Pero lo que sí comparten todos los participantes es la ilusión y las ganas de hacerlo bien. Cuando en los años ochenta comenzaron a celebrarse las primeras ediciones, pocos pensaban que el entrañable Trofeo Miguelito iba a tener tanta repercusión.
Y es que, una vez más, esta actividad no competitiva, con un incuestionable espíritu educativo, reunió en el Coliseum a jóvenes y mayores.
Los participantes pusieron todas las ganas para obtener una buena puntuación en los ejercicios que tenían que hacer por parejas.
Y en las gradas, los orgullosos familiares y amigos disfrutaban al ver en acción a estos pequeños campeones.