La historia la escriben los campeones pero hay otra historia desconocida, la que protagonizan los perdedores. Creo que fue en la final de la Copa de Europa de Roma en la edición en la que el Barsa derrotó al Manchester United. Contaba Guardiola que para motivar a sus jugadores hizo sonar en el vestuario aquel hit de Coldplay “Vive la vida”. Parece que la canción actúo como un refuerzo decisivo en el ánimo de los jugadores para alzarse con el triunfo. Desde aquel día muchos aficionados conocieron en el efecto catalizador que ciertas costumbres y hábitos en el vestuario del Barsa antes del partido podrían ser clave en el resultado final. Ese momento concreto pasó a la posteridad.
Falta conocer la otra historia, la de los perdedores. Habría que preguntarle a Ferguson si sus pupilos escucharon esta u otra canción antes de saltar al campo. No creo que el sempiterno entrenador escocés les colocara una saeta ni un fado antes del decisivo encuentro. Quizás la historia se escribiría de otra manera si los diablos rojos desvelaran que escucharon antes de pisar el césped - ¡qué sé yo! - a The Proclaimers, por ejemplo, paisanos a la sazón de Sir Alex.
Tampoco nadie recuerda a Fergie cuando mandó instalar en el vestuario unas cabinas de rayos UVA para paliar la falta de vitamina D que padecían sus jugadores debido a la escasa presencia del sol en la fría y lluviosa ciudad de Manchester. Distinto hubiera sido el efecto de esta audaz medida si aquel año se alzaran con la Copa de Europa. Ganar consigue que todo lo hecho sea bueno y, contrariamente, la derrota la desconocemos porque no interesa. Nos gusta la épica y escapamos de la vulgaridad.
Lo cierto es que últimamente se escribe mucho sobre el éxito de los deportistas y sus recetas para conseguirlo. Cuenta Toni Nadal -tío, entrenador y factótum de Rafa- que desde pequeño le inculcó al tenista la idea del esfuerzo, la renuncia, el sacrificio y unas dosis de autoexigencia que el joven deportista interiorizó de forma positiva y actuaron como un faro en toda su trayectoria. El resultado es maravilloso y feliz. Hablamos del tenista con más Majors de la historia del tenis mundial, un modelo de actitud en la pista y un comportamiento ejemplar dentro y fuera de las canchas.
Seguro que Toni Nadal no ha inventado nada que no se supiera. El esfuerzo, el espíritu de lucha, la humildad y la capacidad de volver a intentarlo es algo que cualquier deportista de élite conoce y gestiona como mejor sabe. Estoy convencido que el resto de tenistas se ha criado con los mismos valores para llegar a la élite, pero solo visualizamos el caso de Nadal
No creo que nadie dude que -por ejemplo-, Andy Murray haya crecido con esos principios para ser uno de los mejores tenistas del mundo. Dudo mucho que el gran tenista escocés y coetáneo de Rafa, no haya probado con la misma insistencia esa misma medicina. Sin embargo, el resultado no fue tan brillante como el del balear. La historia le dedicará pocas líneas y seguramente lo juzgará como un buen deportista sobrepasado por el dominio abrumador que formaron Nadal, Federer y Djokovic.
La historia del selecto grupo de ganadores que llegan a tocar el cielo eclipsa a la de tantos deportistas que pasan a formar parte de la otra historia, la desconocida. Unamuno hablaba de la intrahistoria para referirse a las historias de la gente sin fama que sin embargo construyen la historia anónimamente sin que sus nombres permanezcan en los libros de texto, ni en los periódicos.
@pgarcia_ramos