Tenemos que retrotraernos al año 68 de la pasada centuria, para comprender la importancia que entonces tenía la sociedad Fuerzas Eléctricas del Noroeste SA, y el prestigio de su mayor propietario, el empresario Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa. Todo esto, unido a la astucia de la directiva deportivista de aquella época, presidida por Antonio González, hizo posible la consecución de un nuevo y amplio local en propiedad para el RC Deportivo y la creación de un trofeo con la finalidad de ayudar a las maltrechas arcas del club, que al finalizar la temporada 1967/1968 tenía un déficit de diez millones de pesetas.
En mayo de 1968 la prensa anunciaba la creación de dicho trofeo. La comisión organizadora la componían Andrés Pardo Hidalgo (presidente ejecutivo), Santiago Arias y Díaz de Rábago (vicepresidente 1º), Rafael Sande González (vicepresidente 2º), Antonio J. González Fernández (secretario ejecutivo) y Luis Vázquez Teijido, Francisco Mosteiro Dorado, Francisco Jiménez de Llano, Enrique Mariñas Romero, Pablo Sande González y Rafael Hervada Sandeliz como vocales. Todos muy conocidos y cercanos a la órbita del Banco Pastor o de la directiva deportivista.
El primer trofeo fue diseñado por Rafael Barros con un peso de 25 kilos y una altura de 1,50 metros, realizado en plata con incrustaciones de oro, en los talleres de la Joyería Malde, y era una verdadera joya de orfebrería.
Pero no todo habían sido bendiciones para la puesta en marcha de dicho trofeo. En el Ayuntamiento había reticencias sobre este nuevo trofeo, ya que podría perjudicar los beneficios del municipal Teresa Herrera. A esto hemos de añadir que en aquellos momentos las relaciones de la Directiva deportivista con el Ayuntamiento no pasaban por los mejores momentos, llegando a rechazar el Club una ayuda municipal de 250.000 pesetas.
A pesar de todo, el 24 de agosto de 1968 se celebraba el primer partido de dicha competición entre el Racing de Buenos Aires –campeón del Mundo de clubes– y el Flamengo brasileño, venciendo los primeros por dos goles a cero. Al día siguiente se jugaba la final entre los vencedores y el R.C. Deportivo, que volvieron a ganar por uno a cero, después de 130 minutos de juego, ante una afición que llegó a los treinta mil espectadores. La expectación para este trofeo había sido tan grande que, cuando se pusieron las entradas a la venta había tenido que intervenir la Policía para evitar altercados en el local de la Marina donde se despachaban los abonos. Al año siguiente se celebra un triangular los días 15, 16 y 17 de agosto con los equipos del Celta, Deportivo y Estudiantes de la Plata, conquistando el anfitrión el trofeo, y los jugadores una prima de 15.000 pesetas para cada uno.
Si el primer años asistieron a la final el Caudillo y su esposa, acompañados del Conde de Fenosa, en la final de 1969 la representación oficial contó con la presencia del ministro José Solís Ruiz, del Delegado Nacional de Deportes Juan A. Samaranch, del secretario general de la D.N.D. Benito Castejón, o del presidente de la Federación Española, José Luis Costa.
El Trofeo no pudo celebrarse en 1970 por estar Riazor en obras, pero siguió disputándose con gran brillantes en años sucesivos. Al año siguiente el Deportivo se enfrentaba al Torpedo de Moscú y en 1972 al Eintracht Frankfurt. Ese año, fallecido ya Barrié de la Maza, la Comisión organizadora, presidida entonces por Joaquín Arias, hizo entrega al Deportivo del nuevo local social de la Plaza de Pontevedra, que todavía hoy disfruta.