Yago Grela (Vigo, 1996) siente "un poco los nervios" antes de que el próximo lunes recorra 400 metros en el barrio XV de París portando la antorcha olímpica. Este gallego que vino a la capital francesa por amor ha sido uno de los pocos españoles seleccionados para transportar este emblemático símbolo.
Tras haber recorrido buena parte de Francia, el icono de los Juegos Olímpicos llega este domingo a París, donde celebrará dos intensas etapas, una el domingo y otra el lunes, cuando visite todos los puntos emblemáticos de la ciudad a menos de dos semanas del inicio del evento.
Grela, como otros cuatro españoles de las dos etapas parisinas, figura en una lista de portadores (son 10.000 para las más de 60 paradas en Francia), en la que se mezclan rostros famosos y anónimos y que fueron seleccionados por su contribución a la sociedad.
"Cuando me mandó el email la organización al principio no me lo creía, porque es algo que uno piensa que está solo destinado a los grandes deportistas", cuenta a EFE el periodista, quien trabaja en el área de la comunicación del EUROCAE, organismo europeo que crea estándares para la electrónica en la aviación y cuyas oficinas están en París.
El vigués, casado desde hace solo un mes con una parisina a la que conoció hace diez años en un curso de inglés en Canadá, fue escogido por respetar y promover uno de los valores del olimpismo: el de la tolerancia cultural.
"A pesar de que no soy francés, sí que me gusta mucho la cultura francesa. Soy un gran seguidor de la literatura, la música de aquí, el cine...", explica.
A este antiguo estudiante de la Universidad de Santiago de Compostela le gusta ilustrar ese espíritu abierto y multicultural con ejemplos concretos. Conoció a su mujer en Canadá, vive en París, trabajó cinco años en Barcelona y ya ha visitado 36 países con ella. Que serán 37 cuando este verano viajen a Indonesia.
¿Y qué significa la multiculturalidad, un concepto para algunos tan vago, elogiado y criticado al mismo tiempo? "Es una de las cosas más bonitas que hay en el mundo, porque, al final, el mundo es muy pequeño y no nos damos de cuenta, porque, a pesar de las diferencias culturales, todos somos iguales", defiende.
Grela recuerda la enorme sorpresa que le supuso su selección, pues fue su pareja la que había enviado la candidatura al comité organizador sin que él lo supiese.
"Ahora empiezan los nervios", asume ese periodista, quien ya conocía París por haber hecho el programa universitario Erasmus en Bretaña y que además fue becario en la delegación de EFE en la capital francesa en 2017.
El joven gallego asegura haber estudiado bien el recorrido -casualmente está próximo a su domicilio-, lo que no le impide sentir la responsabilidad de un momento que quedará para la posteridad.
"Es un sueño, creo que es algo que voy a recordar toda mi vida y que sin duda se lo contaré a mis hijos, a mis nietos. Y esa foto quedará para siempre", finaliza.