“Muchos equipos han tenido que parar este fin de semana debido a la Semana Santa. Un momento de descanso que puede ser complicado en función de en qué circunstancias de la temporada se encuentren y en si han conseguido o no sus objetivos. Hay equipos que pelean por un ascenso, otros por eludir un descenso, otros que ya lo han consumado y otros que se han quedado en tierra de nadie.
Generalmente cuando se lleva todo el año compitiendo estos recesos son un jarro de agua fría para equipos y entrenadores, que al final terminan por perder algo de ritmo competitivo, cuando lo más probable es que solo resten después unas pocas jornadas para el final liguero. No paran, no obstante, otras competiciones, por ejemplo en la Leb Oro, donde se exprimen las semanas para terminar cuanto antes, sin tener en cuenta ni festividades, ni vacaciones de Navidad. Los equipos que no jueguen playoff finalizarán su participación la primera semana de mayo y por delante les quedan a jugadores y técnicos meses sin cobrar, en los que tendrán que buscarse la vida hasta que regrese la competición.
Porque cada vez se retrasa más el inicio de contratación, llegando clubes a iniciar las pretemporadas en setiembre y el verano se hace largo. Por ejemplo, algunas jugadoras de la Liga Día reconocen que aprovechan las competiciones sudamericanas de verano para salvar el periodo estival. Y luego resta por esperar la llamada del agente y conocer el destino.
En un mundo del deporte actual que no apuesta por la continuidad y en el que la paciencia es finita cada campaña los equipos cambian casi por completo, los contratos largos brillan por su ausencia y tanto jugadores como entrenadores viven muchas veces en la incertidumbre de dónde terminarán el siguiente curso.
No ayuda este parón siempre a limpiar la cabeza, porque unos y otros se plantean qué será de ellos el año venidero, dónde estarán o si tendrán o no que esperar mucho para saber a dónde les llevará su profesión, que los acaba por convertir en nómadas, sin hogar claro ni definido.
