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El deportivismo, fruto de la gestión de los últimos años en el apartado deportivo de los que se fueron y de los que están, tiene la piel muy fina. Después de disputadas seis jornadas se palpa en el ambiente que, salvo que en Cádiz salga todo redondo, rodará la cabeza del undécimo entrenador en los últimos cinco años. Una locura, pero tal cual.

El banquillo del Depor es una auténtica silla eléctrica para los técnicos y eso dice muy poco a favor de los que rigen los destinos del club, pero sobre todo menos del aún responsable de las contrataciones, ya que el proyecto actual es cien por cien obra del director deportivo, Carmelo del Pozo.

El temor de la afición, acostumbrada en el último lustro a que se le entregase la cabeza del técnico cuando la pedía porque los consejeros vivían más pendientes de las redes que del equipo, es si el responsable de contratar es el mismo que puso a Anquela en el banco de Riazor y confeccionó la actual plantilla. Las alarmas se encendieron ante el Numancia, tras remontar y ceder el empate a cinco minutos del final, amén de haber jugado una primera parte que sacó de quicio a unos seguidores que empiezan a estar cansados de más de lo mismo temporada tras temporada, pero a los que se les sigue vendiendo humo.

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