Dirán ustedes: ¿quién es Miguel Alvariño? Es un deportista coruñés, de As Pontes. Al no ser futbolista no es un personaje tan conocido, pero sí ha saltado a la actualidad -muy a su pesar- las últimas semanas tras una decisión unilateral de la Real Federación Española de Tiro con Arco (RFETA), por la que se le quitaba la plaza olímpica que había obtenido legítimamente en febrero tras dura competición de varios meses con otros arqueros, que quedaron por debajo de él en una serie de exigentes pruebas clasificatorias.
Le ha faltado tiempo a la RFETA para “descabalgar” a Alvariño, haciendo público un comunicado mediante el cual organiza otra serie de pruebas con la disculpa de que los Juegos Olímpicos de Tokio van a ser en 2021 y no en 2020, y quieren que vaya en su representación “el deportista en mejor forma”. Eso sí, nadie tuvo la suficiente valentía para comunicarle personalmente el acuerdo. “Pedimos disculpas por no habernos puesto en contacto con él, pero los hechos se han precipitado”, dice un cínico comunicado federativo.
Esta decisión, de entrada, va en contra de las tomadas tanto por el Consejo Superior de Deportes como del propio Comité Olímpico Español y es obvio que vulnera los derechos de Alvariño y lo deja indefenso. Él, aconsejado por su entorno, ha puesto el caso en manos de un abogado pues se considera agredido en sus derechos.
A propósito de este caso, que no ha levantado toda la polvareda que se esperaba (quizá porque en estos tiempos estamos más preocupados por otras cosas), recomendamos la lectura de un espléndido artículo del abogado Rafael Alonso, en “Iusport”, clarividente como pocos, en los que se recalcan los derechos de los deportistas –tanto individuales como de equipo- una vez que han conseguido la clasificación (en este caso) para los Juegos Olímpicos. Y máxime habiendo sido reconocidos por escrito por los máximos organismos deportivos nacionales. Anecdóticamente, se puede decir que el CSD ya le había pedido una fotografía a Alvariño para realizarle la acreditación olímpica, además de haber firmado éste algunos documentos acreditativos de su plaza, brillantemente obtenida.
Como hicimos la semana pasada, en la que nos referíamos a otra cacicada (la del Liceo), estamos obligados a dar el nombre del presidente de la RFETA, Miguel Martínez Orga, máximo responsable de la injusticia. En su biografía figura que es nada menos que doctor ingeniero informático y cuando se busca su nombre en Internet lo primero que sale es que pertenece al Departamento de Inteligencia Artificial. Y nos lo va a hacer creer.
Tiempos pasados tuvo problemas con la Justicia por unas presuntas falsificaciones irregulares de identidad con determinadas intenciones. Ahora parece que quiere cargarse a Alvariño no se sabe si para meter a otro. Y es que ya lo dice el refrán: “La cabra siempre tira al monte”.