No es el Basquet Coruña un equipo afortunado. Lo certifica su eterna maldición del cuarto partido del playoffs en casa y el hecho de que en su temporada con mejor pinta, un virus acabó con sus (modestas, cautas) aspiraciones de grandeza.
Una lástima, porque la ‘marea naranja’ supo combinar sabiamente –y de manera inaudita– la regularidad con la irregularidad, haciendo que la virtud ganase por goleada al defecto. Lo demuesta su tercera plaza en la tabla –a dos victorias de los líderes, con el averaje ganado al Gipuzkoa y victoria contra el Valladolid en Riazor– cuando el curso se paró para ya no volver.
De entrada quedó claro que Sergio García rompía vínculos con el pasado de baloncesto alegre. El técnico vasco construyó un plantel muy físico –sin igual en la LEB Oro–, una calara declaración de intenciones: ganar desde la defensa.
La derrota en la primera jornada por 65-82 ante uno de los llamados a moverse en la parte media-baja de la tabla, el Lleida, mostró que había mucho trabajo por delante.
A fuego lento
La idea fue cuajando a fuego lento y el equipo agarró una buena ola: siete triunfos en ocho partidos, con la única derrota –en casa– contra su bestia negra histórica, el Oviedo, para escalar hacia la zona noble la clasificación
La ‘happy hour’ acabó, sin embargo, de forma abrupta: paliza (100-72) en la pista del Palma. Sería la primera de las cuatro derrotas por más de 24 puntos, con el punto ‘culminante’ en el derbi contra el Breogán, resuelto con un sonrojante 97-55. Lleida de nuevo (81-56) y Castelló (83-65) también reventarían a la ‘marea naranja’, mientras que el Oviedo –otra vez– se quedó a las puertas de la veintena (88-70). Y hasta aquí lo malo.
La regularidad continuó mandando. Y la capacidad de sobreponerse con brillantez a un duro revés: después de caer con estrépito en Lleida, los de Sergio García firmaron un partidazo ante el Gipuzkoa, y con un 88-75 ‘levantaron’ el 77-67 de la segunda jornada.
Uno de los resultados que se antojaba clave para, en principio, poder jugar la postemporada como primer cabeza de serie. Restaba la visita al Valladolid –líder tras las 24 jornadas que se pudieron disputar– con el margen de dos puntos logrado en Riazor.
Son meras hipótesis, cimentadas en la progresión, el trabajo bien hecho, la solidez. Promesas de gloria que se han quedado en una dulce fantasía incompleta. Pero, aun así, otra etapa del anhelado amino hacia la máxima catgeoría. l