El regreso de titular de Eden Hazard con un gol de su dimensión, despertó la pegada perdida del Real Madrid para desatar el triunfo más cómodo del curso, 4-1 a un Huesca que cedió al castigo excesivo de cada golpe, con doblete de Karim Benzema y un tanto del uruguayo Fede Valverde, antes de encarar el martes una final en Liga de Campeones frente al Inter de Milán.
Alejado aún del físico que le hace desequilibrar pero con una calidad incuestionable se presentó en Liga el esperado Hazard. Apeló a la motivación Zidane, calificando de final el partido frente al Huesca, antes de una que realmente lo es en ‘Champions’. Y lo que logró fue enchufar al que debe ser referente. Con uno de esos esperados goles por los que se le fichó y que llevaba más de un año sin dar al Real Madrid.
Las caras de los jugadores del Huesca al descanso y la de su entrenador eran de incredulidad. Perdían 2-0 tras volver a sacar a relucir a un Real Madrid anárquico que vive de la calidad individual de sus jugadores pero no encontraba fórmulas fiables en su ataque. Con fases en las que sufre problemas para llevar la iniciativa ante equipos ordenados. Momentos de poco descaro en el uno contra uno. Un equipo indescifrable que se desató en la segunda mitad. Puro talento individual.
Solo así se explica la ventaja al descanso. Desde la calidad desatada de Hazard y el acierto de Benzema en los cinco últimos minutos. Hasta ese momento que Eden apareció entre líneas, se giró y soltó un zurdazo con un dibujo imparable, el Huesca había inquietado desde su firmeza táctica. Con Rafa Mir haciendo trabajar a los centrales, siempre al límite del fuera de juego, y mostrando velocidad para retratar a Militao pero estrellar su disparo en el lateral de la red. Llegó a marcar con balón picado a Courtois pero el colegiado lo anuló por fuera de juego.
Al Real Madrid le faltaba ritmo ofensivo. Cambiaban de bandas sin éxito Hazard y un fatigado Asensio. El estreno del esperado tridente no engrasó en su primer día. Jugaron al pie. Apenas un movimiento al espacio del belga visto por Modric para el balón picado por encima del travesaño. O un testarazo de un futbolista que rendiría con números si comenzase de 9.
En ese riesgo que corre por partido el conjunto madridista, el lado de la moneda depende de la inspiración del rival. Cualquier balón parado puede convertirse en castigo. El Huesca no tuvo opción. l