Hace ya una barbaridad de años (treinta y uno, nada menos) nos encontrábamos dos amigos y yo tomando algo en un conocido bar de la Coruña de 1994 que ya lamentablemente no existe. Éramos bastante jóvenes pero ya teníamos nuestra cantidad de años de deportivismo con un descenso a Segunda B, un ascenso posterior, otro ascenso frustrado ante el Rayo, el penalti de Díaz Vega, el arbitraje de Villena Peña en Oviedo, algún disgusto más, un ascenso quemando la cubierta de Preferencia y un SuperDépor que sólo tenía un par de años de vida. Aún estábamos con el shock del penalti de Djukic y la liga perdida pero ya estábamos ilusionados ante la nueva temporada. Se acababa de sortear el calendario para la temporada 1994-95 y fue entonces cuando les pregunté a mis amigos -por separado- qué les parecía el nuevo calendario.
El primero de ellos me decía que el calendario le daba igual, pero que la faena (él dijo otra palabra) era que nos iba a tocar jugar contra los rivales que se habían enfrentado la jornada anterior al Barça. Y eso era malo porque claro, lo más seguro era que el Barça les golease y quisieran resarcirse a la semana siguiente contra nosotros. Le hice la misma pregunta a mi otro amigo y me dijo también que el calendario le daba igual, pero lo bueno era que nos iba a tocar jugar contra los rivales que se habían enfrentado la jornada anterior al Barça. Y eso era bueno porque claro, lo más seguro era que la semana anterior hubiesen estado hiper motivados ante los culés y en esta se relajasen y fuera más fácil ganarles.
Obviamente les pillé a los dos por banda y les dije que se aclarasen, pero la realidad es que los dos tenían razón y depende del prisma con que mires las cosas se puede ver algo como positivo o negativo. Al final resultó que aquel año el Barcelona hizo una temporada bastante mediocre, enterrando definitivamente el dream team de Johan Cruyff, y el rival de aquel año fue el Real Madrid y que lo de jugar contra los que dejaba el Barça no tenía tanta trascendencia como pensábamos.
Viene todo esto a cuento porque he escuchado y he leído muchos comentarios acerca del calendario de este año y la conclusión es la misma que hace ya más de tres décadas. En Segunda División es muy difícil saber quienes son los que van a estar arriba y quienes van a fracasar. Lo mismo este año el Cádiz se pone de líder y el Mirandés se va para abajo. Lo único que se me ocurre decir del calendario es que celebro ir a Eibar y a Miranda en septiembre y no en invierno, que me alegro de que el primer partido en Granada se juegue a las 21.30 y no a las 16.15 como nos lo pusieron la temporada pasada. Que me alegro de que la única jornada entre semana de la temporada nos pille con dos partidos seguidos en casa porque así nos ahorramos un viaje. Aunque eso mismo nos pasó en diciembre de 2024 cuando jugamos primero contra el Castellón en Riazor y tres días después vino el Mirandés y menudo roto que nos hizo, o sea, que tampoco vale eso de ahorrarte un desplazamiento. Y me trae sin cuidado el hecho de que acabemos la temporada ante dos recién descendidos, Valladolid y Las Palmas, porque no sabemos ni cómo vamos a estar nosotros ni ellos a esas alturas de la temporada.
Por lo demás, hoy me apetecía recordar a dos amigos de los que hace mucho que no sé nada y también recordar cuando nuestros rivales eran el Madrid y el Barça. Grandes recuerdos.