La familia Agulló, tres generaciones en blanquiazul
lll
17º-23º

La familia Agulló, tres generaciones en blanquiazul

La familia Agulló, tres generaciones en blanquiazul
Deporte Campeón-9999-99-99-999-216c0668

Un tanto apenado por que su hijo Pablo no haya llegado a profesionales con el club de la Plaza de Pontevedra y así poder haber completado una trilogía de ensueño, sí puede celebrar que su vástago haya llegado a militar en el Fabril y a destacar en el mundo del fútbol (actualmente es jugador del Bergantiños). 

De verbo fluido y personalidad impetuosa, Jaime Agulló Quintela efectúa una radiografía perfecta de un Deportivo de altibajos, que se quedaría a las puertas del ascenso en la 82-83 y que posteriormente sentaría las bases para el nacimiento del ‘Superdepor’.

“Empecé a jugar al fútbol cuando estudiaba en el colegio Santa María del Mar, en el equipo de benjamines; cuando estaba en alevines fueron a visitarme los entrenadores del Deportivo, el señor Naveira, que venía acompañado por Manolo Castelo, y Luis Ucha. Me preguntaron si quería firmar con el Deportivo y les dije que tenía que hablar con mis padres”, significó este emblema del club en los ochenta. 

“Fiché en el Depor, estuve en alevines, infantiles y después me propuso el Orillamar jugar la liga de modestos con 15 años. Con el Depor ganábamos los partidos muy fácil y en modestos con el ‘Orilla’ pegué un cambio radical, mejoré mucho”, admite.

Agulló destaca la figura de un hombre muy importante en su carrera, el entrenador Luis Rodríguez Vaz, quien lo reclutó para el Fabril.

“Después del Orillamar regresé al Fabril, estaba Luis de entrenador, y nos llevan para probar. Hacíamos un fútbol espectacular en el Fabril, nunca íbamos a cerrarnos. Tuvimos la suerte de que llevan al primer equipo a Rodríguez Vaz al año siguiente y nos suben al primer equipo a Vicente y a mí en la temporada 81-82. Debuté en Copa ante el Tenerife en Riazor y nos puso titulares. No me lo creía porque estaba en la ‘mili’, la hice de voluntario y estaba un poco ‘enchufadillo’, nos daban facilidades para entrenar y viajar para jugar”, prosiguió en su alocución.

Este espigado futbolista de casi 1,90 metros de altura sobresalía desde la cantera por su calidad en el toque de balón. “En el día del debut estaba un poco nervioso, creo que no hay ningún futbolista que salga a un campo en su estreno y que no tenga algo de miedo. Los primeros toques al balón deben ser aciertos, tocar fácil y sin complicarse. Tuve mucha suerte porque los compañeros me apoyaron mucho. Rodríguez Vaz nos dio confianza y nos hizo estar tranquilos. A los de casa siempre se nos exigió mucho más que al resto. En el campo oyes el ‘run-run’ y eso es jodido, hay que apoyar y después al final del partido pronunciarte”, subrayó.

Año tras año fue germinando en Agulló un amor incondicional por el club coruñés. “Sentía el escudo porque era de casa, me encantaba jugar con la camiseta del Deportivo, cuando íbamos por ahí adelante presumía de jugar en el Deportivo. Paco Vázquez nos animaba muchísimo, siempre nos ayudaba y nos decía “¡forza Depor!” cuando nos veía. Lendoiro marcó una época pero tampoco se preocupaba demasiado por la cantera. A mí, por ejemplo, cuando me dieron la baja en el club me enteré por la prensa. Llevaba diez años en el Depor”, expresó.

A lo largo de esta década, a este fino interior —dicen que su juego recordaba al de Aldana—, vivió buenos y malos momentos en Riazor. Sus ojos se iluminan cuando rememora la salvación in extremis de la campaña 87-88.

“Recuerdo que éramos un equipo de la zona de arriba excepto una temporada que nos salió fatal, la 87-88, en la que no dábamos marcado en la última jornada contra el Racing de Santander y sentíamos que nos íbamos a Segunda B. En el tiempo añadido llegó una jugada rápida y Vicente metió el gol salvador, fue una locura porque todo el mundo estaba llorando de alegría”, precisó, al tiempo que hizo hincapié en las amistades trabadas durante su etapa de profesional del fútbol en A Coruña.

“José Luis Vara fue el mejor futbolista con el que jugué, era íntimo amigo suyo; le vi cosas que no se las vi a nadie. Era muy completo. Le daba con las dos piernas, jugaba en el medio del campo y metía igual 15 o 17 goles. Tenía un problema, que si la afición le silbaba se podía ir de los partidos. En Segunda División marcaba la diferencia. Cuando íbamos a jugar contra el Castilla de la ‘Quinta del Buitre’, era el capitán y Chendo le decía que su entrenador le mandaba no separarse de José Luis en todo el partido”, agregó.

Preguntado acerca de sus entrenadores, precisa que “de todos los técnicos aprendes algo pero le estaré agradecido de por vida a Rodríguez Vaz porque me dio la oportunidad; nunca salen los mejores futbolistas, no siempre llegan arriba, tuve la suerte de tener una oportunidad. De Arsenio aprendes mucho a armar los equipos. “Neniño, que non che collan a espalda”, nos decía. Cerrábamos bien con todos los compañeros. Tuve a Aranguren y a Eusebio Ríos. En Ferrol nos entrenó Fernando Vázquez, el único entrenador que nos dejaba opinar a los jugadores”, confesó.

Jaime Agulló vivió en primera persona la histórica participación del club en el torneo del KO de la temporada 88-89, donde el Depor cayó de forma polémica en semifinales en Valladolid.

“En la Copa del Rey ante la Real Sociedad Arsenio Iglesias nos dijo que teníamos que aguantar con la defensa de cinco atrás y confiando en que alguna íbamos a tener. Apenas crearon ocasiones y les ganamos en los penaltis. En semifinales nos eliminó el Valladolid, en Coruña les pudimos meter 4-0, fue una pena. En el partido de Pucela Soriano Aladrén le perdonó la roja a Hierro, delante de mí le dijo tras una entrada a Ramón: “Vete, porque te tenía que echar”. Nos ganaron en la prórroga”, lamenta.

Cuestionado por el proyecto actual del RC Deportivo, el exjugador coruñés precisa que siempre es necesario tirar de una dosis de prudencia, toda vez que en el mundo del fútbol nunca se pueden lanzar las campanas al vuelo.

“El año pasado hablé con Tino Fernández cuando estaba fichando a Lucas Pérez y me dijo que si venía Lucas estaríamos “entre los ocho primeros de la Liga”. Le contesté a Tino que nunca dijese esas cosas en este deporte porque era peligroso y se podían crear unas expectativas demasiado altas.

Cuando me lo encontré este año le dije que había sido una gran decepción. El equipo el año pasado no era competitivo, no peleaba lo suficiente. Este año me está gustando el proyecto pero queda mucho por delante”, concluyó.

La familia Agulló, tres generaciones en blanquiazul

Te puede interesar