Resulta curioso que el deporte, y en gran medida el fútbol por su mayor repercusión, sea el causante de mostrar las (grandes) miserias humanas.
Sin ir más lejos el pasado domingo en el estadio Metropolitano se vieron las caras el Atlético y el Real Madrid en un duelo que se presentaba calentito por las declaraciones previas de algunos jugadores en caso de que el brasileño Vinicius marcase un gol y lo celebrase con un baile.
El carioca no consiguió ver puerta, pero sí lo hizo Rodrygo. Ambos no dudaron en festejar el tanto con un bailoteo que ‘calentó’ la grada. Al poco empezaron a caer objetos sobre el césped e oírse insultos dirigidos al mencionado Vinicius.
Ningún honor rinden estos pseudoseguidores a lo hecho por futbolistas que defendieron la camiseta rojiblanca con gallardía, léase Ben Barek, Luís Pereira o Donato; por citar sólo a tres. Tengo claro que si Vinicius marcase y bailase para el Atlético, la afición lo celebraría con gozo. Pero el merengue es una danza que no acaba de cuajar en la parroquia colchonera y a ello se une que alguno anhela destacar por hacer el ‘indio’...