El Basquet Coruña, espléndido en la segunda parte... salvo en el tramo final, hubo de conformarse con una victoria simple, sin el basket averaje que tenía ganado a 120 segundos del bocinazo de un duelo tras el cual, eso sí, continúa invicto a domicilio (4-0).
El equipo de Sergio García se adelantó por 0-7 gracias a la agresividad y acierto de Pecius. Una puntería de la que carecieron sus compañeros, incapaces de anotar uno solo de los seis triples, todos ellos liberados, que lanzaron en los diez minutos iniciales.
Mal endémico
Para completar el cuadro, el mal endémico del tiro libre: solo dos convertidos de seis intentados. Por ello, los de Hugo López –sabedor de este pie cojo del rival– no tuvieron reparo alguno en mandar a los visitantes al 4.60.
Sí funcionó el BC atrás, obligando a los locales a lanzar muy forzados. Aunque se sacudieron la caraja con un parcial de 10-0, los últimos cuatro minutos y medio fueron de precariedad ofensiva: un libre de McGhee y un triple (el primero de ambos equipos tras 11 intentos) de Pantzar fue el único alimento que llegó al marcador hasta el parón (13-12).
Ese acierto final del joven base sueco abrió la espita. Su equipo pasó de errar los cuatro primeros tiros de larga distancia a anotar los cuatro siguientes (22-18). Peña, cuando el reloj había consumido casi un cuarto de hora, firmó el primer acierto visitante desde el arco.
El Valladolid, que empezaba a hacer daño en el rebote ofensivo, amagó varias veces con irse de más de tres canastas, pero el BC encontró la manera de evitarlo. Monaghan lo consiguió con sendos triples, aunque otro de Pantzar, que cerró la primera mitad con un 2+1, mandó el duelo al descanso con dos canastas de distancia (40-35). Veinte minutos en los que Basquet Coruña no llegó ni al 50% en libres (6 de 13) ni al 30% en triples (3 de 12). Ni sacó todo el rédito posible a larga ausencia de Van Zegeren, sentado desde el minuto y medio tras cometer dos faltas.
Cinco puntos seguidos de Badmus, que en la primera parte había jugado apenas 30 segundos, abrieron el tercer corte. Volvió de inicio Van Zegeren. No tardó nada en regresar, con tres faltas, al banco.
Y, ahora sí, el Coruña castigó en la pintura. Y más que pudo hacerlo si un agigantado McGhee no se hubiese empequeñecido en el 4.60 (terrible 4 de 13, cuando en los seis partidos anteriores había firmado un excelente 16 de 21).
Aun así, la renta fue creciendo, sin prisa pero sin pausa, ante un rival con las piernas de trapo (48-60). Era el momento de matar el partido. Pero ocurrió lo contrario. El Valladolid resucitó con un parcial final de 9-0, que dos libres de Timmer al inicio del último periodo extendieron hasta el 11-0.
Un triple lejano de Monaghan, seguido de tres libres, devolvieron la tranquilidad a las filas naranjas (59-66). Hugo López ordenó una zona 2-3, rota sin problemas con certeros pases de Monaghan y Pecius, un gran trabajo de Jakstas en el poste medio y la jerarquía de McGhee en el bajo. Adiós al último recurso local.
A falta de 2:32, Pecius inclinó el averaje hacia el lado visitante (63-78). Y entonces comenzó el esperpento: no jugar con el reloj y malas decisiones individuales. A falta de 17 segundos, con 65-78 en el marcador, Pecius dio un pase horrendo en un tres contra uno para obligar al Valladolid a buscar el triple en una última posesión que acabaría afectando al Basquet Coruña en diferido.
Suspense
Inicialmente, los árbitros anularon el palmeo sobre la bocina de Puidet, por entender que antes había tocado el aro. Y unos segundos después la validaron, dejando así el basket averaje en el Polideportivo Pisuerga. Ojalá no haya que acordarse más tarde de este feo epílogo. Mejor recordar que esta es una gran e importante victoria.