Estamos a final de curso y empiezan a llegar a casa los trabajos escolares que los niños han hecho en clase a lo largo del curso. Estaba repasando los de mi hijo, que tiene 10 años, cuando me encontré con uno que me hizo sonreír. El profesor les pidió que escribieran una noticia para un periódico. “Espero que hayas sacado una buena nota”, bromeé con él. Por supuesto, eligió una para la sección de Deportes y cómo no, de hockey. El titular era: “El Liceo le gana al Barça la Liga en el quinto partido”. Y seguía: “El Liceo ganó por 1-2. Fabrizio Ciocale y Tato Ferruccio marcaron los goles del Liceo y Sergi Panadero (parece que está un poco desactualizado porque se retiró el pasado verano) el del Barcelona”. En el último párrafo ya dio rienda suelta a su imaginación o, más bien, a sus intereses: “Gracias a su gol, el presidente del Liceo le ofreció a Fabrizio Ciocale un contrato para que se quede toda la vida en el Liceo”. ¿Deseos o una predicción? Ojalá que sea que tiene una bola de cristal y que lo ha visto en ella. Iríamos mucho más tranquilos al partido de este viernes. Hasta las diez de la noche todavía se puede cumplir. Así que, por qué no, vamos a soñar. A raíz de este trabajo me contó indignado que una compañera dijo que los periódicos “sólo los leen los viejos” y él, hijo de periodistas, salió a defender nuestro honor. Su profesor les llevaba todos las semanas periódicos al colegio, incluido el DXT Campeón, y él se pasaba muchas de las horas destinadas a leer en clase entretenido entre sus páginas. Qué maravillosa forma de fomentar la lectura. Y qué maravillosos son los profesores que ejercen con vocación. Mi hijo no leía nada. Ahora devora, escribe, sueña. A veces hasta dice que quiere ser periodista. No se preocupen que eso ya se lo quitaré yo de la cabeza.