Una vez que han finalizado los Juegos Olímpicos, me permito expresar mi opinión de su desarrollo en el comentario de hoy. Como se trata de París, la llamada ciudad de la luz, comenzaré por destacar las luces que en mi opinión brillaron en estos Juegos.
No se han producido atentados terroristas, lo que ha sido un alivio para los organizadores, deportistas y publico. Tampoco se ha detectado ningún problema con la venta fraudulenta de entradas o cambios de horarios. Una primera noticia nos hablaba de la igualdad del número de participantes masculinos y femeninas, lo que parece indicar que la mujer ya no tiene las dificultades de antaño para la práctica deportiva, si exceptuamos países como Afganistán. Otra de las luces detectadas ha sido la gran afluencia de público, seguramente apoyada en la centralidad geográfica de París con respecto a Europa.
Si nos referimos a los resultados deportivos, y en concreto a los españoles, también puedo destacar algunas luces, si bien el cómputo global puede que no alcance las expectativas de los más exigentes.
En primer lugar, quiero citar la medalla de plata del equipo femenino de baloncesto 3x3, un deporte poco conocido entre nosotros y que fue capaz de darnos una grata sorpresa. Después citaré a los marchadores María Pérez y Álvaro Martín, con su triple subida al podio, una verdadera hazaña.
Con ellos destaco a los otros deportes de equipo que han obtenido medallas y especialmente a las chicas del waterpolo, los Hispanos del balonmano y a los futbolistas de Santi Denia, que nos han recordado a los de Barcelona 92. Pero no quiero olvidarme de ninguno y lo resumiré en el K-4 de los gallegos Arévalo y Germade, la inesperada medalla de Echariz en piragüismo, el oro de Botín y Trittel en vela, la plata de Alcaraz o los podios de nuestros boxeadores. Pero también he visto gestos muy positivos en los que no han alcanzado medalla, como el de las componentes del equipo femenino de fútbol.
Ahora me referiré a lo que yo considero sombras de estos Juegos. Empezando por la ceremonia de apertura, que se preveía muy original al desarrollarse fuera de un estadio, pero que, por efecto de la lluvia, se convirtió en un monótono desfile de equipos por el Sena, la mayoría resguardados con unos chubasqueros, al igual que las autoridades presentes, en una falta total de previsión meteorológica. Pero lo que me pareció mas fuera de lugar ha sido la pantomima de un desfile de modelos y una representación burlona que fue reprochada tanto por el Vaticano como por la principal universidad islámica. También ha sido motivo de crítica la suciedad de las aguas del Sena y el empecinamiento en celebrar allí varias pruebas, los alojamientos y la alimentación de los deportistas.
En cuanto a los aspectos netamente deportivos, también encuentro motivos de tristeza, como el comportamiento de la hinchada del combinado de fútbol de Marruecos en el partido contra España, en el que la mayoría del estadio se dedicó a silbar el himno español, y la selección femenina de Brasil, con sus constantes interrupciones, que no se corresponden al ‘fair play’ de unos Juegos.
Al referirme a los representantes españoles, en primer lugar quiero destacar la fatal lesión de Carolina Marín, que a todos nos dolió al verla en directo, cuando estaba cerca de una medalla. Después, la puntuación ilógica recibida por alguno de nuestros boxeadores y judokas. También la decepción de algunos atletas que se quedaron sin medalla por décimas, o deportes en los que se perdió por la mínima diferencia.
A pesar de todo lo anterior, unos Juegos Olímpicos son una magnífica ocasión para demostrar la calidad del deporte en cada país, y España se ha podido codear con las grandes potencias deportivas, sin complejos. ¡Adiós París 2024 y a esperar por Los Ángeles 2028!