¡LO QUE VIENE!
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Bueno, no vamos a alarmar en esta situación de alarma. Nosotros solamente hablamos de deporte –dentro de lo que cabe- y la coyuntura, sin ser favorable, no es lo peor que pudiéramos imaginar. Lo que viene se refiere al mes de enero tan cargado de partidos, por lo que ya hemos oído algunos lamentos de quienes están muy bien pagados por mantener a sus equipos a punto física, técnica y mentalmente.

Sí, de acuerdo, se van a jugar ocho partidos por club, aproximadamente, entre la Liga y la Copa del Rey, pero hay unos márgenes de separación entre las fechas que permiten la perfecta recuperación de aquellos que hagan algún esfuerzo extraordinario en compromisos anteriores.

Enero muestra cinco jornadas de competición liguera mientras observa la incorporación a la Copa del Rey de los cuatro equipos que jugarán la Supercopa de España, que llegan descansados cuando otros jugaron ya varias eliminatorias anteriores.

Eso de la Supercopa a cuatro es otro de los inventos de Luis Rubiales, que atenta claramente al espíritu inicial de la competición, que contemplaba un duelo directo entre campeón de Liga y Copa. Bastó que faltasen Madrid y Barcelona a la cita para que los federativos se volviesen locos e ideasen esta mentira deportiva. Por si fuera poco, Rubiales quería disputarla en Arabia Saudí, porque “la pela es la pela” y el dinero está por encima de cualquier otro objetivo, por justo que sea. Ahora, Córdoba, Málaga y Sevilla sirven de segundo plato.    

Pero tampoco hay por qué quejarse, porque la primera que alteró en su día la esencia de alguna competición fue la propia UEFA, cuando decidió que los cuatro o tres o dos primeros de cada competición europea tuvieran derecho a jugar esa “Liga de Campeones”, para la que no hay que ser campeón de nada para jugarla.

Por cierto, la final de la Copa del Rey de 2021 tiene fecha: el 17 de abril. Faltan tres meses y medio y todavía no se ha disputado la del año pasado, entre la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao. Cuándo estos dos equipos vascos se van a dignar en jugar ese partido porque se ve que el citado Rubiales tampoco tiene prisa por instar a esas dos instituciones a que cumplan con la obligación de protagonizar esa final que no tendría por qué haber llegado a estos límites si el presidente de la Federación Española ejerciera como tal y no anduviera con contemplaciones que todavía a estas alturas no sabemos lo que buscan.

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