacil con el centrocampista Martín Zubimendi y con él puso en el once a David Silva, ya recuperado de una lesión que le ha sin ser titular en los últimos partidos.
El técnico del Athletic, Marcelino García Toral, optó de entrada para el centro del campo con Unai Vencedor y Dani García, dejando a la espera en el banquillo a Mikel Vesga y Unai López, y apostó en el ataque por Raúl García e Iñaki Williams.
Nada mas empezar el encuentro quiso sumarse de una manera imprevista la lluvia, que cayó muy fuerte durante unos minutos, hasta el punto que los jugadores tuvieron que sobreponerse a unos condicionantes a los que pareció que el equipo de San Sebastián se adaptó mejor en el arranque.
Pese a ello, fue Raúl García el que primero lo intentó para los de Bilbao con un remate desde la derecha de su ataque que se le fue demasiado cruzado ante Alex Remiro, pero fue un aviso con el que se equilibró pronto la fuerte salida del rival.
El Athletic presionó mucho y avanzado, en la idea de robar y salir rápido a la contra en busca de Iñaki Williams, pero la Real encontró a David Silva para que enlazara con el sueco Alexander Isak, siempre atento a sorprender entre la defensa.
Entre alternativas en el juego y el balón de ida y vuelta, Íñigo Martínez se sacó un zapatazo desde lejos rebasada la media hora que obligó a Remiro a poner la mano para mandar el balón por encima de larguero y que el intento no pasara de ahí en un partido táctico que llegó al descanso con la supremacía de las defensas.
Nada más reanudarse el choque tuvo que revisar el VAR un lance en el que a Íñigo Martínez le dio el balón en un brazo tras un centro lateral de Mikel Oyarzábal pero, tras la consulta, el colegiado catalán Xavier Estrada Fernández señaló la falta al borde de área sin que después tuviera consecuencias.
El partido, como en la primera mitad, avanzó en la segunda con mas temor por errar y que en la búsqueda de la creación pero en éstas llegó un pase en profundidad de Mikel Merino a Cristian Portugués 'Portu' y Íñigo Martínez hizo penalti a los 58 minutos.
La acción pudo costar mas caro al equipo de Marcelino porque el árbitro sacó tarjeta roja directa al central internacional, aunque después de la dejó en amarilla tras consultarlo en la pantalla y considerar que la jugada no era merecedora de tanto castigo.
De cualquier forma, Oyarzábal transformó la pena con seguridad y engañó a Unai Simón para poner en ventaja a los donostiarras y entrar así en el tramo final ante un adversario que movió el banquillo para recomponer la situación con la entrada de Unai López, Asier Villalibre o Mikel Vesga.
Pero la Real supo jugar bien con el tiempo y el Athletic nunca encontró la fórmula de superar el dispositivo creado pese a que lo intentó ya con jugadas directas que no tuvieron fruto, con lo que el tanto de Oyarzábal fue el que valió un título.