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Una aparición inesperada, en un acto que nada tenía que ver con el fútbol, le ha servido a Tebas para volver a cargar contra la Federación Española de Fútbol y para revalidar sus tesis sobre el desarrollo de las competiciones nacionales. Quienes cuentan estas reuniones dicen que van ocho, sin el menor atisbo de iniciar un camino de la mano. La presunta mediación del Consejo Superior de Deportes hace dudar a ambas partes porque su intensidad y entusiasmo son perfectamente descriptibles. 
Las cosas siguen como al principio, o peor, porque parece que se van a judicializar todavía más algunos asuntos, que se añadirían a los que ya están en manos de los jueces. Según Javier Tebas, el camino judicial hay que recorrerlo porque así “se creará jurisprudencia y se aclarará de una vez por todas qué institución tiene las competencias clave en cada punto”. Pero Luis Rubiales parece inclinarse más hacia el terreno de la negociación, sin querer que  se aclare del todo la situación. Es más, dejó perplejo a más de uno cuando dijo que “un acuerdo pasa por no aclarar las competencias, pero ahora estamos muy lejos de eso”. Y se mostró contrario a las iniciativas de la LFP: “Ese camino hacia los juzgados es malo para el fútbol porque no va a haber acercamiento”. Y aventura que no habrá acuerdo a corto plazo, por lo que “hemos hecho una redacción abierta para tratar de avanzar”. O sea, la versión futbolística del “diálogo por encima de todo”, similar a algunas posiciones políticas, pero sin saber de qué dialogar.  
Sin embargo, algunas cosas sí han quedado claras tras la intervención de Tebas. La primera, que seguirá habiendo jornada liguera los viernes, los sábados, los domingos y los lunes: cuatro días a la semana, nada menos, en contra de la tendencia que han manifestado todas las ligas europeas, que caminan en sentido contrario, hacia la reducción de jornadas. Este asunto está también judicializado, lo mismo que el de la venta de partidos televisados por lo que habrá que esperar a las decisiones de sus señorías. 
Pero es que la principal razón del enfrentamiento entre ambas entidades –que dificulta enormemente el acuerdo entre ellas- es la antipatía mutua que sienten sus principales representantes: Tebas y Rubiales, que lo demuestran a la más mínima oportunidad. En esta situación personal, naturalmente, pesa la denuncia que el dirigente de la LFP ha presentado meses atrás contra el presidente de la Federación, por coacción y chantaje, nada menos.
Rubiales –que lleva ya más de un año en el frente federativo, sin que se note para bien- tampoco se muestra cohibido a la hora de acudir a los tribunales y ya anunciado sus iniciativas judiciales por asuntos como la Copa del Rey y la Supercopa de España. Y así las cosas, cada uno se enroca en su institución y no se ve salida próxima para este conflicto.  
En resumen, sobre estos litigios se podría añadir que ambos cabecillas están haciendo lo que les viene en gana, sin tener en cuenta en ningún momento los intereses ni las voluntades de los millones de aficionados al fútbol que existen en todo el territorio español. 
Es lo que se solía hacer siempre, pero ahora se nota todavía un poco más. Los pretendidos intereses económicos del fútbol español pasan a estar muy por encima de los propios aficionados, que ya han empezado a adaptarse a todos los tipos de horarios y programaciones que les ponen, con la disculpa de que ese es el mejor camino para la proyección mundial de los clubes españoles. 
Y que conste que les damos tanto protagonismo a estos tipos –Tebas y Rubiales- porque estamos en verano y hay escasez de asuntos para tratar en esta columna.

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