Tres veces campeón de España contrarreloj, ¿ya te has acostumbrado a ganar?
No te creas. Este año no estaba siendo nada fácil para mí y llegaba con incertidumbre a los campeonatos. Tenía la sensación de que estaba bien, pero después de una temporada tan mala tenía un poco de desconfianza sobre mi estado de forma. Al final llegué súper relajado, sin presión ninguna y a ver qué tal me salía. Al final no pudo salir mejor.
¿Por qué estaba siendo una temporada tan mala?
Empecé muy bien e ilusionado porque era una nueva etapa para mí con el cambio de equipo. En la pretemporada iba todo viento en popa y me encontraba mejor que nunca, pero un virus, que todavía no sabemos ni lo que fue, me dejó KO durante tres semanas, sin fuerzas, y tuve que volver a empezar de cero. Hace cosa de un mes me volví a encontrar mejor y el equipo confió en mí para correr la Vuelta a Navarra, uno de los principales objetivos del equipo al ser la carrera de casa, pero contraje una gripe y volví a recaer. Con este título recupero toda la confianza que había perdido hasta ahora para acabar la temporada lo mejor posible.
¿Cuáles son tus objetivos de aquí al final del año?
No tengo ningún objetivo marcado. Hasta ahora hemos tenido un calendario sobre todo con carreras de un día y a partir de ahora habrá más vueltas por etapas y mi intención es coger confianza poco a poco para hacerlo bien.
¿Cuándo empezaste a montar en bicicleta?
Siempre me gustó la bicicleta, pero no empecé hasta el primer año de Juvenil. Un día me preguntaron si quería participar en el Gran Premio San Isidro, que pasa por delante de mi casa y por las carreteras que llevo rodando toda la vida. El Padronés y Suso Blanco Villar me tramitaron muy rápido una licencia y acabé casi entre los diez primeros sin haber entrenado. Demostré que tenía buenas cualidades y me ficharon para el Padronés.
¿Cómo recuerdas tu primer campeonato de España?
Eso sí que fue una sorpresa. Era el primer año que iba, solo había utilizado la cabra (bicicleta de contrarreloj) unos meses antes en el Campeonato Gallego y no había ganado nunca nada. A partir de ahí empecé a plantearme esto más en serio.
¿Cómo has vivido tu paso al Lizarte, una de las canteras más potentes del ciclismo español?
El Lizarte es un equipo encaminado a formar chavales para llegar a profesionales. Se dice que es el filial del Movistar, pero al Movistar solo pasan ciclistas contados, hay que ser un portente. El resto de equipos españoles, como Murias o Burgos, y otros del extranjero, saben cómo se trabaja en el Lizarte y cómo salen de preparados los chavales.
En los últimos tres años han pasado seis ciclistas del Lizarte al Movistar, ¿sueñas con esa posibilidad?
Es demasiado ambicioso pensar en llegar al Movistar. Todavía no pienso en pasar a profesionales, aunque es el sueño de cualquier ciclista. Simplemente hago mi trabajo lo mejor posible y por ahora solo pienso en terminar bien esta temporada.
¿Cómo te ha cambiado la vida?
A nivel personal he tenido que venir a vivir a Pamplona y resido en un piso del equipo. Aunque se está mejor en casa estoy muy contento aquí.
¿Qué echas de menos?
A mi familia y a mi gente, sobre todo. Y también la comida de casa. Mis padres tienen una huerta y sus propios animales y hasta que te faltan no te das cuenta. Todo lo que compro en el supermercado no sabe igual.
¿Cómo te definirías encima de la bicicleta?
Por los resultados en campeonatos de contrarreloj debería ser un rodador, pero yo me veo, estando en forma, como un ciclista polivalente, tanto para cronos como para disputar la general de una vuelta, aunque no he tenido resultados destacados todavía.
¿Cuántos kilómetros y horas pasas al año en la bicicleta?
En una temporada podemos hacer 12.000 kilómetros entre los entrenamientos y la competición. Al final del año pasado se me dio por curiosear y me había tirado dos meses enteros encima de la bicicleta.