Incógnitas tras una dimisión
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Incógnitas tras una dimisión


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La dimisión de Rubiales como presidente de la RFEF cierra un espectáculo bochornoso y de una zafiedad insuperable en la historia reciente del organismo. Sin embargo, se abren algunas incógnitas de cara al futuro de dicha organización. Pese a las intromisiones desde todos los ámbitos que exigían el cese inmediato del presidente, a día de hoy siguen en sus puestos los responsables de su nombramiento.


Las federaciones territoriales están presididas por los mismos que eligieron a Rubiales y por el momento no se atisba la creación de ningún organismo de vigilancia a la descontrolada trayectoria de la RFEF. Pese a sus intentos, ni el Consejo Superior de Deportes (CSD), ni el Ministerio de Cultura y Deporte, han tenido potestad para corregir la desafortunada gestión federativa. Tan solo la FIFA ha sido capaz de suspenderlo temporalmente en medio de una tormenta de dimensiones siderales.


Se asoma además otra duda. ¿Por qué la RFEF en una situación de interinidad ha cesado al seleccionador nacional femenino después de ganar la Copa del Mundo? En su momento, antes del Mundial, quince jugadoras del combinado nacional firmaron una carta en la que vetaban al técnico al no compartir sus métodos de entrenamiento ni su estrategia en la dirección del conjunto, sin que consten otras acusaciones. Pese a lograr que estas futbolistas volvieran al equipo –insisto, sin que mediara ninguna denuncia más allá del ámbito deportivo sobre el técnico– y después de obtener el máximo título al que se puede aspirar, lo cesan sin motivos suficientemente explicados. Por cierto, no se alzó ninguna voz crítica entre esas quince seleccionadas rectificando sus reivindicaciones ni reconociendo el mérito que le corresponde al seleccionador.


Es difícil justificar la tosca gestión del anterior presidente. Comenzó con la incomprensible e inhumana destitución de Lopetegui a un día de comenzar la Copa del Mundo de Rusia. Continúo con la gestión y venta de la Supercopa a Arabia -con la carga de favorecer la imagen internacional del país saudí- tras una negociación con G. Piqué (jugador y presidente de club) que si no rozaba el código penal carecía de la mínima ética. Intentó reorganizar la Segunda B y tras unos años de movimientos, no cambió prácticamente nada porque la 1ª RFEF se parece cada vez más a la antigua 2ª B.


Estos desatinos estuvieron marcados por la personalidad chabacana de un dirigente disfuncional. Todos estos comportamientos se proyectaron al gran público (nacional e internacional) con motivo de la final de la Copa del Mundo de mujeres. Todavía sonroja recordar su celebración del gol español en el palco de autoridades.


El resto es historia de la mala en la que además de Rubiales salen retratados muchos actores secundarios, en especial políticos y políticas populistas que no se han puesto un chándal ni para ir a comprar el pan los domingos. Por eso no hay que olvidar que las bases del funcionamiento de la RFEF y su estructura siguen siendo las mismas que encumbraron a Rubiales y se corre el peligro de volver a cometer los mismos errores que en el pasado. Quizás haya que empezar a pensar en un organismo externo capaz de controlar una casa tan salpicada de escándalos como la Real Federación Española de Fútbol.

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