Masculino y femenino
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Masculino y femenino


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De ahora en adelante, cuando se cite al Deportivo va a haber que aclarar si uno se refiere al equipo masculino o al femenino. Ésta es, sin duda, la temporada del auge y despegue del balompié de mujeres y uno de los equipos que hasta la fecha había compartido protagonismo con los más importantes era el equipo blanquiazul que dirige Manu Sánchez, un técnico que está tan integrado en su labor que al referirse a su equipo habla de “nosotras”.

Este grupo de fútbol femenino viene a ocupar el lugar de aquel Karbo Deportivo, que ya en los años 80 protagonizó algunos brillantes momentos y en el que destacaba la delantera Lis Franco, hija del conocido Rafael Franco, uno de los componentes de la célebre ‘Orquesta Canaro’ de la que tan sólo continúa con vida el uruguayo Dagoberto Moll, que, a pesar de sus 92 años, sigue entrenándose a diario en las instalaciones deportivas coruñesas de La Solana y que, por cierto, será protagonista en breve de un libro que publicará Carlos Brea.

En cuanto al equipo masculino hay que decir que continúa colista. La realidad no se puede negar y el panorama está difícil. No obstante, parece que el equipo va experimentando una ligera mejoría, no por el resultado (que también) sino por algunos detalles que los futbolistas dejaron entrever y que hacen pensar a los aficionados que ellos también son capaces de ponerle la misma intensidad a los partidos que los rivales, para así no verse superados como en las primeras jornadas.

En Fuenlabrada, lo primero que observamos fue la vuelta del equipo a una defensa parecida a aquella por la que se puso de vuelta y media a Natxo González: la línea trasera, cuanto más atrasada, mejor. El partido fue malísimo, pero el equipo lo hizo práctico producto de la intensidad de la que hablábamos anteriormente. Esta vez los rechaces vinieron a favorecer al equipo y no como otras jornadas en las que en este aspecto salía siendo perjudicado. Vimos también un poco más firmes a los centrales, aprovechando que el rival no profundizaba tanto como anteriores enemigos. 

La creatividad no existió, esa es la verdad. El gol fue producto de una jugada aislada, con una pizca de suerte, pero pareció dar la sensación –incluso entre los jugadores- que algo podía cambiar. O quizá sea lo que la imaginación nos hace vislumbrar, tal vez por las ganas que todos los aficionados tienen de que el equipo salga de esta espiral negativa y ofrezca un buen espectáculo. 

Desde luego, el abanderado de esa mejora y principal representante de ella fue el entrenador, Luis César, que tan sólo lleva tres jornadas al frente del equipo y que se agarra a un clavo ardiendo para hacer ver los primeros aspectos positivos de su labor. La filosofía, hoy por hoy, no puede ser otra: sacar los partidos adelante como sea, con buen o mal fútbol. En este deporte no hay justicia y suele ser bastante traidor, aun con los que hacen méritos para obtener fruto de su trabajo. Con acierto y contundencia lo definió Paco Jémez al término del partido que el Rayo jugó contra el Lugo. Y así suele ser en más ocasiones de lo que los equipos lo merecen. Pero la principal justicia en el fútbol es marcar un gol más que el rival. 

El próximo envite se juega en Riazor. El balón quema y cualquier rival –de la categoría que sea- viene a incordiar más de lo normal a los jugadores locales. Pero éstos también saben que para salir del pozo hay que sacar partidos adelante. Y el primero que toca es frente al Elche. Ahí está el reto.

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