Llorar por el Depor
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Llorar por el Depor


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En A Coruña no ganamos para disgustos deportivos. Lo del Depotivo frente al Albacete fue denigrante en una jornada que ningún coruñés, aficionado o no, jamás olvidará. Los hay que se consuelan afirmando que ya están acostumbrados a este tipo de desaguisados. Sobran ejemplos y situaciones que marcan un pobre e indeseable futuro si no se toman medidas tajantes en una plantilla a la que urge renovar urgentemente y no olvidarse que las categorías inferiores del club están para algo más que para salir en las fotos.


El Deportivo volvió a evidenciar grandes lagunas en un “futbol” repleto de falta de experiencia y pelea sobre el campo desconociendo en todo momento como modificar sus errores, que fueron muchos, incomprensibles y sin recursos para seguir profundizando sobre el trágico destino a que se siente abocado para la próxima temporada en su indignante continuidad en Tercera.


Los deportivistas mostraron nuevamente ante los manchegos una flagrante falta de amor a los colores que defienden en un choque donde lo tenía todo a favor. Pero no fue así. Se repiten las tragedias de otras temporadas y no somos capaces de aprender.

La afición nos ha dado lo mejor de la tarde de ese fatídico 11 de junio. Muchos ya no quieren saber nada del equipo. Otros evitan ya hablar de fútbol. Los hay que tiran contra el técnico por los cambios que realizó dejando en el campo otros jugadores que llevan semanas desaparecidos dando a entender que tienen un trato de favor muy evidente y que cuanto más compromiso existe, menos esfuerzo exhiben. Su imagen dejó mucho que desear a pesar de contar con una afición, donde se han hecho notar miles de jóvenes a los que en años pasados se les echaba de menos y que, ese día, han sufrido y llorado como si les fuese la vida en ello.


La mala imagen del club me preocupa porque me duele al apreciar que no existe un claro modelo de juego. Lo sufro y sobre todo me hace tirar la toalla. Y no lo deseo. Pero es que lo que siento ahora. Quiero evitar vivir de recuerdos y de títulos conseguidos. Eso es historia y ahí se queda. Lo que no quiero es aceptar una realidad absolutamente cruel y que el presente y futuro nos digan lo que nos merecemos. Todos lo sabemos. Como deportivista me siento angustiado, impresionado por lo que ha pasado en un mundo tan diverso y complejo como es el fútbol y que demanda, ahora más que nunca, pensar en una afición y un club donde la juventud tenga un papel popular y decisivo, tanto en las gradas como en el campo. Este tiene que ser el futuro del club. Pese a quien le pese.


Adrián Díaz, juventud divino tesoro

“En mi vida nunca me sentí tan devastado”. “Cuando el Albacete marcó su segundo gol, me quise morir”. “Pese a todo, en Riazor disfruté como nunca lo había hecho. Jamás”

Y en esta tesitura se haya mi nieto Adrián Díaz, socio del Deportivo y una de las víctimas de la jornada. Así lo reconoce tajantemente presenciando en primera persona la barbarie sufrida por la afición blanquiazul frente al Albacete. Hablando con él, trato de animarlo, intento que pase página y hacerle ver que siempre hay que ser positivo, aunque en el caso del club coruñés, no resultará nada fácil. Adrián se divirtió a lo grande antes del partido y sufrió de lo lindo en los días posteriores tras la vergüenza vivida en el estadio coruñés.


“Ahora ya en frío, pasadas más de 24h, me da por explicar todo lo que siento” añadiendo que en su vida se había sentido “tan devastado y roto por dentro como me sentí el sábado cuando se pitó el final del partido”. Asegura que no derramó “ni la primera lágrima. Estuve cerca, y no lo quise evitar. Simplemente no me salieron, pero aún así, en mi vida había tenido esa sensación. Todo se fue al garete en un abrir y cerrar de ojos”.


El joven socio deportivista entiende que de nuevo el fútbol “fue lo más cruel posible con el Depor”. Recuerda que a falta de 8 minutos para el final, un balón parado manda al partido a la prórroga, y de nuevo, a 8 minutos del final de prórroga vuelve a marcar el Albacete con otro cabezazo. “En ese instante me quise morir. Y aún encima, se escapa un cabezazo casi idéntico al de ese maldito San Juan en Mallorca, también, en el último suspiro.


No sé, dicen que el fútbol devuelve todo, pero pienso que ”en Coruña tiene mucho que devolver”, destaca Adrián, quien hace alusión al momento final del choque: “Ver cómo estaba la gente, llorando, niños que apenas pudieron disfrutar de su Depor en Primera desolados, gente que vio al equipo ganar ligas intentaba procesar que tocaba esperar Dios sabe cuánto, para regresar al fútbol profesional. Sobre todo después de todo lo que dio la ciudad y su gente. Me costaba pensar que no se fuese a lograr el objetivo, pero debí de haberlo hecho. Pese a todo, disfruté el día como nunca lo había hecho en Riazor. Jamás. Desde las 10.30 de la mañana se veían camisetas y bufandas por la ciudad, desde las 15.00 no deje, junto a mis amigos, de cantar y animar a nuestro Depor, y junto a mis amigos, 26.000 enfermos más que no sabemos si esto tiene cura en un corto plazo de tiempo o la agonía será eterna”, insiste.


Adrián no comprendía como “mucha gente se alegró con la noticia de la derrota, y lo entiendo. Saben que jamás podrán llegar a vivir algo parecido a lo de ese pasado fin de semana. Saben que es imposible, que les cuesta llenar estadios en Primera y en Segunda, y que no entienden como en 1 RFEF, toda una ciudad se paraliza para animar a su equipo. Pese a todo, me quedé en el estadio 25 minutos más desde que acabo el partido. Lo hice en silencio, cabizbajo, y sacando fuerzas de donde no las tenía para dar abrazos y cariño a los presentes” subrayando que “sí, el Depor juega en 1 RFEF, y sí, no me avergüenza para nada sacar pecho y decir que soy del Depor. Depor, bendita locura, en 1ª, 2ª o 3ª, porque...TI ES O NOSO AMOR”, zanja el sufrido joven deportivista.

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