“Hasta el martes de la semana que viene”. El Liceo acababa de perder el primer partido del playoff contra el Lleida y yo ya lo tenía claro. “Hasta el martes”, me despedí al marcharme del Palacio de los Deportes de Riazor de los que quedaban allí. También el sábado me preguntaban algunos compañeros si estaba nerviosa. ¿Nerviosa por qué? Nerviosa estaba el viernes en un partido de benjamines en el colegio Liceo. El sábado tenía confianza plena y ciega en el equipo. Es que después de tantos años ya he aprendido la lección. Porque cada vez que la he perdido o he dudado, me demuestran que estaba equivocada. Incluso me mandan callar. Así que ni nerviosa el sábado ni nerviosa este martes para el decisivo partido en el Palacio de los Deportes de Riazor. Tanto que incluso empiezo a decir a los que protestan por el cambio de horario del partido de este viernes del Leyma, la despedida en la ACB que será en el Coliseum a las 18.30 horas, que lo positivo es que así les dará tiempo a llegar al primer asalto de la semifinal contra el Reus. Ese es el nivel de confianza en Juan Copa y los suyos. Y perdona, Fabri, si esto es mufa, que sé que los argentinos tienen supersticiones con estas cosas. Yo un poco también. En el primer partido del playoff de 2022 pedí un bolígrafo prestado para tomar notas. Después de la victoria, no lo devolví (¡otro perdón que tengo que pedir!) y seguí con él hasta el último, el del día del título, igual que con una camiseta negra que llevo siempre en las grandes ocasiones a pesar de que tiene unas salpicaduras de lejía. Cuanto peor, mejor. Porque la confianza es plena, pero no voy a ser yo quien tiente a los dioses de la buena suerte.