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Ha habido días para pensar este comentario, ya que el naufragio deportivo ha ocurrido hace casi una semana. Y en primer lugar hay que decir que el Deportivo permanece en Segunda División de forma merecida. El Mallorca ha sido muy superior en el conjunto de la eliminatoria, de la que más de un cuarto la ha jugado en inferioridad numérica. Ya el Málaga se había impuesto también en juego –que no en goles- al Deportivo, al que salvó un acertado segundo tiempo en Riazor. Pero en el conjunto de la eliminatoria los andaluces también fueron superiores.

Ya se sabe aquel dicho que la victoria tiene mil padres y la derrota es huérfana. En este caso, el fracaso deportivo sí tiene nombres propios: el primero, el del presidente saliente, Tino Fernández, que no acertó (ni él ni sus asesores) en el aspecto deportivo y encima casi provoca una crisis institucional por su caprichosa manera de marcharse unos días antes del comienzo del “play off”.

No vamos a ser ventajistas a toro pasado pero más de uno se habrá acordado de Natxo González y del “medio meigallo” que echó a dirigentes y seguidores deportivistas en su última rueda de prensa, tras su cese, algo que no le había gustado nada al técnico vasco, quien todavía se consideraba capaz de reconducir la situación a pesar de lo mal que estaba. Por lo menos, oficio sí tenía.

Pero en este comentario a posteriori, ya con varios días de perspectiva, no quiero dejar de lado unos aspectos colaterales a los deportivos, en los que mucha gente de fuera de La Coruña ha coincidido: el mal comportamiento de determinadas personas con algunos miembros de los equipos rivales del “play off”. Muchas opiniones hubo sobre la prepotencia (esa fue la palabra más usada) de algunos jugadores, a los que acusaron de burlarse de los contrarios durante y después de los partidos. Pero, claro, de lo que se ve se aprende y quizá la humildad no haya sido la virtud más destacada del Deportivo en su actual paso por Segunda División. E incluimos a todos los estamentos del club en esta reflexión.

Ahora hay que volver a empezar y, de entrada,  hacer lo que siempre se dice en los malos momentos:  aprender  de las derrotas,  preparar un equipo competitivo para la próxima temporada y sacrificarse un poco más en el terreno de juego, porque ya se ha visto que nadie regala nada y lo mostrado no  fue suficiente. 

El nuevo presidente, Paco Zas, ha dicho desde el primer momento que su prioridad en el club es el campo deportivo.  Y ahí deberá poner su mayor empeño porque fue eso lo que fracasó esta temporada. La renovación no va a ser fácil porque se prevé también la marcha de unos cuantos futbolistas, entre cedidos y traspasados. 

Que se ponga ya manos a la obra porque, a poco que tenga algo de acierto en su gestión, lo hará mucho mejor que su antecesor, al que deseamos lo mejor pero fuera del fútbol, aunque sus últimas actitudes no sabemos si lo sitúan dentro o fuera. Seguiremos acontecimientos. 

Finalmente, dio la impresión de que los partidos de “play off” que ha jugado el Deportivo han sido dirigidos por árbitros a los que el Comité Nacional parecía examinar de cara al año próximo en Primera. Tanto Trujillo Suárez como Pizarro Gómez “trastearon”. 

El primero “delegó” todas  las decisiones en sus auxiliares, para no “mojarse”, mientras que el madrileño pudo pitar un penalti clarísimo en el minuto cuatro, pero no se atrevió. En medio campo, todos los árbitros son valientes; es en las áreas donde se demuestra de verdad quién es quién. Y a ambos se les notaron grandes deficiencias en ese aspecto.

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